El timbre no ha parado de sonar desde que William y yo hemos llegado después de nuestra escapada al cine. Subimos directamente a nuestras habitaciones para arreglarnos antes de que lleguen el resto de los invitados.
Una vez arreglada, bajo las escaleras y entro en el salón. Localizo a mi madre que se mueve entre la gente ofreciendo copas de champán. Me sorprende como Joel ha conseguido que todos nuestros conocidos acudan a esta reunión.
Arreglo mi vestido y agarro una de las copas de champán de la bandeja. Joel está al fondo de la sala junto a Rafaela y otros invitados. Manuel llega a mi lado y me quita la copa de la mano. Detiene su mirada en mí y se bebe todo el contenido.
—Gracias —ruedo los ojos y le miro cabreada—.
—La necesito.
—¿Todo bien con Ismael?
—Aún es pronto para decirlo.
Mamá se acerca a nosotros y nos coge a ambos del brazo para acercarnos a donde se encuentran Joel y Rafaela. Delante de ella hay un carrito. Me asomo y observo al lindo bebé que se encuentra dentro.
—Se llama Zendaya.
Le pido permiso y la cojo entre mis brazos. Juego un rato con ella mientras mi madre termina de saludar al resto de los invitados. Mis abuelos entran en el salón y me buscan entre la multitud. Dejo a Zendaya en su carrito y corro a abrazar a mi abuela.
—¿Dónde se habían metido?
—Tu abuelo y yo hicimos una escapadita a Londres. Debes ir. Está genial —sonríe mi abuela sacando un souvenir del bolso.
Mi madre señala el sofá, pero mi abuela se niega a sentarse.
—No me trates como si fuera una anciana. Te recuerdo que aún puedo moverme.
Para demostrárselo mi abuela empieza a hacer pasos de baile exagerados llamando la atención de todos. Mi madre insiste y consigue convencer a mi abuela para que se siente y la acompaña al sofá. Joel les sigue, pero se detiene a hablar con sus amigos.
Solo quedamos mi abuelo y yo. Se acerca a mí y me envuelve entre sus brazos mientras acaricia mi cabello.
—Has tomado una gran decisión.
—¿A qué te refieres?
—Tu madre nos lo ha contado. Sabía que llegarías alto —besa mi frente y su bigote roza mi piel—. Estoy muy orgulloso de ti y estoy seguro de que si tu padre estuviera aquí también lo estaría.
—¿Pero de qué estás hablando abuelo?
—La universidad.
Me quedo paralizada y mi mirada se dirige automáticamente a mi madre. Ella no muestra ningún signo de cabreo y si se hubiera molestado al descubrirlo me lo habría dicho.
—¿Te ha dicho algo más?
—No.
William aparece en el salón y me fijo en cómo va vestido. Lleva puesto un traje negro y una pajarita roja. ¡Está tan guapo! Siento cómo las piernas me tiemblan y si no fuera por mi abuelo ya estaría en el suelo. Se dirige hacia donde estamos nosotros. Saluda a mi abuelo y estrecha su mano. Nuestras miradas se cruzan por un segundo y suelto un suspiro cuando tiende su mano. Tardo un poco en reaccionar, pero poso mi mano sobre la suya.
—Amanda me has dejado sin palabras —me mira de arriba abajo—. ¡Estás preciosa!
¿Está bien que actuemos así delante de nuestros padres? No hay ningún lazo de sangre que nos una y nos impida estar juntos, pero no sabemos cómo van a reaccionar ellos y eso es lo que me da más miedo.
—¿Me acompañarían un momento?
Miro a mi abuelo esperando su aprobación. Él asiente y besa mi mejilla antes de marcharse con mi abuela y mi madre. William mira para todos lados antes de guiarme por el pasillo. En el camino cruzo mi mirada con la de Gina que está en la cocina con Pedro. ¿Qué hace él aquí?
—¿Ha venido tu madre?
Se para en seco y se asoma a la cocina. Pasa rápidamente y coge del brazo a su madre. Cuando ve su expresión la suelta rápidamente y se disculpa.
—¿Qué haces aquí?
—Margarita me ha invitado y no he querido rechazar su oferta.
—Aún no estás bien.
Gina entorna los ojos e intenta descifrar por qué su hijo está actuando así.
—Cariño, estoy bien.
—¿Segura?
—Segura.
Sé que él está preocupado por lo que pueda pasar con Joel. Creo que Gina ya ha pasado página y no necesita alejarse de él, ni tampoco necesita que su hijo se separe de su padre. Por la conversación que tuvimos ayer sé que ella no le guarda ningún rencor a su ex marido. Ella se alegra por él, pero William no parece entenderlo aún.
—¿Por qué ha venido él?
Señala a Pedro. Por primera vez desde que hemos entrado levanta la vista de su copa y mira a William.
—Es mi amigo.
—¿Un amigo? —William aprieta los labios y se piensa bien sus palabras antes de decir nada que pueda ofender a su madre—. No me engañes. Le he visto besarte.
Pedro intenta hablar, pero Gina le detiene y mira a su hijo.