Sin Mis Chicos (sc Libro#2)

19. Banalidad

Derek

Amber canta y baila en el asiento de atrás en el portabebés al ritmo de la radio. No puedo evitar verla cada dos segundos por el retrovisor, es una escena demasiado adorable de su parte e imposible de ignorar. Es difícil manejar con tranquilidad de esta manera, pero logro hacerlo hasta llegar al estacionamiento del McDonald. Apago la radio y el motor, por lo cual Amber hace puchero de inmediato. Va a comenzar un berrinche si no me apresuro.

-Ya voy, ya voy, el tío Derek ya te sacará de ahí. -le digo y me bajo del auto para luego abrir la puerta trasera y verla quejarse de la correa de su silla. Desabrocho todas las correas que la rodean mientras ella jala mi camisa, desesperada y finalmente la saco de su prisión.

>>Tienes que aprender a ser paciente, niña. También debes comenzar a hablar. No quieres decir ni pío.

-Pio edek. -dice y besa mi mejilla. Sonrío ante su gesto.

-Es tío, no pio, pio hacen los pollitos. -le digo mientras comienzo a caminar en dirección de la entrada del restaurante.

-Pio, Poito.

-Sí, el pollito hace pío, yo soy Tío. -le repito, pero ella me ignora completamente una vez nota la presencia de su papá al otro lado del mostrador tomando un pedido.

-¡Papi! ¡Papi! -comienza a exclamar mientras brinca entre mis brazos señalándome la dirección de mi hermano. -¡PAPI! -grita aún más fuerte llamando la atención de muchas personas incluyendo a Tomás quien al notar nuestra presencia, rápidamente le entrega el recibo a la señora que atiende y sonríe observando a su pequeña.

-¿Dónde está la princesa más hermosa del planeta? -pregunta extendiendo los brazos. Amber no duda dos veces en despegarse de mí y caminar unos pasitos sobre el mostrador para llegar a Tomás, rodearle el cuello y besarle la mejilla.

-Sí, hola, me llamo pared y me apellido ignorado. -bromeo y luego llevo mi mirada al menú en las pantallas de atrás. Tengo muchísima hambre.

-¿Qué hacen aquí? -pregunta tomando un trapo debajo del mostrador para limpiar el poco polvo que Amber dejó con sus zapatos.

-Bueno hermanito, tu hija y yo morimos de hambre, se me antojó una hamburguesa y dije: sería genial ir a un McDonald y comprarle una cajita feliz a Amber y de paso llevarla a ver su papá. Sabía que estabas en turno, así que aquí estamos. -explico y me apoyo con los codos en el mesón.

-¿Tienes hambre mi niña? -Ella asiente. -¿Tú qué vas a pedir? -me pregunta caminando hacia la caja registradora con Amber enganchada en su cadera. Me muevo con él.

-Una McDoble con una coca cola y a Amber... la cajita feliz con Mc Nuggets. Más te vale ponerle un buen juguete a tu hija. -le advierto señalándolo con mi dedo.

-Estoy atendiendo la caja, no en la cocina. No controlo eso, pero algo que sí puedo hacer es hablar con un par de personas y conseguirte una muñeca nueva. -le habla a Amber quien parece muy alegre. Estar con Tomás siempre la mantiene muy sonriente.

Para Amber, sus padres son su mundo entero. Aunque claramente tiene ciertas preferencias por Tomás, pero depende de su estado de ánimo. A veces no se le despega a Tere y otras no se despega de él.

No es por alardear, pero conmigo siempre está de buen humor. Cuando me toca cuidarla, se porta muy bien y tiende a estar tranquila a menos que yo comience a jugar y la enloquezca. De lo contrario, es todo un angelito. Tengo un don natural para los niños que al parecer apareció por primera vez con Alex, estoy muy seguro. No por nada es el más tranquilo y callado de toda la masa de hermanos que somos en total.

-Así me gusta hermanito. Haz bien tu trabajo.

 

***

 

-¿Esa es tu pequeña, Roberts? -una chica con el uniforme del lugar pregunta acercándose a la mesa en donde nosotros nos encontramos.

Amber se ha negado a sentarse en la silla para niños, así que se encuentra sobre la mesa dándome la espalda y metiéndole una papa frita a Tomás en la boca. Finalmente terminó su turno, por eso está aprovechando a ser alimentado por su hija. Mientras por mi parte yo devoro mi hamburguesa.

Comer hamburguesas me recuerda mucho a Debi. Ella las ama, incluso la tenía en mi celular como "Amvorgecita" (sí, escrito mal a propósito). La extraño bastante, todos los días lo hago, pero me pone feliz que aunque no nos veamos a diario, ni tampoco nos hablemos a cada hora, nuestra relación funciona muy bien, sin ningún tipo de problema. Confío en ella y ella en mí. Esa es la clave para mantener lo que tenemos a distancia.

-Sí, la misma. -responde Tomás a su compañera tragando la papa y entregándole un nuevo Nugget a Amber.

-Pero si es más adorable en persona. -habla la chica con un tono chillón inclinándose en dirección a mi sobrina. Amber se encoge en su lugar apretando el nugget contra su pecho.

-Tranquila hija, ella no te va a robar tu comida. -Tomás le asegura soltando una risa. Amber murmura algo y yo me centro en lo incómodo que me parece tener la mirada de cierta chica encima. Aclaro mi garganta llamando la atención de mi hermano quien con un vistazo comprende la situación.

-Creo que ya debería irme. Seguramente mi novia me ha de estar esperando. Derek, yo me llevaré a mi hija. -avisa y asiento. Este guarda las papas fritas que Amber todavía no se come dentro de la caja feliz y yo como el resto de mi hamburguesa de un bocado antes de levantarme junto a él. -Adiós, Leila. -se despide de la chica y ambos salimos del lugar.

-Gracias. -digo una vez estamos frente a mi auto.

-Leila es como un bicho molesto, no se muere ni con insecticida. Prefiero ahorrarme el hecho de lidiar con ella. -Tomás comenta mientras Amber juega con su gorra y por mi parte, saco el portabebés para ir a colocarlo al auto de mi hermano.

-No me digas, noté lo intensa que era su mirada.

-Sí, lo es. Una vez tomó mi celular supuestamente para "ver la hora" hubieses visto su cara cuando le dije quiénes eran las rubias en mi fondo de pantalla. -río quitándome la gorra y poniéndosela a Amber quien sonríe y suelta una risa porque esta le tapa los ojos.




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