Con linterna en mano, Herrera abrió la pesada puerta y el chirrido reverberó en el espacio vacío. Lo que encontraron adentro no fue un simple galpón, sino un pequeño centro de operaciones: mesas con mapas, agendas, cámaras de vigilancia, y pantallas mostrando imágenes en vivo de distintas ubicaciones.
- "Aquí es donde monitorean todo",.murmuró Herrera. "No solo la Fundación Seguridad Familiar, sino otros movimientos que parecen ir más allá de lo que creíamos".
En una de las pantallas apareció una grabación: una mujer encapuchada entrando a la fuerza en un edificio. No era Laura, pero el rostro escondido prometía más preguntas que respuestas.
Harry frunció el ceño.
- "Esto es mucho más grande de lo que pensábamos. Ya no es solo una venganza personal", expresó Harry.
Binna asintió, y en ese momento el sonido lejano de un motor rompió la quietud.
- "Tenemos que irnos", ordenó Herrera. "Alguien nos está siguiendo".
Sin perder tiempo, recogieron documentos, grabaron lo que pudieron y desaparecieron entre los juncos, sabiendo que esta prueba podría ser la llave para acabar con el plan, pero también el inicio de un peligro mayor.
Horas más tarde, Enrique se reunió con Sia, Harry, Binna y Herrera en el despacho principal de la casa. Sobre la mesa, los documentos, fotos y grabaciones se amontonaban como piezas de un rompecabezas.
- "Esto ya no es solo un ataque personal", dijo Enrique, mirando a cada uno. "Es una guerra silenciosa, orquestada para destruirnos desde adentro".
- "Tenemos que pensar en pasos concretos", intervino Sia. "No podemos dejarnos llevar por la emoción ni actuar precipitadamente".
Herrera abrió su laptop y proyectó un mapa digital con las ubicaciones vinculadas a la Fundación Seguridad Familiar.
- "Estos son los puntos clave", explicó. "Desde aquí, podemos empezar a rastrear a las personas detrás de la operación. Pero cuidado: no sabemos con quién realmente estamos lidiando; Jessica Fernández no parece ser quien aparenta".
Binna frunció el ceño.
- ¿Y qué hacemos con Laura y Augusto?", preguntó Binna.
Harry la miró con determinación.
- "No pueden seguir dañándonos. Todo empezó porque esa mujer se obsesionó conmigo. Pero antes, tenemos que entender qué buscan realmente. La fundación parece un tapadera, pero ¿qué esconden?", cuestionó Enrique.
Sia se acercó a Enrique y tomó su mano.
- "No estás solo en esto. Estamos juntos", dijo Sia.
Enrique asintió, y por primera vez en días, una chispa de esperanza iluminó sus ojos.
En otro lugar, Jessica revisaba unos informes en su oficina.
- "¿Cuánto tiempo más crees que puedan durar con esa alianza?", preguntó Laura al teléfono.
- "No mucho", respondió Jessica. "Pero aún debemos ser cuidadosas. La paciencia es la mejor arma".
Un plan más grande comenzaba a tomar forma, y aunque la familia parecía unida, el veneno ya había sido inoculado.
Mientras tanto, en un lujoso departamento, Jessica conversaba con Laura y Augusto. La atmósfera estaba cargada de tensión, pero también de una fría determinación.
- "No podemos permitir que ese matrimonio se fortalezca", dijo Jessica. "Si Enrique y Sia siguen unidos, nuestro plan se desmorona".
Augusto apretó la mano de Laura, casi con rabia contenida.
- "Hicimos todo para que Laura vuelva y reconquiste su lugar. Pero ahora, ellos están demasiado cerca, podría resultar peligroso", dijo Augusto.
Laura asintió, sus ojos brillando con una mezcla de resentimiento y miedo.
- "No hay vuelta atrás. Si tienen que caer, que caigan todos. Y si no son ellos, serán ustedes", advirtió Jessica.
Al día siguiente, en el despacho de Enrique, Sia entró con una bandeja de café y observó a Harry y Binna concentrados.
- "No puedo creer que esto haya llegado tan lejos", dijo Sia, con voz suave pero firme.
Binna la miró.
- "Pero no estamos solos, mamá. Vamos a pelear juntos, como familia", expresó Binna.
Harry sonrió, dejando que ese pequeño momento de calma llenara el ambiente. Pero en la distancia, las sombras seguían moviéndose.
Harry estaba terminando de revisar unos documentos cuando su celular vibró con insistencia. Era un número desconocido.
- "¿Quién habla?", contestó, con cautela.
Una voz distorsionada, casi susurrante, dijo: "Cuidado. No confíes en nadie. El veneno corre más rápido de lo que imaginas".
Luego la llamada se cortó.
- "¿Quién era?", preguntó Binna.
- "No sé, sospecho que es Augusto, pero saben que estamos investigando. Esto no es solo un juego", respondió Harry.
Al mismo tiempo, al otro lado de la ciudad, en el departamento de Jessica, recibió un mensaje de texto: “El tiempo se acaba. O ellos, o nosotros.”
Jessica frunció el ceño.
- "Es hora de mover la última ficha", dijo con voz fría.
Dos días después, un incendio estalló en uno de los locales donde Harry y Binna habían encontrado pistas. El fuego consumió documentos y pruebas. La policía habló de un accidente, pero ellos sabían la verdad.
- "Alguien quiere que dejemos de buscar", dijo Herrera, con tono grave. "Tenemos que acelerar".
Harry y Binna se miraron. Sabían que la batalla estaba lejos de terminar.
Harry, Binna y Herrera revisaban las pocas pruebas salvadas del incendio, intentando recomponer el rompecabezas.
- "No podemos permitir que Jessica y Laura nos ganen tiempo", dijo Harry, apretando los puños. "Tenemos que adelantarnos".
Binna asintió, con el ceño fruncido.
- "Y no solo eso", agregó Herrera. "Hay alguien más involucrado, alguien que aún no vimos".
Herrera abrió su laptop y mostró imágenes grabadas por una cámara oculta: una reunión clandestina entre Jessica y un hombre desconocido, con gestos tensos y un intercambio de sobres.
- "No están solas", murmuró Herrera. Esto es más grande de lo que pensábamos.
Ambos lados estaban moviendo sus cartas y solo uno puede salir vencedor. Acaso el egoísmo podría vencer al amor.
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Editado: 30.06.2025