La puerta se cerró con un golpe seco. Laura se había ido, pero su presencia aún saturaba el aire como un perfume amargo que se negaba a disiparse. Sia se quedó de pie unos segundos más, con la espalda rígida y los ojos clavados en la madera de la puerta, como si temiera que volviera a abrirse.
- "¿Estás bien?", preguntó Enrique, acercándose con cautela. Su voz tenía esa gravedad contenida que usaba cuando sentía que el suelo estaba a punto de abrirse bajo sus pies.
Sia se giró lentamente, aún procesando la mezcla de rabia y desconcierto.
- "Ese mensaje que llegó, era para esto, ¿no? ¿Tu te divorciaste en su ausencia?", preguntó Sia en voz baja, sin acusación, pero tampoco con indulgencia.
Enrique asintió con un suspiro.
- "No pensé que llegaría tan pronto. Ni que lo haría así", dijo Enrique, pasando una mano por el rostro, agotado—. "Laura siempre fue impredecible. Esta vez no fue la excepción. Sí, fue en su ausencia, pero todo legal, por abandono, te aseguro que eso no se puede revertir", añadió.
Sia cruzó los brazos, como si necesitara contenerse para no lanzar algo contra la pared.
- "Dijo que quiere ver a Harry" añadió Si, más para sí misma que para él—. "Como si pudiera aparecer después de todos estos años y reclamar algo".
- "No tiene ningún derecho", respondió Enrique de inmediato. "Ella no preguntó por él en más de una década. Ni una llamada, ni una carta. Nada. Harry no necesita esto ahora".
Como si invocado por su nombre, Harry apareció en la entrada del pasillo. Vestía una camiseta arrugada y jeans, el cabello revuelto, y tenía esa expresión de alguien que sabe que algo anda mal, aunque no lo haya escuchado todo.
- "¿Quién era?", preguntó Harry, cruzando los brazos. Su mirada osciló entre sus padres con desconfianza creciente.
Sia y Enrique se miraron. Silencio. Finalmente, fue Enrique quien habló.
- "Era Laura", dijo Enrique con firmeza. "Tu madre".
La palabra cayó como una piedra en el agua.
Harry no dijo nada por unos segundos. Luego, ladeó la cabeza, como si no hubiese entendido bien.
- "¿Qué?", preguntó Harry.
- "Vino... sin avisar", agregó Sia, midiendo cada palabra. "Exigió hablar contigo. No pareció una visita amistosa".
Harry soltó una risa seca, incrédula. Luego negó con la cabeza.
- "¿Después de todo este tiempo? ¿Después de desaparecer como si nunca hubiera existido? ¿Ahora quiere hablar conmigo?", preguntó Harry de manera irónica
Enrique dio un paso hacia él.
- "Hijo, no tienes que verla si no quieres. Nadie va a obligarte. Solo queríamos que lo supieras de nuestra boca antes de que ella intente contactarte por otro lado", dijo Enrique.
Harry apretó la mandíbula. La furia no era violenta, pero sí densa. Era un enojo viejo, oxidado, de esos que se guardan en lo más profundo porque dolerían demasiado si se sacaran a la luz.
- "¿Y qué se supone que debo decirle? ¿Hola mamá, gracias por dejarme, ahora hablemos como si nada?", manifestó Harry.
Sia se acercó con cuidado.
- "No tienes que decidirlo ahora. Solo recuerda que no estás solo", dijo Sia.
Harry asintió, pero no respondió. Se quedó de pie unos segundos más, en silencio, como si necesitara afirmarse al suelo, y luego se marchó a su cuarto sin decir nada más.
Cuando su puerta se cerró, Sia soltó el aire que había contenido durante toda la conversación. Enrique la abrazó por detrás, apoyando la frente en su hombro.
- "Esto no será fácil", comentó Enrique.
- "Nunca lo fue", susurró ella.
Y en ese instante, supieron que lo que acababa de comenzar no era un simple reencuentro familiar. Era una batalla emocional que pondría a prueba los cimientos de todo lo que habían construido.
#5912 en Novela romántica
#638 en Joven Adulto
amor juvenil romance, segunda oportunidad, primer amor y amor a primera vista.
Editado: 30.06.2025