Cuando me estaba por ir a acostar, recibí un mensaje de Miguel. Distinguí enseguida su pequeña fotografía en la pantalla de mi celular. Allí aparecía él, vestido con su guardapolvo blanco en el hospital donde seguramente había trabajado hasta hacía algún tiempo. Estaba muy guapo. Supongo que era una fotografía antigua en donde todavía era feliz con su familia.
Traté de desbloquear el celular y abrir el mensaje de forma tan rápida que estuve a punto de tirar el teléfono al suelo. ¿Qué querría decirme a esas horas de la noche? Mi corazón latía a toda velocidad dentro de mi pecho. Por un segundo temí que se estuviera comunicando conmigo para cancelar la salida del día siguiente. Por fortuna, no fue así. Me había escrito: Buenas noches preciosa. Nos vemos mañana a las tres.
Me había llamado preciosa. No lo podía creer. Aquello significaba que yo también le gustaba a Miguel. Le respondí enseguida: Que descanses. Hasta mañana.
Agregué un corazón luego de la última palabra que escribí, pero me arrepentí y lo borré antes de enviar el mensaje.
Me recosté con el teléfono en la mano por si Miguel me volvía a escribir, aunque no fue así. Seguramente se habría acostado ya y estaría durmiendo. Me fue venciendo el cansancio y me sumergí en un profundo sueño.
Aquella noche fue la primera en la que no tuve sueños extraños ni pesadillas. Pude dormir toda la noche sin despertarme gritando o invadida por una tristeza inconsolable. No estaba acostumbrada a dormir más de cuatro o cinco horas por noche y se sentía muy bien poder hacerlo.
Esa mañana encontré el celular en el suelo, junto a la mesa de noche. Seguramente lo había empujado de la cama mientras dormía. Revisé que no hubiera sufrido ningún daño y me fijé si Miguel había enviado otro mensaje. Me decepcioné un poco al ver que no había recibido ninguno.
Volví a leer el pequeño intercambio que habíamos tenido la noche anterior y sonreí. Me sentía nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Esperaba no estar malinterpretando la situación y que todo saliera perfecto.
Era bastante temprano por lo que me tomé mi tiempo en arreglarme para esa tarde. Me probé varios conjuntos antes de elegir la ropa que usaría para ese día, pero finalmente me decidí por unos jeans ajustados y una camisa a cuadros de manga larga. Planché mi cabello lo mejor que pude e incluso volví a usar los maquillajes de mi madre, pero esta vez ella me ayudó a pintarme.
No le había dicho que me encontraría con un hombre, pero le había comentado que estaba buscando empleo y supongo que fue a eso a lo que atribuyó mi cambio de imagen repentino. Mencionó que se alegraba de verme mejor y me advirtió que no me desanimara si no llegaba a encontrar trabajo de forma rápida porque el país no atravesaba su mejor momento.
Le prometí que no me iba a deprimir y que intentaría dar lo mejor de mí en las entrevistas. Lo cierto es que en ese momento me traía sin cuidado conseguir o no un empleo. Claro que habría estado bien tener algo de dinero propio, pero estaba más preocupada por mi cita de ese día.
Gracias por acompañarme durante estos quince capítulos. ¿Qué creen que pase con Leda y Miguel? ¿Conseguirá trabajo?
Espero de corazón que estén disfrutando de la lectura y si es así, por favor no olviden votar y comentar.
¡Nos leemos pronto!
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Editado: 05.06.2020