Sin Limites

Capítulo 3

"Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón" — Miguel de Cervantes.

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AIDA

8 de mayo del 2019

En clase de dibujo básico cada uno presenta su retrato explicando el porque cada objeto plasmado en el cuaderno nos representa hasta que llega mi turno. Me levanto sintiéndome nerviosa enseñando mi gráfico.

Él profesor Brown observa maravillado mi dibujo y la clase murmura entre ellos señalando en mi dirección ¿Acaso hice algo mal?

— Diseñe una mariposa, ya que refleja lo que más anhelo y es la libertad de explorar territorios desconocidos y fascinantes para mí — culmino con mi corta presentación regresando a mi puesto.

El profesor aplaude ante mi explicación y me pide que deje mi retrato enfrente, extrañada me levanto y lo dejo sobre el escritorio en disposición a los demás.

— Este tipo de técnica es lo que anhelo que todos puedan ser capaz de reflejar, no solo dibujar y trazar líneas porque si. ¿Ven estas líneas? Están muy bien cuidadas y muy bien detalladas, se nota que la joven Smith posee un gran talento; un aplauso para vuestra compañera — pide el maestro y de inmediato me sonrojo cuando todo el curso se llena de aplausos hacia mí.

Puedo notar en algunos sonrisas sinceras y en otros sonrisas falsas como las de mis compañeras rubias de a lado.

Luego de tomar apuntes acerca de la clasificación de los colores de mi segunda clase Color I culmina mi jornada a las 5:00 pm. Esta materia la veo más tarde por motivo que las clases de 12:00 pm hasta las 3:00 pm se encontraban llenas.

Tomo mis cosas y corro por los pasillos apresurándome a llegar a la residencia, con las chicas quedamos ver películas en la habitación. Es algo que me emociona ya que nunca he estado en una pijamada y con ellas se siente que por primera vez estaré en una.

— No puedo creer que haya regresado — escucho a unas chicas murmurar cuando pasan a lado mio.

¿De quién están hablando?

No le tomo asunto a los rumores y continuo con mi camino, al llegar a la entrada de la universidad noto varias motocicletas estacionadas, presiento que las he visto en un lugar el cual no recuerdo, un chico se quita el casco e inmediatamente mi cuerpo se tensa, es el mismo tipo que me guiño el ojo en el parque luego de destrozarle el negocio a ese pobre señor.

Retrocedo en busca de una salida cuando lo veo acercarse a mi, intento correr, pero su mano en mi brazo me lo impide, él sonríe inspeccionándome de arriba hacia abajo.

— Pero que tenemos aquí, es la misma princesita del parque.

— Suéltame — demando.

— ¿Quieres dar un paseo? — señala su moto rodeada de sus compañeros.

— No tengo tiempo — intento que mi voz no se corte, siempre le he tenido pánico a esta clase de gente, me hacen recordar a los pandilleros drogadictos de mi vecindario en Brooklyn.

Él tipo no parece darse por vencido porque comienza a arrastrarme hasta su moto ignorando mis suplicas, me coloca a lado del vehículo esperando a que suba cosa que me niego porque no muevo ningún musculo. Mis piernas empiezan a flaquear del miedo. Estoy realmente asustado y las personas que presencian esta escena no son capaz de hacer algo.

— Estoy esperando — masculla cruzándose de brazos.

— No quiero — mi voz se quiebra.

— ¡Esta bien me cansaste! — Grita y me estruja del brazo obligando me subir, sus compañeros se ríen y se burlan de él.

Suelto un par de lágrimas por el dolor en mi brazo y la fuerza que este tipo ejerce en él. Lo veo alzar su mano y cuando pienso que va a golpearme un chico lo detiene, este posee una vestimenta diferente su chaqueta es verde a diferencia del tipo que es roja.

— ¿Intimidando a chicas Dan? — canturrea el chico alejándolo de mí.

— Este no es tu problema Alex.

— Tienes razón — hace como si lo pensara —. Pero no voy a permitir que trates así a una mujer.

El chico me observa y pregunta si estoy bien a lo que aun acariciando mi brazo afectado asiento.

— ¿Dónde esta tu amo Alex? ¿El muy cobarde manda a su perro fiel? — dice a lo que sus compañeros ríen.

— El muy cobarde no posee un perro fiel — declara esta vez una voz profunda, la misma voz del chico en el restaurante de comida china.

El pelinegro de esa vez se pronuncia colocándose en frente del tipo nombrado Dan, sus ojos caen en mi y me inspecciona un poco antes de reconocerme, con un asentimiento de cabeza me dice que puedo marcharme.

Agradeciéndole abrazo mis cosas asustada y camino entre ellos en busca de alejarme de este lío, pero el tipo parece no darse por vencido porque me toma de la cintura apegándome a su cuerpo.

— Ella es mi chica y ustedes no tienen porque estar aquí.

— Te recordamos Dan, que este es nuestro territorio incluyendo la UCLA — responde esta vez otro chico postulándose a lado del pelinegro —. Por ende, la chica no te pertenece.

— Ya decía donde se encontraría el boconaza de Cris — se mete esta vez otro chico del bando contrario.



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En el texto hay: narcotrafico, boxeo ilegal, romance

Editado: 27.04.2019

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