Sin Mirarte Ni Tocarte

ISABELA

Miro a Daniel arrimado junto la puerta del auto, en un tono pensativo como si dudara en la decisión que tomara. Lucas conduce llegando hasta la ciudad y se dirige directo a un edificio grande supongo que aquí es donde ellos viven.

–Aquí será un lugar ideal para hablar –dice Lucas –También quiero saber muchas cosas Daniel –adquiere un tono fuerte y serio.

Daniel baja del auto caminando hacia el edificio, todos nosotros lo seguimos bajando del auto mientras Lucas activa la alarma del auto. Camino detrás de él a dos pasos de distancia, se dirige por las escaleras no toma el ascensor demorándonos un poco en llegar hasta su piso, donde entra encendiendo las luces dejando ver un lugar bien acogedor amueblado con una gran vista a la ciudad. Toma asiento en uno de los muebles, manteniendo sus ojos cerrados con una actitud si decir la verdad o guardar silencio, me siento frente a él del mismo modo lo hacen Elizabeth y Lucas.

–Bien Daniel, nos vas a decir las cosas –habla Lucas.

–No es sencillo –dice con la voz suave –creo que es mejor que ustedes no sepan…

–Nos dirás la verdad Daniel. Si es que es tu verdadero nombre –lo interrumpo. Esa mención hace que él se estremezca y Elizabeth y Lucas me miran confundidos.

–¿A qué te refieres? –dice Eli.

–Te equivocas en eso Isabela. Daniel es su nombre lo sé porque eh visto sus documentos –interviene.

–No es su verdadero nombre ¿cierto? –me dirijo a él –esta tarde te escuche hablando con un sujeto que se me hace familiar y no se ¿Por qué? Pero sé que lo conozco al igual que te conozco a ti.

Suelta un gruñido, levantándose caminando hasta la ventana y se detiene ahí –Isabela –dice mi nombre con un tono suave –créeme que todo esto es por tu propio bien, para protegerte.

–Eso incluye que no me mires, eh evites que te toque –suelto directo.

–Todo esto es por proteger, por tu bien –vuelve a decir.

–Pues si lo que dices es cierto. Dime la verdad pues eso me hará sentir bien y me sentiré protegida –digo casi suplicando para que me cuente la verdad.

Un silencio vuelve a instalarse entre nosotros, Daniel sigue parado frente la ventana noto que sus hombros se relajan –de acuerdo –dice volteándose –esta será la segunda vez que te cuento la verdad. Y aceptes lo que te voy a pedir –dice con la voz suave.

Me deja confundida. ¿Por qué dijo la segunda vez? –te escucho –digo. Elizabeth y Lucas se acomodan para escuchar lo que tiene que decir.

–Han escuchado hablar sobre el libro de Enoc –dice dejándonos confundido –sobre los hijos del cielo que bajaron a la tierra.

–Sí, sobre los ángeles caídos que se unieron con mujeres –dice Elizabeth lo vi en un video por internet.

–¿Qué tiene que ver ese libro? Con lo que vas decirnos –habla Lucas.

–Ya lo sabrán. Respondiendo a la pregunta de Isabela tiene razón, mi verdadero nombre no es Daniel –Lucas se levanta sorprendido –mi verdadero nombre es Darknael –mis ojos se abren.

Recuerdo ese nombre proveniente de aquel ser que vi en ese recuerdo ~no temas, no te hare daño. Mi nombre es Darknael.

Todos nos quedamos sorprendidos y en silencio –yo fui uno de ellos –dice dejándome más intrigada –yo soy uno de ellos.

–Ah, vamos Daniel. Perdón Darknael –dice Lucas parándose –no quieras tomarnos el pelo.

En ese momento Daniel. No Darknael se quitó las prendas que cubrían su torso dejando al descubierto una musculatura impresionante y en un instante dos alas grandes, de un color negro se extienden por toda la habitación y una especie de tranquilidad rodea el lugar. Nosotros nos levantamos caminando hasta él.

–¡Guao…! –dice Eli –increíble.

Ella y Lucas tocan sus alas algo que yo también intento hacer, pero Darknael me detiene –Isabela no lo hagas. No me toques.

–Eres mezquino para ser un ángel –dice Eli.

–Soy un arcángel –responde Darknael dejándonos más sorprendidos –ahora sabrán porque todos menos ella, pueden tocarme o les puedo ver –finalmente sobre la verdad algo que me lleva consumiendo, desde el momento en que lo conocí. –Como les dije yo soy un ángel caído. Al igual que los otros ángeles que llegaron a la tierra, uniéndose con las hijas de los hombres tomándolas por esposa, pero con la diferencia de que yo no descendí a la tierra junto ellos. Yo me quede en el cielo, a pesar de que ya había escogido a la mujer que sería mi esposa –su atención se fija en mí.

Un silencio se instaura de nuevo que es interrumpido por Eli –no iras a decir que esa mujer es…

–Así es –responde Darknael –esa mujer eres tu Isabela –una noticia que me deja sin habla.

–Espera entonces Isabela ya existía desde antes –interviene Lucas. Y Darknael asiente –espera… no entiendo. ¿Cómo es que ella? –se queda más confundido.

–Isabela a reencarnado tantas veces, que ya perdí la cuenta –responde Darknael.

–Eh reencarnado –digo con la voz pesada, atónita.

–Tu eres víctima de un castigo que se me fue impuesto. Debido a una transgresión que cometí. Te explico. Como dije yo había escogido a Isabela, para que fuera mi esposa, pero yo no descendí como mis otros hermanos yo me quede en el cielo y desde ahí, me dedicaba cada tarde a mirarla mi corazón se alegraba con solo verte. Y cada vez que alzabas tu mirada al cielo, sentía que tu mirada se conectaba con la mía algo que lograba hacer que retirara mis ojos de ti y tu soltabas una risita que me encantaba. Esa era mi rutina de todos los días, pero también había momentos en los que me llenaba de enojo y celos, cuando los pretendientes llegaban a tu casa para desposarte. Eso me llenaba de celos, y me alegraba cuando tú los rechazabas. Así fueron mis días hasta que cierto día, dos sujetos quienes te cortejaron para desposarte te atacaron causando tu muerte. Yo no pude soportarlo, tú eras tan joven con una vida entera por delante no podía aceptar que terminaras así, incluso me llegué a culpar por no descender a la tierra y desposarte. Sufrí mucho por tu muerte tanto que, en mi dolor, hice algo indebido, algo que estaba prohibido. En el cielo hay un templo en el cual, se forman las coronas de la vida, a ese templo solo Dios tiene permitido ingresar, pero yo rompí ese mandato entrando al templo robando la corona que estaba destinada para Isabela.




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