Sin Mis Chicos (sc Libro#2)

12. Silueta

Lucy

-¡Lucila! ¿Qué es esto? -Ellie grita desde mi habitación, ruedo los ojos por cómo me llama, pero aun así voy a verla para saber qué quiere

-¿Qué es qué...? -comienzo a decir, pero quedo muda al ver el aparato que tiene en manos.

-Esta cosa rara, estaba en el fondo de tu cajón, solo... Buscaba un cepillo y me dio curiosidad. Aunque siento que he visto esto antes en alguna parte. -dice examinando aquello con detenimiento. Me acerco a ella e intento arrebatarlo de sus manos, sin embargo es más rápida que yo.

-¡Deja eso! -chillo casi sobre ella.

-Dime qué es y te lo daré.

-No te diré, solo déjalo.

-Entonces lo buscaré en internet. -dice y corre al salón en busca de su celular.

Al ser bastante pequeña en estatura, logra escabullirse fácilmente y para cuando la alcanzo, está tomándole una foto en el buscador de Google.

Me lanzo sobre ella en el sillón intentando quitarle el celular, por su parte, lo abraza contra su pecho mientras yo estoy en su espalda queriendo quitárselo. Tenemos un forcejeo y luego caemos al suelo en la alfombra. Su teléfono queda en la orilla del sillón y ambas estiramos los brazos para alcanzarlo. Cuando al fin lo tomo, ella también lo tiene en su poder y nos damos una mirada desafiante. Otra lucha surge y el celular cae a unos metros de nosotras. Esta vez, ella toma la ventaja y se estira lo más que puede, sin embargo no la dejo salirse con la suya, ya que le abrazo el torso y la jalo, intentando evitar que logre su cometido que para mi mala suerte cuando lo hago, ya lo ha desbloqueado y permanece en su mano.

Maldita sea.

-¡Deja eso! -chillo e intento quitárselo de nuevo, cubriéndole el rostro con las manos, sin embargo es en vano, ya ha leído el título del producto que le apareció en internet.

Lo sé porque me observa sorprendida, su boca y ojos están completamente abiertos y parpadea con rapidez. Ya no puedo sentirme más avergonzada que ahora.

-¿Es un consolador a distancia? ¡No lo puedo creer! -grita y suelta una risa. Cubro mi rostro rojo de vergüenza y me recuesto boca abajo en el suelo.

>>Había escuchado de ellos, pero pensé que eran una farsa. ¿Ya lo has probado? ¿Qué tal es? Apuesto a que Nicolás disfruta mucho controlando esa cosa desde Londres. -vuelve a soltar una risa.

-Te odio, Ellie. -digo sin siquiera verla.

-Solo dime si funciona o no.

-No te voy a decir nada, no tenías por qué tan siquiera verlo.

-Ay por favor, cálmate un rato, es normal que las parejas a distancia usen cosas así para mantener vivo el fuego, de hecho es muy innovador el producto, según lo que escuché no importa dónde esté, con tal de que la otra persona tenga la aplicación y acceso a internet, funciona perfectamente.

-Cállate ¿sí?

-Deberías ser más abierta al tema, ya en un año tendrás veinte y te avergüenzas como si estuvieras en la preadolescencia. -No la veo, pero sé que rueda los ojos.

-Ciérrala boca. -insisto molesta.

-No me callaré hasta que resuelvas mis dudas. Soy demasiado curiosa.

-Busca las reseñas en internet. -le sugiero.

-No es lo mismo a que una persona que probablemente lo ha usado me lo diga a solo leer comentarios de desconocidos. Por favor. -me suplica recostándose en el suelo a mi lado.

-Está bien ¿sí? Pero prométeme que luego de esto olvidarás que encontraste eso en mi cajón. -le pido cansada. Solo quiero quitármela de encima.

-Pinky promise. -dice y alza su meñique. Es un gesto algo infantil, pero no me importa, igual es una promesa, así que alzo mi dedo también y lo engancho al suyo.

-¿Qué quieres saber? -pregunto y recuesto mi cabeza nuevamente en el suelo.

-En primera, quiero saber si funciona o es una farsa.

-Bueno... supongo que es igual a un vibrador normal, nada del otro mundo y sí, es cierto eso de la distancia.

-¿Qué tal se siente? -pregunta y siento mi rostro arder de nuevo.

-Supongo que bien... aunque no tener el control lo convierte en una máquina de tortura.

-¿Tortura placentera? -pregunta y asiento sin verla. -¿Dónde lo conseguiste?

-¿Para qué quieres saberlo? -arqueo una ceja y la observo levantándose del suelo para sentarse en él.

-No pienses cosas que no son, ni siquiera tengo con quien usarlo. -dice y se cruza de brazos.

-Puedes usarlo solita.

-Así pierde el chiste. Solo responde.

-Nicolás lo compró en línea y me lo envió...

-Te salió un picarón.

-Lo sé... -respondo todavía avergonzada. Sin embargo, solo es Ellie, a estas alturas ya le tengo cierto grado de confianza así que da igual.

Ella tiene razón. Creo estar un poco mayorcita para sonrojarme como adolescente al hablar de mi sexualidad. Es algo normal, mamá siempre me lo recuerda, pero yo no puedo evitar sentirme incómoda ante el tema.




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