Sin Mirarte Ni Tocarte

ISABELA

Mi estancia en el departamento de Darknael, es placentera me siento como en casa estoy con el chico que me amo y me protege a cada instante a pesar de que él sea, un potencial peligro para mí. Ha tenido cuidado sus ojos siempre están vendados, dice que no le preocupa si duerme o no muy pocas veces se ha quedado dormido junto a mí, desde que llegue aquí la cama es grande y mantenemos una distancia prudencial y nos quedamos de frente. Lo miro directamente intentando ingresar a su mente, donde por fin puede mirar sus bellos que me detallo Eli. Otras veces se ha quedado dormido en el mueble en la sala, o se queda parado junto a mí cuidándome como mi ángel de la guarda.

Lucas por su parte ha permanecido encerrado en su habitación, trabajando en su programa de seguridad que debe entregar en cuatro días no ha tenido descanso. Eli también ha venido para ayudarlo en lo que pueda. Hoy tengo un turno en la noche, en el hospital me cambio con mi ropa para ir a trabajar voy junto a Darknael en el auto de Lucas, al llegar al estacionamiento me bajo despidiéndome del él. Cerca de la entrada miro como él se marcha a dejar el auto, no quiere levantar sospechas todavía los miembros de esa secta me están persiguiendo. Darknael quiere aprovechar cualquier descuido de ellos, para sacar información acerca del paradero de la corona.

–Hola Isabela buenas tarde –me saluda Estela. –estaremos juntas esta noche.

–Así es. Esta listo todo –digo divertida.

–Claro. El café está listo, al igual que las palomitas –dice riendo.

–Bien esta noche será divertida –suelto con emoción.

Voy hacia el consultorio de la doctora Martha para registrar mi asistencia, empiezo a trabajar en las áreas que me designo moviéndome de aquí para allá atendiendo a los pacientes se hace de noche. Llegada las siete y cuarenta de la noche, el encargado nos pide que estemos atentas a cualquier llamada o emergencia que pueda ocurrir en el trascurso de la noche, cuando se va y quedamos solo los pocos que teníamos la guardia de vez en cuando nos dábamos una ronda para revisar a los pacientes en sus habitaciones. Estela y yo estábamos en la recepción, con nuestro tarro sin fondo de palomitas mirando La cita perfecta en Netflix.

Cerca de la media noche me toca ir hacer, la ronda revisando a los pacientes verificando que sus signos vitales estén correctos me demoro un poco en el piso principal, subiendo al segundo donde me pongo a revisar puerta a puerta las habitaciones. Alejándome al fondo del pasillo, salgo después de revisar a un paciente miro la mitad de alguien que está apegado a la pared con una chaqueta de cuero, su cabello corto oscuro.

–¿Quién es usted? –pregunto hasta que la parte que miraba desaparece. Voy tras a paso rápido mirando que, sube las escaleras para la terraza del hospital –sino me dice quién es llamare a seguridad –digo con amenaza.

Pero el sigue avanzando su brazo derecho se extiende hacia atrás, haciéndome una señal para que lo siga. Esa señal me hace desconfiar y un miedo recorre mi cuerpo, haciéndome estremecer intento retroceder e irme a informar cuando siento una extraña sensación reconfortante, que me cautiva y me invita a ir tras que sujeto. Como si estuviera hipnotizada, perdiendo el control de mi cuerpo avanzo subiendo las escaleras hacia la terraza donde la puerta se encuentra abierta y la fría noche me golpean en el rostro todo mi cuerpo tiembla, hace demasiado frio aun así noto que no hay nadie aquí. Haciendo que vuelva a la normalidad, esa sensación que sentía se marchó intento volver adentró para resguardarme del frio y la puerta, se cierra de golpe dejándome a la intemperie con un gran temor recorriendo mi cuerpo.

–Es una linda noche –reconozco esa voz. Dirijo mi vista hacia el firmamento, encontrándome con ángel porque sus alas están descubiertas. Él debe ser Samael, con solo verlo siento un gran temor en mi cuerpo que me impide irme. Él desciende justo frente a mí, camina sus ojos son como dos profundos agujeros negros y aun así no niego que es muy atractivo. Se detiene a un paso de mí, mirándome de pies a cabeza –en verdad eres muy bella, entiendo que Darknael cometiera semejante tontería por una humana.

–¿Qué quieres? –digo con voz temblorosa.

–Arreglar las cosas de una vez –dice extendiendo sus alas que son incluso más oscuras que las de Darknael cubriéndome –yo puedo hacer que tu sufrimiento y el de Darknael termine –habla acercando sus labios cerca de los míos, que se ven tan suaves y me provoca querer besarlo –puedo hacer que él regrese al cielo y tú nunca más reencarnes –empieza a caminar rodeándome con sus alas aun cubriéndome –todo lo que tienes que hacer –se detiene frente a mí –es besarme. Bésame, y esta misma noche todo terminara.

Sus labios están tan cerca de los míos, mi corazón late con fuerza al igual que mi deseo por besarlo siento su aliento chocar contra mis labios, haciendo que pierda aún más mi sentido común. Acercándome poco más despegando mis labios, que están a punto de tocar los suyos y antes de hacerlo la voz de Darknael resuena en mi cabeza ~te he extrañado tanto. Te amo tanto ~escucho las palabras que me dijo haciéndome recapacitar apartándome de él que retira sus alas.

–¿Por qué dudas? Esta oportunidad, no la volverás a tener. Acaso no quieres terminar, con el sufrimiento en el que vive Darknael.

–Claro que si –contesto –por eso confió en él. Porque lo amo.

Suelta una risa suave con burla –él no te podrá proteger, han pasado cientos de años y nada ha cambiado. Pronto llegara el momento decida acabar con este el mismo –suelta con seguridad.




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