Sin Mis Chicos (sc Libro#2)

1. Nueva York

Lucy

Luego de acabar los informes y el ensayo que me faltaba para mañana, mis neuronas ya no quieren funcionar. Es como si ya se hubieran empezado a extinguir después de haberse quemado por más de tres horas. La universidad es cansada, pero nada que no pueda soportar. Es el primer año, debo de acostumbrarme tarde o temprano. Aunque, lo que más me preocupa es que antes de que el periodo acabe tengo que elegir una carrera y aún estoy indecisa. Tal vez estudie negocios, como mis padres o tal vez arquitectura o marketing. Debo pensarlo muy minuciosamente, no quiero terminar con una carrera frustrada y mucho menos cambiar a medio año de opinión, necesito algo fijo, que me guste y me brinde un buen trabajo en el futuro.

Recuesto mi cabeza un rato en el sofá, necesito descansar los ojos un momento. Tan solo cinco minutos hubieran sido suficientes, pero para mi desgracia, alguien tocó el timbre. No son mis padres, ellos no regresan hasta en la noche tipo 9 o 10 pm y siempre me llaman para avisarme que vienen en camino. Además, cada uno tiene sus llaves, ¿por qué tocarían el timbre? Reviso la hora, 7:35 p.m.

¿Quién podrá ser?

Me levanto frustrada cuando vuelven a tocar el timbre. Ruedo los ojos y veo por la mirilla, no hay nadie. Dudo en abrir, puede ser solo un engaño y en Nueva York pasa de todo, no se debe confiar en cualquiera y aunque el edificio es bastante seguro, de igual manera tengo algo de temor en hacerlo, pero junto mis fuerzas después de que, esta vez, tocaran la puerta. Abro y a primera vista, justo enfrente, no se encuentra nadie. Sin embargo, en cuanto volteo hacia mi derecha, puedo ver los hermosos ojos azules de Nicolás.

-¿Me extrañaste? -dice mostrando sus hoyuelos. No me pude contener y me lanzo encima para abrazarlo. Le rodeo el cuello con mis brazos y engancho mis piernas alrededor de sus caderas. Por poco y no me atrapa, pero me pudo sostener y recobrar el equilibrio muy rápido.

-¿Por qué no me dijiste que venías a Nueva York? -le reclamo mientras sigo con mi cara en el espacio en medio de su cuello y su hombro. De esta manera, aspirando su deliciosa colonia mezclada con su olor natural.

-Quise sorprenderte. -dice y ríe sonoramente.

-Y lo hiciste. -sonrío separándome un tanto para verle a la cara.

Sé que solo han pasado un par de meses, sin embargo en ese tiempo ciertas pequeñas cosas cambiaron. Noto su rostro más definido, con una ligera barba que a mi parecer le luce muy bien. Su cabello está recién cortado, pero con una longitud un poco más larga de lo común, con algunos mechones rebeldes saliendo para diferentes direcciones que le dan un toque salvaje y sexy a la vez.

-En realidad sí te avisé que había comprado boletos para venir la otra noche.

-¿Qué? -frunzo el ceño. -En definitiva no recuerdo nada de eso, y si lo hubiera sabido, no lo habría olvidado.

-Te quedaste dormida justo en ese momento de la llamada. -vuelve a reír así que le proporciono un golpe en el pecho. Ligero, pero suficiente para que se deje de burlar. -¿Tus recibimientos siempre tienen que ser tan agresivos? -dice con fingida indignación.

Ruedo los ojos, divertida.

-¿Y tus visitas siempre tienen que ser tan amables? -contraataco sarcástica. Intento bajarme al suelo para poder entrar en el departamento, pero su agarre es firme y no me lo permite.

-Yo esperaba un beso y me diste un golpe. -recalca con su fingida inocencia.

-Yo pensaba hacerlo hasta que arruinaste el momento. -digo colocando un dedo sobre su pecho.

-Entonces no queda de otra, yo tendré que hacerlo. -dice y sin pensarlo demasiado, estampa sus labios sobre los míos. No me molesta corresponderle, en realidad extrañaba sus besos. He subestimado mi debilidad hacia este chico, nunca creí que me haría tanta falta hasta ahora. Lo beso con ganas y él también lo hace conmigo.

Su boca sabe a menta, aunque nada es mejor que sentir sus labios moverse a un ritmo tan sensual, lento pero apasionado. Puedo derretirme aquí mismo solo con esto, solo con sentirlo junto a mí. Siento que comienza a caminar y tiene que separarse un momento para tomar su maleta y meterla dentro del apartamento. No vamos a quedarnos en el pasillo y que todos los vecinos vean el espectáculo, yo no soy de esas.

Aunque, tampoco es que me importe demasiado, y menos cuando él me ve a los ojos con lujuria, su hermoso color zafiro ha oscurecido, pero eso no le quita el encanto.

Una sonrisa maliciosa decora sus labios. Con el pie, cierra la puerta de una patada para volverme a besar con más intensidad mientras asegura su agarre en mis piernas.

-¿Sola? -pregunta separándose un momento de mí. Yo solo puedo asentir con la respiración agitada.

Me aferro a su cabello y sigo con el beso, siento la suavidad de su cabellera negra en mis manos mientras él camina hasta llegar al sillón y caer sentado dejándome a horcadas sobre él.

-Me hiciste mucha falta. -susurra escondiendo su rostro en mi cuello.

Sonrío.

-Diría que estás siendo un exagerado, pero han pasado casi cinco meses...

-¿Me echaste de menos? -pregunta y deja un casto beso en mi cuello que me causa escalofríos por todo el cuerpo.




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