Sin Mis Chicos (sc Libro#2)

16. Tomando desiciones

Rubén

Estaciono mi auto frente al hospital y me adentro inmediatamente. Es pleno medio día y aprovechando que la jornada en mis prácticas acabó por hoy, decidí venir por Chris. Según sus palabras ayer, sale a esta hora. Estuvo durante el turno nocturno y le dejaron otro medio tiempo, probablemente estará sumamente cansado. Como mucho seguramente durmió solo un par de horas. Por hoy seré buen amigo y lo llevaré a almorzar y luego a su apartamento para que duerma. Claro que él tiene un auto para hacerlo, sin embargo lo llevó al taller y aún no se lo entregan, así que vine a ser su chofer porque no tengo nada mejor que hacer.

Me acerco a la recepción del área de emergencia infantil y me dirijo hacia la enfermera tras el escritorio. Se encuentra revisando unos papeles, así que llamo su atención con un "buenos días". Sus ojos marrones me observan vacíos y cansados. Seguramente está en las mismas que Chris, aunque la mujer ya luce algo mayor, probablemente cerca de sus cuarenta, por eso intuyo que ya puede estar acostumbrada a esto.

-¿En qué puedo ayudarle? -pregunta con una voz suave y algo áspera.

-Sí, vengo a buscar a alguien.

-¿Algún paciente?

-No, a un residente, Christian Wild.

-¿El alto, guapetón, rubio? -pregunta y me causa gracia su descripción tan acertada.

-Ese mismo.

-No hace mucho pasó por acá, seguramente estará acostado en alguna camilla, solo ve recto por este pasillo, está asignado en la sala B de emergencias. -me indica por lo cual le agradezco con un asentimiento y sigo con sus instrucciones.

Al llegar a la siguiente sala, un par de ojos infantiles me observan curiosos, sin embargo no les presto mucha atención y recorro mi mirada por los alrededores hasta dar a un rincón con dos mesas largas juntas, en donde muchos papeles, botes de muestra, termómetros y demás utensilios médicos reposan. Sobre todo eso logro distinguir la cabellera rubia de Chris. Este se encuentra con la cabeza recostada en sus brazos, desde esa posición se puede apreciar el pequeño tatuaje de cruz en costado de su muñeca derecha.

Aquel dibujo de tinta de alrededor de dos centímetros y medio que se hizo en honor a sus padres siempre me trae cierta melancolía, pero para él es un recordatorio de a dónde quiere llegar en la vida y cómo tiene que seguir adelante.

Muy inspirador.

Llego hasta estar frente suyo y me acomodo en una silla para observarlo un momento. No está dormido, claramente, pero seguro que intenta estarlo, por mi parte lo dejaría hacerlo, sin embargo, tengo hambre y el olor a desinfectante y alcohol clínico del lugar no es muy agradable.

Carraspeo mi garganta.

-Doctor, se le necesita con urgencia en la sala "tu mejor amigo vino a sacarte de aquí". -digo logrando hacerle removerse y levantarse con pereza.

-¿Qué haces aquí? -pregunta y se estira en su lugar.

-Me dijiste que salías a esta hora y, ya que no tienes auto y yo no tengo nada mejor que hacer, decidí venir por ti e ir a comer los dos. Así que si ya acabaste, sería una buena contribución de tu parte mover el trasero. Mi auto está afuera. -le indico y este se frota el rostro con cansancio.

-Primero debo acabar algo, ponte esto, no vaya a ser que traigas gérmenes de la calle y se los pegues a mis pacientes. -dice y me extiende un gel de manos el cual inmediatamente me aplico. -Sígueme, será rápido.

-A sus órdenes doctor. -bromeo y él rueda los ojos levantándose de su puesto, colocándose unos guantes de látex morados y caminando hasta una sección en específico del lugar con una aguja un tanto grande para mi gusto, con un líquido amarillo que ya tenía lista desde que llegué. Observa su reloj y luego aparta las cortinas dejando a la vista una pequeña niña en una camilla.

Sus cabellos están revueltos, tiene un catéter con suero en su muñeca derecha y juega con un peluche con su otra mano. La manguera del suero está encajada en una máquina que hace un par de pitidos que no sé para qué es, solo sé que parece estar contando algo. Quizá el goteo.

-Hola, pequeña, ¿Cómo estás? -Chris pregunta con un tono de voz suave. -¿Te sientes mejor?

Asiente.

-¿Dónde está tu hermano?

-Salió a comprar comida.

-¿Fue a buscar comida? -ella vuelve a asentir tímidamente. -Bien, solo vengo a poner algo en tu suero, no va a doler, es como lo de anoche. -le explica y saca el tapón de la aguja para insertarla en la bolsa que cuelga de una varilla de metal alta.

-¿Saldré pronto? -ella pregunta y se acomoda el cabello para atrás con su mano libre.

-Sí, ya te ves animada, te revisaré. -dice continuando con su tono de voz suave antes de hacerle una revisión rutinaria de temperatura, el corazón y la garganta. Nada que no le haya visto hacer a cualquier médico. -Bien, más tarde vendrán a hacerte otra prueba de sangre, pero tranquila, hazlo como te enseñé ayer, tienes que ser valiente en esto si quieres irte pronto a casa.

-¿No me revisarás más? -ella pregunta y noto en su rostro algo de tristeza.

-No, mi turno acabó, debo ir a descansar, así que ahora te revisará otra enfermera, pero me aseguraré de decirle que te trate bien. -ella vuelve a asentir. -Prométeme que cuando regrese ya estarás de vuelta en casa.

-Lo prometo. -ella dice y sonríe. Chris le pellizca ligeramente la mejilla y le dedica una sonrisa antes de retirarse conmigo detrás.

-No sabía que eras tan bueno con los niños. -comento viendo cómo se retira los guantes y los tira en un bote de basura especial junto con la jeringa usada.

-No me desagradan en lo absoluto, aunque en realidad es agotador, por suerte anoche solo me asignaron dos pacientes, la niña esta y otra que ya llevaron a cuidados intensivos. La que acabo de atender llegó ayer y necesitó bastante atención, pero fue sencillo hacerlo. Es muy calmada. -se encoge de hombros y comienza a caminar por el pasillo.




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