Dejo la taza vacía sobre el fregadero. Camino de vuelta a la habitación y me tumbo en la cama. William sigue dormido, pero tengo que despertarle si no quiero llegar tarde al aeropuerto. Me acerco a su cara y beso la punta de su nariz. Abre poco a poco los ojos y sonríe. Me atrapa con sus brazos y me acerca más a él.
—Mi vuelo sale en dos horas. Tengo que irme ya.
Él pilla la indirecta y sale disparado de la cama al armario. Se arregla rápidamente y coge las llaves del coche.
Manuel esta mañana me ha traído mis maletas y entre los dos las hemos metido en el coche de William. Siempre viene bien que deje las llaves en el mismo sitio, es fácil encontrarlas.
Salimos del piso y subimos al coche. William pone el motor en marcha, pero no tardamos en detenernos. Hay mucho tráfico por la ciudad. Va a ser difícil que llegue a tiempo al aeropuerto.
William intenta sacar una conversación que me mantenga alejada de mis pensamientos, pero es imposible. Quiero aclarar las cosas con mi madre, no quiero irme sin despedirme de ella.
Aparcamos en el aeropuerto. Se baja el primero y abre el maletero para coger mis maletas. Entramos y esperamos en la sala de embarque. William ha comprado dos cafés y un dulce para que pueda comerlo en el avión.
El vuelo es bastante largo, pero me ha prometido que cuando llegue me va a llamar para comprobar que he llegado bien. Rebeca también está emocionada al saber que ya voy con ella.
—Cariño.
Ambos levantamos la mirada. Mi madre se limpia las lágrimas y se acerca a mí. Me levanto y rodea mi espalda con sus brazos. Me aprieta más fuerte de lo que mis pulmones pueden soportar.
—Mamá tengo que respirar.
—Perdón.
—Pensaba que estabas cabreada.
Ella niega con la cabeza y me mira.
—Lo que has hecho está mal, pero no quiero que te marches sin despedirme de ti.
—Lo siento mamá. No queríamos ocultarles, pero sabíamos que reaccionarían así.
Posa su mano sobre mi cabello y lo acaricia. William se levanta de su silla y se pone enfrente de nosotras.
—¿La vas a cuidar?
—Como si fuera el tesoro más preciado de este mundo. No tiene por qué preocuparse.
Mi madre sonríe y abraza también a William.
—Cuando llegues mándame un mensaje.
Asiento y la abrazo por última vez. Cojo mi maleta y los dos me acompañan hasta las escaleras. Me acerco a William y junto nuestros labios por última vez.
Se me parte el corazón cuando veo como se alejan hasta desaparecer por completo de mi vista. Paso el control y facturo mi equipaje. Recojo mi bolso y camino hacia la terminal. Le doy el billete a la chica y me deja pasar. Ya sentada en el avión miro por última vez mi ciudad. No quiero olvidarme de todo lo que dejo atrás, pero debo pensar en la nueva vida que me espera en la ciudadela universitaria. Cierro los ojos para descansar un poco durante el viaje y en sueños revivo una y otra vez nuestra despedida.