Sin miedo a amar

Capítulo 28

Manuel da una última brazada y sale de la piscina. Coge la toalla y se sienta en la tumbona que hay a mi lado.

—¿Qué tal lo pasaste ayer?

—Bien —apoyo las piernas sobre mi pecho y las rodeo con mis brazos—. Tengo que contarte una cosa.

—Soy todo oídos.

No sé cómo decírselo, ni tampoco cómo se lo tomará.

—Anoche vi a Ismael.

Mi hermano deja caer la toalla al suelo y me mira atentamente.

—¿Estás hablando en serio? ¿Dónde?

—William y yo fuimos a un bar por aquí cerca y allí estaba él.

—¿Sabes por qué está aquí?

—Creo que está preparando un negocio con Joel.

—¿Nuestro Joel?

Asiento provocando que se escape un suspiro de su boca.

—No sé por qué me sorprendo. No se ha preocupado por mí en nueve años que llevo sin verle.

Puedo ver en sus ojos cómo empieza a resurgir el rencor y la decepción. Aunque intente ocultarlo sé que no está bien. A mi madre y a mí nos cuesta mucho sonsacarle las cosas para que nos diga todo lo que pasa por su cabeza, aunque muchas veces se ahorra información.

Me levanto de la tumbona y me siento a su lado. Envuelvo su espalda con mi brazo y lo acerco a mí trasmitiéndole mi apoyo.

—No le necesitas. Siempre hemos sido nosotros tres contra el mundo —le obligo a mirarme—. ¿Te acuerdas?

—Sí —suspira—. No sé qué haría sin ti.

Besa mi frente y se levanta. Camina hacia la puerta, pero se gira para decirme una cosa antes de entrar en casa.

—Gracias por todo, hermanita, te quiero.

—Y yo a ti.

 

Enciendo el ordenador y en la pantalla aparece la cara de Evelyn. Poco después se une Rebeca, quien es la primera que se anima a contarnos qué tal le está yendo. Veo algo extraño en su muñeca, pero Evelyn se adelanta y le pregunta por ello.

—¿Es un tatuaje? —chilla emocionada al ver el dibujo que cubre la muñeca de nuestra amiga—.

—No es nada. Me tatué sus nombres para llevaros siempre conmigo.

Las dos le mandamos un beso por la cámara ganándonos una sonrisa por su parte.

—Amanda. Hemos dejado una habitación libre para cuando te animes a mudarte.

—Espero pronto estar allí, pero antes tengo que arreglar unos asuntos aquí.

—¿Esos asuntos son William?

Abro los ojos sorprendida y miro furiosa a Evelyn. Tiene suerte de que nos separa una pantalla si no ya le habría dicho unas cuantas cosas.

—Estamos empezando. Todavía no es nada serio.

—¿Estas dispuesta a tener una relación a distancia?

—Creo que sí.

—¿Y tú qué? —le digo a Evelyn para cambiar de tema—. Me han dicho que últimamente estás muy unida a Ryan.

Evelyn se sonroja.

—Creo que quiere algo más conmigo.

—¿Te vas a acostar con él? —decimos las dos sorprendidas.

Ella niega con la cabeza y nos saca la lengua.

—Digo una relación.

Rebeca y yo reímos y le pedimos perdón. Rebeca corta la videollamada antes de tiempo y solo quedamos Evelyn y yo en la conversación.

—Tengo que irme, pero nos vemos esta noche en la feria, no llegues tarde.

—No te preocupes, adiós.

Nos despedimos, apago el ordenador y me arreglo un poco.

William me envía un mensaje diciendo que ya está afuera.

Cojo una chaqueta fina del armario y salgo de casa a toda prisa. William me espera fuera del coche con los brazos cruzados sobre el pecho. Corro hacia él y me acerco hasta sus labios para besarlo.

Dejamos su coche aparcado en la puerta de casa y caminamos hasta la feria. Hay mucha gente cuando llegamos. Pasamos al lado de un puesto de algodón de azúcar y compramos uno para los dos. Arranca un poco de algodón y lo posa sobre mi lengua.

Nos encontramos con nuestros amigos y continuamos paseando por la feria. William está hablando con John mientras que delante de nosotros van Evelyn y Ryan cogidos de la mano.

Montamos varias veces en la noria y conseguimos un peluche gigante en uno de los puestos. Lo llevo entre mis brazos, pero no puedo ver por dónde voy. William me lo arrebata y lo lleva él hasta el siguiente puesto donde se ha detenido Evelyn.

—Nosotros nos vamos ya.

Evelyn suelta la pistola de agua y nos mira.

—¿Tan pronto?

—Estamos cansados y tengo que llevarla a casa.

Nos despedimos de ellos y de John y caminamos hasta el coche. Observo detenidamente a William y al peluche que lleva sobre el cuello. Nuestras miradas se cruzan y noto cómo me sonrojo al instante. Libera una de sus manos para coger la mía y acercarme a él.




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