Mi deseo por tenerla, sentirla, verla se vuelva más intenso. A pesar de que me digo que no debo acércame a ella, no puedo hacerlo mi anhelo por ella es tan grande que me impide pensar claramente solo pienso, en estar a su lado. Desde nuestro primer encuentro, no he dejado de pensarla solo tengo su imagen en mis pensamientos es el único lugar seguro, donde puedo verla por completo, aunque solo son imágenes de su primera vida de los días antes de que yo la condenara a este calvario. No puedo perdonarme lo que le hice, todo el dolor que ha experimentado hasta hoy es por mi culpa.
Nuestro primer encuentro en esta vida que ella sigue, sentí que mi corazón latía con ferocidad por dirigir mi mirada hacia ella, de poder tocarla, besarla y no puedo hacer nada de eso. Y desde ese día la he seguido a la distancia, sin que ella pueda percibirme se donde trabaja, donde vive, donde estudia. Puedo decir que estoy obsesionado con ella, que solo me conformo con ver el brillo de su alma que me da la paz que necesito y la confianza en creer que esta vez todo saldrá bien, la he seguido a todos lados incluso al hospital donde realiza sus prácticas. Lo único que no me gusta de ese lugar, de ese hospital es que tiene cierta persona que no me es agradable he visto como se dirige a ciertas enfermeras, pacientes mujeres incluso a Isabel y su amiga.
El sábado que estaba mirando de lejos a Isabela, note los ciertos comportamientos de ese médico, aunque tengo los ojos cerrados por seguridad sentía claramente esos sentimientos desagradables de ese doctor. Tanto que tuve que intervenir, cuando Isabela salió de su turno la manera en que ese tipo la trato, como se dirigió a ella me hizo arder en cólera al punto de que quería romperle la mano con la que apretaba el brazo de Isabela. Para olvidar ese momento que vivió la deje conducir mi auto, fue algo divertido ver como se trababa cada vez que intentaba avanzar o cambiar la marcha, pero aprendió rápido los momentos que pase con ella en ese lugar los tengo bien presentes.
–En que piensas –Lucas me saca de mis pensamientos.
–Nada importante –miento dejo la pesa secando un poco el sudor.
–Estas raro sabes. ¿Qué te paso? –habla Lucas que sigue ejercitando los hombros en la máquina de multifuerza.
–Bueno, pasa que… –hago una pausa –quiero encontrar esa corona lo más rápido posible –digo para desviar su atención.
–Ahg… –da el último jalón en la maquina devolviendo la pequeña barra y cable a su lugar –no piensas nada más que en esa corona. En fin –suelta un resoplido –eh avanzado un poco en la búsqueda. Desde hace dos semanas han ingresado, varios artículos de arte y antigüedades.
Sus palabras llaman mi atención –dime –digo confianza.
–Bueno, hay diecisiete personas que han adquirido obras de arte y objetos antiguos –dice seguro. –Pero reduje la brusquedad a nueve personas, que probablemente tengan que ver con tu dichosa corona.
–Eres el mejor –digo con ánimo.
–Ya lo sé –dice con orgullo –en fin, seguiré investigando para reducirte más la lista.
–No importa, dame esos nueve nombres. –digo con más ánimo.
–Tu no cambias –dice alejándose un poco tomando su celular en lo que me llega un mensaje –ahí están todos los datos que necesitas. –me lanza una botella de agua.
–Genial –digo abriendo la botella bebiendo más de la mitad de agua y volviendo a levantar la pesa. Estoy cerca de poder salvarla, esta vez será diferente.
–Estas más motivado –dice Lucas al verme levantar con vigor la pesa no presto atención a sus palabras y continúo levantando la pesa.
–Lucas –escucho la voz de Elizabeth, por lo que si ella está aquí significa que también lo puede estar Isabela.
–Hola cariño –habla Lucas y escucho como se dan un beso.
Mantengo la pesa en el aire, colocándola en el sitio y rápidamente cerrando mis ojos este encuentro me tomo por sorpresa incluso porque estaba tan emocionado al pesar que pronto podía encontrar al coleccionista que tiene la corona.
–Hola Daniel –saluda Elizabeth dando un beso en mi mejilla.
–Hola –digo manteniendo mis ojos cerrados.
–De nuevo con los ojos cerrados –continua ella.
–E Isabela –digo con tono preocupado.
–No está aquí, este de turno en la cafetería –dice ella.
A lo que siento un alivio, resoplando un poco de aire abro ligeramente mis ojos que se conecta con los de Elizabeth a lo que ella me queda mirando atenta –tienes ojos lindos –dice ella a lo que noto como Lucas se pone tenso.
–Hey sigo aquí –dice molesto.
–Tranquilo amor, sabes que te quiero a ti –dice dejando un casto beso en su mejilla. –deberías usarlos –continua.
–Siempre los usa –interviene Lucas –hace poco que empezó a mantenerlos cerrados.
–Tiene que ver con Isabela –dice interrogante Elizabeth –el otro día me dijo, que la hiciste conducir tu auto, aun sabiendo que no sabía conducir.
–Pero aprendió –replico.
–Sí, pero… –hace una pausa observándome –¿Por qué la hiciste manejar? Si claramente tu podías hacerlo.
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Editado: 07.06.2022