Sin Mirarte Ni Tocarte

DARKNAEL

–Hey Lucas ayúdame con este algoritmo –llamo.

–Baya eres un arcángel y no puedes con esto –dice con algo de burla.

–Cállate y solo complétalo –digo serio.

–Cálmate, ya lo hago –se acerca y termina el algoritmo. Suelta un soplido –genial un poco más y termino. Te debo una.

–Bueno, me puedes agradecer devolviéndome el auto –digo divertido.

–Hey, no tanto así. Sabes que me gusta ese auto –dice.

–Como sea. Voy por agua –salgo de la habitación de Lucas para tomar agua.

Estoy cansado pase mucho tiempo tras esa computadora, desarrollando esos algoritmos para el programa de Lucas ya está terminado el ochenta por ciento. Podrá terminar el resto él solo, miro por la ventana veo que ya está bien tarde observo la hora percatándome que son las seis de la tarde. Isabela y Elizabeth no han llegado todavía, me concentro para encontrar cerca de donde estamos y no la encuentro.

–Maldición, me descuide –digo soltando el vaso con agua –Lucas –lo llamo.

–¿Qué pasa? –sale de su habitación.

–No siento la esencia de Isabela tampoco la de Elizabeth.

–¿Qué? La llamare –saca su celular y le marca yo sigo buscando por los alrededores –contesta linda, vamos contesta. Maldición –suelto con ira –Darknael acaso…

–Desgraciados –me empiezo a concentrar buscando la esencia de Isabela, pero con esta preocupación y miedo que siento se me dificulta hacerlo.

–Darknael cálmate y concéntrate –le escucho decir y lo hago hasta que al fin la encuentro –la encontré están en el desierto –desprendo mis alas –te enviare la ubicación –y salgo disparado por la ventana, sin importarme si alguien pueda verme. –Resiste Isabela pronto llegare.

No dejare que esto pase en cuestión de segundos, llego al lugar donde la tienen y es el mismo lugar que había visto dentro de las memorias de los sujetos que capture y borre sus memorias, envió la dirección a Lucas que no tardará en llegar. Mi corazón se detiene al verla atada junto a Elizabeth a esos troncos con un gran pilo de madera a sus pies, veo un tipo de vestiduras blanca que empieza a decir tontería en nombre de Dios. Infeliz no tiene derecho. Ordena a dos tipos lanzar sus antorchas iniciando el fuego, ahogo un suspiro y mi ira crece al igual que mi preocupación agito mis alas fuertemente, produciendo una fuerte corriente de aire que manda a volar los pedazos de madera quemada golpeando al resto de miembros de esa secta siendo alcanzados por el fuego.

–ISABELA –grito de desesperación acercándome a ella, evitando mirarla la libero de sus ataduras –Libera a Elizabeth. –le digo a lo que ella obedece

–Mátenlos. Maten a los herejes –grita el tipo de vestiduras blancas. Los sujetos de las gradas sacan armas y empiezan a disparar, me para frente a ellas agitando mis alas produciendo un fuerte viento reteniendo las balas, devolviéndoselas y al instante todos los que dispararon caen rodando por el graderío del estadio. –Eres un demonio. Mátenlo –grito con terror aquel tipo al ver a todos sus cómplices cayendo por el graderío –Mantelo. Mátenlos a todos…

–Cierra la boca maldito idiota –Lucas aparece impactando un fuerte golpe en la cara de aquel sujeto.

–Lucas mi amor –Elizabeth sale corriendo hacia él abrazándolo con fuerza.

–Aquí estoy nena. No te preocupes, no dejare que te lastimen. Menudo grupo de idiotas, me hiciste manejar como en rápidos y furiosos.

–Lucas llévatelas me encargare de este lugar –digo mientras sujeto la corona que estaba en la cima del tronco de madera donde estaba Isabela la corona deja de producir el aura dorada. –Llévatelas –se escuchan más disparos, de algunos que resistieron los impactos de balas rápido uso mis alas para protegerlos –rápido salgan.

–De acuerdo venga conmigo –dice Lucas.

En eso me acerco al tipo de vestiduras blancas, lo tomo de la sotana levantándolo en el aire –demonio, eres un demonio –dice con la voz débil.

–El único demonio eres tu –digo infiltrándome en su mente, mirando las atrocidades que este tipo y su secta de fanáticos han cometido. Borrando sus recuerdos lo arrojo, lejos. En eso voy con los tipos, de los graderíos y empiezo a revisar sus pulsos algunos están muertos, otros aun consientes, pero no creo que pueda sobrevivir me demoro un poco en hacer mi trabajo.

–Un ángel, un ángel –escucho al tipo de las vestiduras blancas. En eso escucho una detonación a fuera del coliseo, lo cual alarma mis sentidos –mi señor ayúdeme no sé quién soy. Ayúdeme –se acerca hacia donde estoy, pero se espanta al ver a todos sus compañeros muertos y me vuelve a mirar –no, tú no eres un ángel eres un demonio. Auxilio, auxilio. Sálvenme –se va mientras empieza a delirar y en eso toma un puñal de su túnica –no me atraparas demonio –y recién me percato de su presencia Samael lo persigue al instante el hombre se atraviesa el abdomen con el puñal cayendo al suelo. Samael está de pie junto a él y extiende su espada y derrama una gota de su veneno sobre él. Escucho otro disparo que me alerta.

–Isabela –digo preocupado.

–Otra vez cosechare su alma –dice Samael apareciendo frente a mí –te dije que su camino, había llegado a su fin desaparece.




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