Lucy
-No sabes cuánta falta me hacía tu comida, soy un asco en la cocina. -me quejo luego de comerme el Omelet que Rubén preparó.
-No eres un asco, simplemente no te gusta la cocina y por eso no le pones tanto empeño. -responde sin verme. Está dándome la espalda mientras prepara el desayuno de mamá y papá.
-Si Nico no supiera cocinar, te pagaría porque nos prepararas la comida 24/7.
-¿Me tendrías de empleado? -arquea una ceja luego de finalmente girarse hacia mí.
-De hecho no te pagaría, eres mi hermano, pero como te dije, Nicolás es bueno en la cocina, así que no necesitaré de tus servicios de todas formas. -sacudo una mano y él suelta una risa.
-Buenos días. -una versión animada de papá aparece por el pasillo y se acerca a besar mi cabeza.
Me sorprende verlo tan bien vestido, bañado y perfumado tan temprano. Son las nueve de la mañana y papá no es un hombre muy madrugador que digamos. Los fines de semana aprovecha a dormir todo lo que puede, ya que su cama es su segunda esposa prácticamente. Trabajar por más de doce horas todos los días lo deja exhausto. Por ese motivo es que frunzo mucho las cejas al verlo.
-¿Tú a dónde vas? -pregunto recelosa por su ánimo tan levantado y poco común.
-Saldré a almorzar con un par de colegas de trabajo, ya sabes, una tarde entre amigos. -me informa mientras termina de abotonar la camisa frente al espejo que cuelga cerca de la entrada.
-¿Te irás tan temprano? ¿Ni siquiera vas a desayunar?
-Compraré algo ligero en el camino, no tengo mucha hambre.
-¿A dónde irán? -le interrogo mientras lo fulmino con la mirada.
Él me observa con una ceja alzada y luego abre el armario en busca de su abrigo.
-¿Por qué quieres saberlo?
-Curiosear...
-No sé, quedamos en ir a comer a cualquier lado y luego ir a jugar billar, tal vez. -anuncia y se dirige a la entrada por sus llaves, las cuales cuelgan de un gancho.
-Nada de estar viendo a otras mujeres. -le advierto en cuanto abre ligeramente la puerta.
-No te preocupes, hija, ver a mis otras mujeres no está en mis planes de hoy. -bromea y me guiña un ojo.
-¿Cómo que "ver a tus otras mujeres"? -Esta vez, mamá es quien habla haciendo presencia en la cocina.
A diferencia de papá, luce recién despierta, su cabello permanece atado en un moño un tanto despeinado, con cero maquillaje en su rostro y una simple bata por encima de su pijama.
Papá abre los ojos más de lo normal y alza las manos.
-Solo bromeaba cariño, sabes que nunca te haría eso. -dice y rasca su nuca un tanto nervioso mientras mamá le fulmina con la mirada.
-Lo sé, confío en ti. -Rueda ligeramente los ojos y se acerca a Rubén. -Espero que tus amigotes no lleven mujeres. -comenta sirviéndose su café matutino.
-No las llevarán... Ellas llegarán solas. -vuelve a bromear.
Esta vez mamá no parece nada contenta. Gira su cabeza con una lentitud mortal y le da la mirada más tenebrosa que pude haber visto en ella. Rubén y yo compartimos miradas sin saber qué hacer. Lo único que hago es esquivar cuando mi madre lanza una de sus pantuflas. Papá es listo y sale rápidamente para que la pantufla impacte contra la madera de la puerta y no con él.
-¡También te amo Juli! -exclama desde fuera.
Mamá suelta un suspiro y luego se acerca mucho más relajada hasta mi lado en el desayunador. Es como si el drama de hace un momento no hubiese existido y fuese parte de nuestra imaginación.
-Y yo que creía que Lucy sacó lo agresivo de papá... -mi hermano murmura dándonos la espalda.
-No soy agresiva a menos que me provoquen, cariño. Lucy golpea a cualquier ser que se mueva.
-¿Crees que papá sería capaz de engañarte? -me atrevo a preguntarle, ignorando completamente su comentario mientras tomo de mi jugo.
-No, no lo veo capaz, me he encargado de que no sea así.
-Ni siquiera voy a preguntar qué has hecho... -aparto la mirada con una mueca haciendo a mamá soltar una carcajada.
El sonido de la puerta abriéndose nos llama la atención simultáneamente. Al fijar mi mirada ahí, veo que nuevamente es papá, simplemente asomando la cabeza por la pequeña ranura que hizo.
-Casi lo olvidé, hijo, suerte en tu viaje, envíale saludos a todos, principalmente a Amber. -menciona en dirección a mi hermano.
-Gracias, papá, lo haré. -Rubén le sonríe de vuelta y asiente ligeramente.
Mamá aprovecha ese instante para sacarse la otra pantufla y lanzarla en dirección a la puerta, esta vez, rozándole la mejilla a papá, quien de nuevo, es rápido y se aparta a tiempo.
Mamá suelta una risa juguetona.
-¡No vengas muy tarde cariño! -le pide en un grito.
-¡No lo haré! -le responde de vuelta y puedo imaginarlo riendo también.