Sin Mirarte Ni Tocarte

ISABELA

Saliendo de la universidad, me dirijo hacia mi cuarto para cambiarme e irme a trabajar no estoy yendo junto a Eli porque al parecer tiene algo más importante que atender, un chico que conoció hace dos días y la tiene bien entusiasmada. Solo espero que no salga lastimada. Avanzo por la vereda mirando a los autos recorrer por la carretera, hace un fuerte sol por que entro a una heladería y me compro uno de chocolate y vainilla, sigo caminando hasta que llego al lugar donde vivo. Subo hasta mi piso terminando de comer, mi helado aún tengo tres horas para ir a trabajar.

Me quito el uniforme cambiándome por un short y una camiseta, me dirijo hacia la cocina a prepararme algo de comer reviso mi refrigerador encontrando un pedazo de pechuga de pollo, en la alacena tengo un poco de tallarín. Me preparare un tallarín con pollo, pongo a cocinar el pollo y otra olla dejando hervir agua para el tallarín, mientras tanto sigo picando los vegetales. De tanta practica parece que me he vuelto inmune, a las cebollas ya no lloro cada vez que las picaba. El agua está hirviendo coloco el tallarín, preparo el refrito. Un largo tiempo después reviso el pollo y está listo, lo desmenuzo en trozos más pequeños, mezclando todo en un solo recipiente me sirvo un plato para comer.

Veo la hora en mi celular, ya no queda mucho tiempo cepillo mis dientes cambiándome a una ropa más casual, saliendo hacia mi trabajo. Subo a un taxi que me deja justo a tiempo, entro encontrándome con la gerente la señora Camila es una mujer de unos treinta y cinco años es algo estricta, y no soy de su completo agrado siempre me está retando. Más porque soy algo cercana a la señora Fernanda dueña de este local, la señora Camila llega hasta a mí.

–Estas retrasada –dice con el tono de voz serio, clavándome una gélida mirada.

Miro el reloj de la pared –falta diez minutos, para mi hora de ingreso –digo tranquila –ahora si me disculpa me voy a preparar. La dejo de pie avanza hacia, la habitación de empleados salgo puesta un delantal negro, una camisa blanca con un lazo atado en mi cuello. Voy directo a la cocina, donde me piden dejar unos pedidos en la mesa ocho, tomo las tres tazas de café con las rebanadas de pastel de tres leches, en mi charola. Salgo en dirección a la mesa donde se encuentran tres señoritas dialogando cómodamente –buenas tardes –saludo amablemente interrumpiendo su conversación lo cual hace que me miren, de una manera seria nada agradable. Omito sus miradas dejando sus pedidos, tomo la charola pegándola hacia mi abdomen lista para retirarme.

–Alto –escucho a una de ellas, me regreso.

–Dígame –hablo suave.

–Pedimos café con leche y tres rebanadas de pastel de chocolate –dice la chica pelirroja.

No me pongo a discutir, con solo mirar a estas chicas todo mi cuerpo me dice problemas, además de que me están tomando el pelo con los pedidos claramente en sus rostros noto que me están mintiendo con respecto a los pedidos. Sin objetar nada, vuelvo a la mesa tomando los pedidos, sobre la charola y me dirijo hacia la cocina a preparar el café con chocolate y sus rebanadas de pastel también de chocolate. 

–¿Qué paso? ¿Por qué regresas con los pedidos? –me pregunta el cocinero, que a quien no le gusta hacer otro pedido diferente para una misma mesa, que ya ordeno es algo que le molesta en gran medida.

–La historia de siempre –contesto mirándola, y pone una cara sería nada agradable –no se preocupe yo me encargare de esto –continuo. Y él se va a seguir preparando otros pedidos. Terminado de preparar el café con leche y las rebanadas de pastel, colocándolas todo en la charola salgo de la cocina en dirección a la mesa ocho con los pedidos. La llegar ellas tres se me quedan mirando de manera distintiva –sus pedidos –comienzo a dejarlo sobre la mesa, dejado todo nuevamente me retiro. Al dar media vuelta, al segundo paso nuevamente me detienen.

–De nuevo te equivocas –escucho decir.

Me vuelvo hacia ellas –¿en qué? –pregunto.

–Nosotras solo habíamos pedido, un café simple con pastel de tres leches –habla la pelirroja.

–Disculpé, pero les traje eso al inicio y no lo quisieron. No voy a traerlo de nuevo. Permiso. –intento irme hacia la cocina para otros pedidos.

–Acaso no sabes que el cliente, siempre tiene razón –habla pelinegra –trae nuestros pedidos ahora –levanta la voz llamando la atención de ciertas personas dentro de la cafetería.

Las tres se levanta encarándome, en eso llega la señora Camila que me mira con mucho enojo. La verdad no es que me importa, siempre se me queda mirando de esa manera, centra su atención en las tres chicas que alzaron el alboroto –¿Qué sucede aquí? –pregunta de manera cordial, a pesar de que no lo parece.

–Esta camarera de cuarta, que se equivoca con nuestros pedidos –habla la pelirroja faltándome el respeto, en los ojos de la señora Camila noto un brillo de satisfacción, al escuchar con me insultan –y no los quiere corregir.

–Disculpen señoritas, en seguida les traerá sus pedidos –dice la señora Camila, ahora se dirige hacia mí de manera seria –Isabela ve hacia la cocina, y trae sus pedidos.

–No lo voy hacer, les traje su pedido real inicio y luego lo cambiaron por otro. Lo hice y pidieron el primer pedido, no lo volveré hacer.

Se para frente de mí –tú estás aquí para obedecer, las ordenes de los clientes así que ve a la cocina y trae sus pedidos –habla de manera dura.




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