Sin mi ayer

Capítulo 20: Fuego

Me desperté al mediodía sintiendo un gusto amargo dentro de la boca. Parecía que mi cabeza estaba a punto de estallar. Al incorporarme me bajó la presión, pero no quería ni pensar en comer algo. Tenía el estómago completamente revuelto.

Recordé lo que había hecho la noche anterior y desbloqueé enseguida mi teléfono. No tenía mensajes nuevos. Un profundo vacío invadió mi pecho. Al parecer, ya no le interesaba a Miguel en lo más mínimo.

Me lavé muy bien los dientes y luego tomé un baño que resultó reparador. Más tarde bajé a la cocina aún envuelta en una toalla. Encendí la televisión, casi por costumbre, y me serví un vaso de agua con hielo. No me había dado cuenta de lo sedienta que me encontraba hasta que probé el primer refrescante sorbo.

Me preparé una taza de té verde y me senté en la mesa de la cocina a ver las noticias. Me quedé atónita con lo que una conductora del panel del noticiario estaba narrando.

Un incendio aparentemente premeditado se había desatado durante un motín y había acabado por destruir varias alas de la Prisión Nacional. El fuego se había cobrado las vidas de veintidós personas y muchas otras estaban hospitalizadas. Lo más alarmante había sido que entre las víctimas fatales se encontraban todos los que habían sido detenidos por la causa de los prostíbulos y las maternidades clandestinas. Si bien podría haberse tratado de una venganza, lo más probable era que fuese una forma de silenciar a los involucrados para que no dieran más información a la policía.

Me aterraba pensar que había un mundo clandestino que aún no había sido desenmascarado. Habían ayudado a escapar a los más poderosos con un plan extremadamente eficaz, posiblemente pensado hacía años. Aquellos que podían dar información habían sido silenciados con la muerte. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Me preguntaba cuánta gente habría implicada y qué tan grande sería la red.

Imaginé a las pobres chicas secuestradas siendo torturadas, violadas y obligadas a parir solo para quitarles a sus hijos. Lo peor era que si ese negocio funcionaba, era porque había gente que lo consumía. Me preguntaba si al comprar un hijo o el cuerpo de una mujer por unos instantes de placer sabían el daño que estaban haciendo.

Era algo completamente aberrante y si yo había estado en una situación como aquella, prefería que esos recuerdos estuvieran encerrados tras un muro de defensa psíquica. Algunas veces, la verdad es demasiado dolorosa y para escapar del dolor la mente tiene que abandonar la realidad.

No me sentía lista para lidiar con mi pasado. Tenía que proyectar mi mirada hacia el futuro o de lo contrario toda esa carga acabaría por destruirme. No importaba tanto quién había sido como quién podía llegar a ser.

El timbre de las notificaciones de mi celular casi me hace saltar de la silla. Mi corazón dio un salto dentro de mi pecho cuando vi su pequeña fotografía en mi pantalla. Me había enviado la respuesta al mensaje que yo le había escrito después de unas copas de más.

Miguel decía: ¡Qué alegría que hayas encontrado empleo! Estoy muy feliz por ti. Disculpa por no haberte respondido antes. Estuve ayudando a mi hermano con su negocio. Así que parece que yo tampoco estoy desempleado. Es algo provisorio hasta que pueda volver a trabajar en un hospital, pero algo es algo. Mañana es mi día libre. ¿Quieres venir a mi casa a merendar?

A continuación me envió su ubicación, al igual que yo había hecho en mi mensaje del día anterior.

Estaba muy emocionada. Respondí enseguida: Muy bien. ¿A las tres de la tarde te parece bien?

Miguel se tomó unos segundos para responder y finalmente escribió: Perfecto. Prepararé algo rico.

Yo le envié un corazón y una carita sonriente y él me respondió con los mismos símbolos.

Estaba muy emocionada. De pronto, todo parecía ir de maravilla en mi vida social. Por fin tenía amigos y podría tener otra oportunidad con Miguel. Además, las pesadillas ya casi no me acosaban por las noches y si lo hacían, ya había aprendido a no dejar que me afectasen. Por otro lado mi hija se ponía cada vez más hermosa y veía a mi madre más feliz que nunca.

Intercambié un montón de mensajes con Mel contándole lo que había pasado y especulando sobre lo que podría llegar a suceder al día siguiente. Esperaba que todo resultase bien esa vez.




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