Sin Mirarte Ni Tocarte

ISABELA

El suave sonido del despertador me hace abrir los ojos, con algo de pereza estiro mi brazo buscando el interruptor para, silenciar la alarma tanteando buscando el interruptor lo encuentro y la apago. Me levanto de la cama sentándome, en el filo de la cama estirando los brazos hacia arriba soltando un bostezo, me pongo en pie miro mi habitación la poca luz entrando a través de la cortina. Acercándome a la ventana, muevo ligero la cortina mirando fuera de mi habitación, observando las nubes algo grises, algunos autos circulando y personas corriendo por la acera.

Vuelvo hacia mi armario, saco algo de ropa colocándola sobre la cama. Desvistiéndome sujeto una toalla blanca y la envuelvo alrededor de mi cuerpo, junto a mi ropa interior me dirijo hacia el baño para ducharme. Vivo sola en este pequeño departamento, lo arriendo desde hace dos años desde que mis padres se fueron de este mundo dejándome sola, ellos tuvieron un accidente de tránsito que les cobra la vida. He logrado mantenerme durante este tiempo, a pesar de haber perdido nuestra después del fallecimiento de mis padres debido a una hipoteca, que teníamos con el banco. Pero mis padres no me desampararon, me dejaron una póliza de seguro con lo cual he salido adelante, también me gane una beca para seguir estudiando aquí en la Universidad y tengo un trabajo de medio tiempo como mesera en una cafetería, es poco lo que gano, pero me ayuda a mantenerme.

Entro a la ducha y el agua calienta cae sobre mi cuerpo mojándome por completo, salgo de ducharme después de quince minutos, secando mi cuerpo y mi cabello regreso a mi habitación a vestirme con un vaquero con rasgaduras en las rodillas una blusa blanca y con una chaqueta amarilla, con zapatos que combina bien. Peino mi cabello dejándolo suelto, tomo mi mochila y mi cartera de mano guardándola en la mochila salgo de mi cuarto dejándolo con llave voy para la universidad. Nunca desayuno en casa, siempre lo hago en la Universidad además no me encuentro lejos de ella tanto solo vivo a tres kilómetros de ella.

Caminando en dirección a la Universidad, miro a otros jóvenes universitarios que circulan en mi misma dirección unos van juntos en grupo, otros de parejas de enamorados caminan sonrientes muy acaramelados tomados de las manos o abrazados. Ver ese tipo de relación me molesta un poco, por la razón de que ninguno de los chicos de mi edad me hace, sentir especial, ninguno me llama la atención. No entiendo porque será. Será que ahí afuera hay alguien especial para mí, si es así me gustaría conocerlo para poder sentir ese sentimiento llamado amor entre un hombre y una mujer, pero… ¿Dónde está esa persona? ¿Dónde?

Sumida en mis pensamientos el claxon de un auto, me saca de ellos miro mi cabeza hacia un lado para observar el auto de Elizabeth. Baja el cristal mirándome atenta –Isabela sube –pide ella amable, me acerco al auto abriendo la puerta entrando al auto.

–Hola Eli –le doy un beso en la mejilla. Elizabeth es una chica de mi edad, tiene el cabello rojizo con rizos, ojos azules con unas ligeras pequitas en los pómulos es una chica muy linda y mi mejor amiga desde que iniciamos la universidad en la carrera de medicina.

–¿Por qué nunca me esperas en tu casa? –me pregunta arrancando el auto.

–Sabes que me gusta caminar –le respondo.

–Eso no es impedimento, para esperar a tu amiga un poco de tiempo e ir más cómoda a la Universidad. –se detiene en los semáforos tras una buseta pequeña.

–La última vez que hice eso, te habías quedado dormida y llegue atrasada a clases –respondo.

–Solo fue esa vez –dice.

El semáforo cambia a luz verde, seguimos avanzando entrando a la Universidad dejando el auto en el estacionamiento, para estudiantes bajamos del auto dirigiéndonos al edificio de nuestra facultad. Pero antes me detengo en la cafetería a comprar algo de comer, antes aquí abren desde muy temprano.

–Buenos días, –saludo a la señora Cecilia que atiende aquí, es una señora de unos cuarenta años supongo no le he preguntado es alta con el cuerpo ancho y el cabello largo lacio –señora Cecilia lo de siempre.

–Ya lo tengo listo –responde con su sonrisa amable extendiéndome mi tostada de queso y jamón con un batido junto a unas mentas.

–Se lo agradezco mucho –tomo mi orden sentándome en la mesa cercana.

Eli se junta a mi sosteniendo una botella de agua destapándola dando un sorbo –deberías comer en casa –me dice mirándome cerrando la botella.

–Sabes que no tengo mucho tiempo, para cocinar –doy un mordisco a mi tostada y un sorbo a mi batido.

–Tu solo descansas cuando llega el fin del semestre. Pero igual te la pasas, solo trabajando. Te dije que podría hablar con mi mamá para que trabajes menos –habla Eli.

–No quiero abusar ustedes ya han hecho mucho por mí. –termino de comer, saco una menta y llevo a mi boca para refrescar mi aliento.

Los padres de Elizabeth me han, ayudado estos dos años son ellos los que financia mi beca universitaria, la mamá de Elizabeth me ayudo con el trabajo en su cafetería es muy popular en la ciudad, a pesar de que ella trabaja como odontóloga y su padre es abogado. No me quiero aprovechar de su buena voluntad.

–Claro que no –dice ella nos dirigimos a la salida de la cafetería esta vez en marcha al edificio –tu sabes que ellos te quieren mucho, te tienen mucho aprecio –entramos al elevador, presiona el botón para el quinto piso al salir notamos a otros estudiantes a fuera de las aulas conversando animadamente, caminamos hasta el fondo del pasillo donde se encuentra nuestro salón. Entramos sentándonos en nuestros lugares, Eli se ponen a revisar sus redes sociales, pero más el Instagram que es su vida siempre postea fotos cada tres días.




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