Sin Mis Chicos (sc Libro#2)

3. Sin gorrito

Lucy

El domingo es cuando emprendemos viaje al aeropuerto. Nuestro vuelo a California se adelantó porque habrá una tormenta de nieve y no queremos pasar las fiestas en aquel pequeño apartamento confinado. Además, necesito ver a mi mejor amiga y a mi bebé Chispa quien se rehusó a venir conmigo a Nueva York.

Cuando la metí en su jaula de viaje para irnos al aeropuerto, no paraba de chillar. Creí que estaba algo asustada, pero ya la había acostumbrado a ella en nuestros viajes al veterinario. Ese día chillaba tanto que tuve que sacarla. De inmediato corrió a Derek quien se había encariñado enormemente con mi mascota y en ese momento se encontraba bastante deprimido porque me la llevaba. Ahí fue cuando entendí que lo mejor era dejarla al cuidado de mi hermano. Me hace muchísima falta, pero ella parece feliz en California.

Duermo la mitad del viaje. Son más de seis horas continuas, ya que tomamos un vuelo directo. Mis padres ya están acostumbrados a estos viajes tan largos En cambio yo, los siento demasiado pesados y agotadores. Ni alcancé a ver la película que Nico colocó porque después de una media hora, ya estaba dormida sobre él. Al despertar, ya faltan pocas horas para aterrizar. Luego nos hace falta otro viaje de cuarenta minutos desde el aeropuerto a casa. Necesito reponer fuerzas y ánimos en cuanto lleguemos.

-Dormilona, ya estamos cerca. -dice Nicolás sacudiéndome ligeramente.

Abro los ojos y comienzo a reconocer las calles en la ventana. En nada llegamos a casa y veré a todos. Aunque nunca creí que sucedería, eché de menos a mis hermanos. Estar rodeada de ellos veinticuatro siete y luego pasarla sola el 80% del tiempo en el apartamento en Nueva York, al principio fue entretenido. Sin embargo, el ruido, las peleas y las risas me hicieron falta estos últimos meses de gran manera.

-Necesito una cama. -digo y bostezo. Acá son las cinco de la tarde y en New York, las ocho y siento mi reloj biológico algo desorientado. El cambio de horarios en mis viajes siempre me aturde un poco.

-Hija, dormiste la mitad de todo el viaje y ¿quieres seguir durmiendo? -mamá pregunta desde el asiento de enfrente del auto. -Tu padre y tú son dos gotas de agua.

-No te burles de mis genes. -papá se queja. Suena cansado.

-No me burlo cariño, solo digo que ambos son más idénticos de lo que aparentan. -él le da una leve mirada y luego sigue su camino hasta que aparca frente a casa en donde varios autos se encuentran estacionados. Todos, de mis hermanos mayores.

Que hermoso es volver.

-¿Irás a tu casa más tarde? -le pregunto a Nicolás una vez que bajamos del auto.

-Sí, quiero ir a ver a Gisele, este año fue el primero en que no pude estar para su cumpleaños y le traje algo de Londres. -dice y sonríe. Me encanta lo mucho que aprecia a su hermanita, después de su madre, fue la primera chica en su vida y la tiene en un pedestal, ya que como se sabe, su madre perdió la vida por traerla al mundo así que es lo único que le queda de ella.

-Entonces no nos veremos hasta mañana. -le digo y hago puchero. Él suelta una risa y toma mi rostro con ambas manos para apretujarme las mejillas. Gruño y lo aparto de mí.

-Dejen de jugar y ayuden ¿sí? -mamá habla mientras abre el maletero. Asentimos y bajamos las maletas. La puerta principal de la casa se abre y puedo ver a mi hermano mayor sonreír.

-¡Pulguita! -exclama con una sonrisa mientras se acerca a paso apresurado hacia mí. Río cuando llega a mi lado y me alza como si de una pluma se tratase, esto para darme un fuerte abrazo.

-¡Me asfixias! -chillo entre risas.

-Perdona, me emocioné. -vuelve a reír y finalmente me baja al suelo. En eso, veo a Dylan salir de la casa y a los pocos segundos, Dany también hace presencia y entre ambos, me abrazan.

-Dios mío, se estiraron. -les digo al notar cómo ahora me alcanzan en altura. Cuando me fui a Nueva York, apenas me alcanzaban la barbilla. No es que yo sea demasiado alta, soy de estatura media en realidad, pero ellos ya están bastante desarrollados.

-Es la pubertad. -dice Dylan, eso realmente me hace sentir nostálgica. Parece que ayer andaban todavía corriendo en pañales por toda la casa evitando que los bañen.

-Ya casi somos unos hombres. -su gemelo agrega orgulloso, suelto una sonora carcajada por ello.

-Mis niños, ¿no van a saludar a mami? -les pregunta mamá con las manos en las caderas. Ambos sonríen y corren hacia ella.

-¿Están todos en casa? -le pregunto a Rubén mientras me ayuda a cargar mi mochila.

-Sí, estamos en el patio trasero pasando el rato. Yo de casualidad estaba en la sala con los gemelos buscando una muñeca de Amber cuando vimos el auto estacionarse.

-Ten, llévalo a mi habitación, yo necesito ver a mi sobrina ya. -le digo encargándole mi bolso y el resto de mis maletas. Ni siquiera lo dejo protestar cuando por mi parte ya estaba cruzando el salón para dirigirme al patio trasero.

Desde la puerta puedo ver que Derek se encuentra en cuatro sobre el suelo haciéndole de caballito a Amber mientras ella se carcajea por cómo su tío se sacude igual a un animal salvaje. Chispita está corriendo alrededor de ellos de forma juguetona. Tere quien va vestida con un hermoso vestido floreado a juego con el de su hija, observa la escena divertida y a su lado, Tomás con ropa tan informal como siempre, rodeándole los hombros y a diferencia de mi mejor amiga, él parece inquieto viendo todos los movimientos bruscos que Derek hace. Por último, Alex está del otro lado de la piscina leyendo algo muy tranquilamente sobre una silla.




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