Sin Leer El Contrato.

Capítulo(3)

Just like nicotine, heroin, morphine,
Suddenly I'm addicted, and you're all I need.
It's you, babe
I'm a sucker for the way that you move, babe.
And I could try to run, but it would be useless,
You're to blame.
Just one hit of you, I knew
I'll never be the same.

Me despierto al oír mi teléfono sonar por una llamada entrante. Antes de tomarlo, veo que son las 8:00 de la mañana. Espero que quien sea que me esté llamando tenga una buena explicación para interrumpir mis sueños, que son muy importantes. Tomo el teléfono sin molestarme en ver quién es y contesto.

-No sé quién coño seas, pero tienes que tener una muy buena explicación para interrumpir mi sueño -espeto.

-Sí, buenos días para ti también, esposa -dice una voz que se me hace conocida pero no recuerdo de dónde. ¿Novedad? Todo se me olvida, es algo normal en mí. ¿Espera... me llamó esposa? Me río internamente.

-Disculpe, señor, se equivocó de número.

Se escucha una pequeña sonrisa ronca y ¿sexy? del otro lado de la línea.

-No, no me equivoco -me dice.

-Estoy completamente segura de que se equivoca, señor. No soy su esposa, eso es imposible, no estoy casada -le aseguro.

-Bueno, digamos que hipotéticamente sí me equivoco... ¿con quién hablo?

-Kataleya Alessandra Virella Noctier, señor.

-Y eres tú la que se equivoca, esposa. Te llamas Kataleya Alessandra De Volemot Virella -dice serio, y yo no puedo hacer otra cosa que reírme.

-No estoy jugando. Si quieres, se lo puedes preguntar a tu padre, esposa. Así sales de dudas. Hazlo lo más pronto posible. Después me regresas la llamada para podernos ver otra vez -estoy por contestarle, pero me cuelga sin darme oportunidad.

¿Que le pregunte a mi padre?
¿Su esposa?
¿Que nos podamos ver otra vez?

No lo pienso dos veces para llamar a mi padre. Escucho el primer, segundo, tercer pitido... hasta que entra la contestadora.

Habla con Alonso Virella. Ahora estoy ocupado. Si es importante, llama más tarde.

Lo vuelvo a llamar y me pasa lo mismo. Me levanto y me arreglo para ir a la empresa y saber qué carajos es lo que pasa. Cuando estoy lista, tomo un taxi. No sé si soy yo o es que siento durar mil años antes de llegar al edificio de mi padre. Vuelvo a hacer lo mismo que ayer, no me molesto en hablar con nadie. Cuando estoy entrando al pasillo donde está la oficina de mi padre, la secretaria me frena.

-Señorita Virella, disculpe, pero su padre está en una llamada muy importante y me dijo que nadie, pero nadie, lo molestara. Por favor, espere afuera y discúlpeme otra vez.

-¿Tengo cara de nadie? -está por responder pero no la dejo-. No, no la tengo. No me llamo y mucho menos soy NADIE. Eso conmigo no aplica ni hoy, ni mañana, ni nunca. ¿Queda claro?

Solo asiente y se quita de mi camino.

Estoy por entrar cuando siento mi teléfono vibrar. Lo saco de mi bolsillo porque no llevo ni una cartera.

Desconocido: Ves que sí estamos casados. El contrato es muy simple para mi gusto, pero por ahora me bastará, Nymireth.

*Foto*

Abro la puerta de un solo coñazo. Mi padre está al teléfono en la misma posición de ayer. En cuanto me ve, cuelga. Veo el pequeño susto en sus ojos por la manera en la que entré, pero también lo veo desaparecer.

-Alonso Virella, ¿me puedes explicar por qué carajo estaba dormida? Me despierta mi teléfono mientras estaba -repito- ¡DORMIDA! Me está llamando un extraño diciendo que soy su esposa. Me acaba de enviar una foto a mi teléfono de un ¡MALDITO CONTRATO! de matrimonio, cosa que es imposible, porque yo no me he casado con nadie en mi vida. A menos que tenga memoria de corto plazo, y sí, mi memoria es una mierda, pero no como para que se me olvide algo así. Te lo pregunté a ti. Que sea rápido porque quiere verme otra vez. Así que tienes cinco minutos para explicarte. Y espero que sea una gran broma de tu parte, porque tú y yo sabemos que mi paciencia es limitada, y esa limitación se fue al carajo. ¡ HABLA! -le suelto a mi padre.

Mi padre me mira con los ojos tan abiertos como platos. Esta es la segunda vez que le grito -la primera fue en la muerte de mi madre-, pero es la primera vez que lo hago con groserías. Y eso lo asusta un poco. Lo veo tragar grueso y recomponer su compostura.

-Si no quieres la cachetada que no te di cuando tu madre murió, mide cómo me hablas. No estás hablando con cualquiera. Soy tu ¡PADRE!, te guste o no -me suelta, aparentemente molesto. Pero no tiene derecho de estar molesto. La única que tiene derecho a estar molesta soy yo.

-Esa no es la explicación que estoy esperando de tu parte, Alonso -me limito a decir, y veo el dolor de que lo llame por su nombre. Hoy es el último día que lo llamaré "padre" si no tiene una muy buena explicación.

-Porque no tengo absolutamente nada que explicar -me responde tranquilo. Por mi parte, lo fulmino con la mirada-. Ya te lo había dicho. Pero al parecer lo olvidaste. Déjame refrescarte la memoria -aclara la garganta-: "No es una pregunta. Vas a casarte con alguien que viene de una familia con muchísimo dinero, a la cual les debes un favor desde tu nacimiento." Esas fueron mis palabras exactas.

-¿Les debo desde mi nacimiento? ¿En serio? ¿Por qué no solo admites que tienes una deuda tan grande que tuviste que venderme al mejor postor y ya? -le digo, cansada de sus mentiras.

Por favor, ¿cómo le voy a deber algo a alguien desde mi nacimiento?

-Podría jurarte que es verdad lo que te digo, y aun así no me creerías -me suelta con un poco de dolor y resentimiento-. Podría decirte las razones por las que les debes un favor. Igual dirás y pensarás que miento. Como cuando te dije que no sabía del cáncer de Katia, que no sabía su razón para ocultarlo hasta el final -veo cómo sus ojos se llenan de lágrimas que se niega a dejar salir. A mí me pasa lo mismo.




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