Desde esa noche, todo fue distinto. No porque cambiaran las palabras o los gestos, Harry seguía besándola en la frente cada vez que pasaba detrás de ella y Binna continuaba escondiéndose en sus abrazos como si el mundo no importara, sino porque ahora había algo más. Una certeza silenciosa. Una complicidad que no requería explicación.
En la casa de Enrique, se movían con más cuidado. No por miedo, sino por respeto. A veces bastaba una mirada desde el sofá para que Binna supiera lo que Harry pensaba. A veces, mientras ella servía el té con Sia en la cocina, él se asomaba con una sonrisa casi traviesa que solo ella entendía. Y su piel, incluso sin contacto, reaccionaba con esa memoria secreta de lo vivido.
Pero también hubo cambios más sutiles.
Binna se sentía más segura. No más madura, necesariamente, pero sí más conectada con sus emociones. Era como si su cuerpo ahora le hablara en otro idioma, y ese idioma lo compartía solo con Harry. Se sorprendía de sí misma. Cuando lo miraba hablar en clase, no solo pensaba en lo guapo que se veía o en lo mucho que le gustaba, sino en cómo lo conocía de verdad. En cómo era cuando dormía, cuando temblaba de placer, cuando respiraba su nombre entre besos largos y profundos.
Él también había cambiado.
Más atento. Más presente. Si antes ya era protector, ahora parecía leer su estado de ánimo con solo mirarla. No la sobreprotegía, pero estaba siempre un paso cerca. En la universidad, ya no se preocupaban tanto por los rumores. Aunque sabían que seguían hablando, aunque las miradas aún a veces pesaban, ya no importaba. Ahora se tenían el uno al otro con una intensidad que los hacía sentir invencibles.
Una tarde de viernes, mientras regresaban juntos en la camioneta, Harry tomó su mano sin decir nada. Conducía tranquilo, pero de vez en cuando apretaba sus dedos, como para recordarle que estaba ahí. El sol caía sobre el horizonte, y la música sonaba bajito.
- ¿Pensás en esa anoche?", preguntó Binna, sonriendo sin mirar.
- "Todo el tiempo", admitió él. "Es como si cada cosa que hago me recordara que te amo más".
Ella lo miró. El corazón le latió con fuerza.
- "Yo también. Aunque no sé si lo hago bien. No sé si te gusto cuando… cuando estamos así", dijo Binna, sintiendo sus mejillas calientes.
Harry soltó una carcajada suave y le besó los nudillos.
- "Eres perfecta. No quiero que hagas nada por obligación. Solo quiero que seas tú. Contigo descubrí todo de nuevo. Nunca me había sentido así con nadie", expresó Harry.
Binna guardó silencio. Se sintió pequeña y gigante al mismo tiempo.
Al llegar a casa, los recibió Sia con una sonrisa. Enrique ya estaba preparando la cena. Binna ayudó a poner la mesa, y Harry se ocupó de traer bebidas. Nadie preguntaba demasiado, pero todos lo sabían. Se respiraba en el ambiente. Eran dos jóvenes enamorados. Y aunque la convivencia tenía sus normas, también tenía sus silencios cómplices.
Esa noche, en su habitación, Binna se acostó primero. Miró el techo y pensó en cómo todo había cambiado tan rápido. Recordó el primer día en que conoció a Harry. La forma en que él la miraba, la manera en que la defendía aun sin conocerla del todo. Ahora compartían un espacio, una vida, un futuro que parecía tan incierto como inevitable.
Harry entró minutos después, con una expresión serena.
- "¿Estás cansada?", preguntó él susurrando.
Binna negó con la cabeza. Él se sentó junto a ella, la acarició en la mejilla y le besó la frente.
- "¿Quieres dormir abrazada o prefieres espacio?", consultó Harry.
Ella sonrió.
- "Abrazada", dijo ella muy bajito.
Y así durmieron. No pasó nada más esa noche, pero fue incluso más íntimo. Porque ya no se trataba de cuerpos explorándose, sino de almas habitándose.
La relación de Binna y Harry había cambiado. Ya no eran dos adolescentes descubriéndose. Eran una pareja que, con pasos sinceros, aprendía a amarse de verdad. El deseo seguía ahí, encendido como brasas bajo la piel. Pero también había ternura, respeto y, sobre todo, una decisión de cuidarse incluso cuando el mundo no lo hiciera.
Y sin que ninguno lo supiera, el reloj del destino empezaba a marcar el tiempo hacia algo que pondría todo a prueba.
Pero por ahora, solo se escuchaba la respiración acompasada de dos corazones que aprendían a latir juntos.
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Editado: 30.06.2025