Sin miedo a amar

Capítulo 24

William detiene el coche y baja las ventanillas para que entre un poco de aire fresco. Me desabrocha el cinturón y me ayuda a pasar a su asiento. Me siento sobre él colocando mis piernas a cada lado de su cuerpo.

—Creo que deberíamos hablar de nuestros planes de futuro antes de plantearnos nada serio. Pronto voy a empezar la universidad y nunca he tenido una relación a distancia.

—Yo voy a estar aquí cuidando a mi madre, pero eso no significa que no podamos intentarlo.

Tiene razón. Da igual la distancia que nos separe o el tiempo que estemos el uno sin el otro, si queremos podemos conseguir que esto funcione.

Miro sus labios antes de besarlos sutilmente. Aprieta con sus manos mi cintura fundiendo mi piel con su tacto. No puedo pedir nada más para que esta noche sea fantástica.

—Olvídate de eso ahora. Solo piensa en nosotros dos y en todo lo que podemos crear juntos.

William me mira preocupado y le doy un beso rápido en los labios para tranquilizarlo.

—Nunca me has hablado de tu padre —suelta rompiendo el silencio—.

Desde su muerte no he hablado con nadie de ello, ni con mi madre. Supongo que yo sola puedo sobrellevar el dolor que siento al no tenerle a mi lado. William ha vivido mucho tiempo preocupado por su madre, pero él tuvo suerte y ahora ella está bien.

—¿Te ha incomodado mi pregunta?

Niego con la cabeza y separo ligeramente los labios.

—Tuvo un infarto. Le había pasado varias veces antes, pero la última fue la que le quitó la vida —aprieto los ojos—. Siento que, aunque me despedí de él, nunca fue suficiente.

—Él estaría orgulloso de ti, Amanda.

—Lo sé.

—No pretendía incomodarte con mi pregunta —besa la punta de mi nariz haciéndome cosquillas—. ¿Quieres que te lleve a casa?

Niego con la cabeza y me acerco más a él.

—Quiero pasar un poco más de tiempo contigo.

 

Al día siguiente, aunque el sol está escondido entre las nubes, sigue haciendo un calor desorbitante. Dejo la toalla sobre la tumbona y me dejo caer sobre ella. Joel y mi madre se han marchado unos días a un viaje de negocios y mi hermano y yo hemos aprovechado que tenemos la casa para nosotros solos para invitar a nuestros amigos. Esta mañana Evelyn ha llamado al timbre y se ha colado en mi casa para invadir la piscina.

El timbre suena varias veces. Me levanto de la tumbona y camino hacia la puerta. Cuando la abro me aparto sorprendida, John y Ryan entran en casa sin preguntarme si pueden pasar. Detrás de ellos entra William quien me da los buenos días con un dulce beso.

—¿Qué hacen aquí? —mi tono ha sonado más estrepitoso de lo que realmente quería—.

—¿No quieres que esté aquí? —William se muestra sorprendido y cierra la puerta tras él.

—Claro que sí, pero tu padre no está en casa.

—Lo sé. Por eso he venido —me sonríe—.

Entramos en el patio encontrándonos con John que está decidiendo si entrar o no y con Ryan que está atormentando a Evelyn persiguiéndola de un lado a otro de la piscina. William tira de mí y carga todo el peso de mi cuerpo, sin apenas esfuerzo, sobre uno de sus hombros. Corre veloz hacia el borde de la piscina, pero se detiene un momento para mirarme. Intento suplicarle que no lo haga, pero ambos caemos con la ropa puesta en la piscina.

Nado rápidamente hacia la superficie y me limpio el agua de la cara para poder encontrar a William. Me deslizo por el agua hacia él y golpeo su pecho mientras le echo la bronca por lo que ha hecho. Consigo que empiece a reírse a carcajadas, algo que me encanta.

Rodeo su cintura con las piernas y poso las manos sobre sus hombros con intención de besarle, pero los gritos de mi amiga se escuchan por todo el patio llamando nuestra atención. Evelyn nos rodea para llegar a Ryan. Se acerca a él en silencio y pone las manos sobre sus hombros intentando hundirlo. Finalmente lo consigue, aunque creo que él se está dejando vencer.

—Por tu culpa estoy empapada —le reprocho—.

—Eso tiene arreglo —dice señalando mi vestido—.

Juega un poco con él y me lo quita deslizándolo por mi cuerpo. William traga saliva y lo mira detenidamente.

—Ese bañador…

—¿No te gusta? Lo compré hace unos años y aún me cabe. Sigo teniendo el cuerpo de una adolescente de quince años.

William asiente y se sumerge en el agua. Empiezo a reír, pero él tira de mi pierna y vuelvo al agua. Evelyn chilla pidiendo ayuda ya que es Ryan el que intenta ahogarla ahora. Nos reímos y vamos en su ayuda. Yo cojo a mi amiga y la aparto de él.

William se echa sobre Ryan y le hunde. John se une a ellos y entre los tres organizan una pelea de agua.

Evelyn señala las toallas y me indica con la cabeza que salgamos de la piscina. La sigo por detrás hasta las tumbonas y alcanzo mi toalla. Rodeo mi cuerpo con ella y observo cómo hacen peleas dentro del agua.

—Ryan es un bruto —gruñe—. Espero que su visita sorpresa no dure mucho.




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