Sin miedo a amar

Final

William

—¿William? —la voz gruesa de mi padre resuena a mis espaldas.

Permanezco con los ojos cerrados y centro toda mi atención en sus pisadas que se detienen cuando se sienta a mi lado. Todavía no sé porque lo he llamado, pero Amanda tenía razón, tengo que hablar con él para poder respirar tranquilo y quitarme esta presión que siento por dentro.

Lo he citado en el único lugar en el que me siento seguro, aquí soy fuerte y no le tengo miedo. Esta es mi zona de confort y también el primer lugar en el que estuve con Amanda cuando más la necesitaba. Cada vez que vengo no puedo parar de pensar en ella y lo preciosa que estaba aquella noche bajo la luz de la luna.

Abro los ojos y tardo un poco en acostumbrarme a la luz del sol. Mi padre o ha dicho nada desde que se ha sentado, supongo que es mi turno.

—¿Crees que las personas cambian?

—Yo creo que sí, ¿y tú?

Lo miro, pero no respondo a su pregunta porque mi mirada lo dice todo.

—William, sé que nunca he hecho nada bien contigo. Me encerré en mi trabajo para darles un futuro mejor y lo único que conseguí fue discutir con tu madre y que todo mi mundo se desmoronara por momentos. Creía que lo estaba haciendo todo bien, trabajando para darles lo mejor, pero eso solo me distanció de tu madre y de ti. Tal vez lo debería haber hecho todo de una manera diferente, sé que te hice y te he hecho mucho daño. Soy una persona horrible.

—Agradezco que seas sincero conmigo, pero nada de eso justifica que cuando las cosas te salían mal lo pagaras conmigo. Antes me pegabas para acabar con tu frustración y te tenía miedo, pero ahora no papá, ya no me haces daño, lo único que consigues es que tenga más razones para alejarme de ti.

—Ya no soy así.

—¿Ya no eres así, estás seguro? Ah, espera. Me olvidaba que estabas borracho aquella noche.

—¿De qué estás hablando?

—Hace cinco meses intentaste pegarme cuando hablamos de mamá, llevabas tiempo sin pegarme y el problema es que volviste a intentarlo. Nos prometiste a todos que eras un hombre nuevo y que habías cambiado, pero a mí no me engañas. Sigues pagando tu dolor con los demás, al igual que yo, por desgracia eso es algo que aprendí de ti.

—¿Entonces no vas a aceptar mis disculpas?

—No te quito más de tu privilegiado tiempo, te puedes ir.

—William… —suena arrepentido, pero eso a mí ya no me vale.

Se levanta en silencio y se marcha por el mismo camino por el que ha venido. Ahora todo esta tan calmado, la brisa me golpea con fuerza y me siento en paz. Es como si me hubiera quitado un gran peso de encima al hablar con mi padre, no creo que nos volvamos a ver en un tiempo, pero nunca pierdo la esperanza de que cambie de verdad.

Mi historia con mi padre es muy larga, pero de momento aún no estoy listo para perdonarlo, ahora simplemente me da pena por todo lo que ha perdido. Nunca lo he odiado, lo único que hacía era preguntarme día a día porque me trataba así. Llegué a pensar que tal vez era mi culpa, pero nunca lo fue. A veces confiamos en que las personas pueden cambiar y ser diferentes, pero cuando no ocurre la decepción es peor de lo que imaginabas.

 

FIN




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