Chris
-¿Ya te vas? -La chica rubia pregunta.
-Sí, mi turno acabó. -digo y reviso mi reloj. -Lo siento chicas, en la próxima será. -Les guiño un ojo a todas y me pongo de pie para ir por mis cosas.
Estar rodeado de pasantes de primer año es sentirme como un niño en juguetería. Son presas fáciles, pero claro, no me involucro con ninguna porque eso podría afectar de mala manera mi reputación en el hospital. Ya aprendí la lección desde que me abofetearon el otro día. Más que nada, me sirven para distraerme en mis momentos libres o hacerles pasar un rato entretenido con un galán como yo que sé que no encontrarán dos veces. Apenas vienen comenzando en sus prácticas, tarde o temprano van a acabar como carne molida al igual que yo, distraerse un rato les ayudaría a despejar su mente de pensar en qué les esperaba un tiempo adelante.
Para mi suerte, estoy a nada de obtener mi título para poder comenzar mi especialidad quizá a finales de año. Seguramente mis padres estarían muy contentos si vieran lo que estoy logrando.
Comienzo a cantar una de las canciones favoritas de Rubén. Creo que de tantas veces que hemos salido y le he dejado poner música, se me pegaron. No me molesta, Rubén no tiene mal gusto musical, no por nada somos amigos desde hace tiempo, no perdono a nadie que no sepa de buena música.
Una vez llego a mi apartamento, tomo una rápida ducha y comienzo a escuchar unos maullidos en mi ventana. Sonrío al ver a Petra, la gata persa de una vecina, la cual siempre se asoma a pedir comida y caricias. Abro el vidrio y acerco mi mano a ella para dejarla frotarse con su suave y abundante pelaje. Comienza a ronronear y de un brinco, entra como si fuese su propia casa. No me molesta que lo haga, es una gata muy agradable, sin embargo estoy muy cansado, así que luego de darle algo para que se llene el estómago un poco, me voy a dormir.
Cuando mi celular comienza a sonar, han pasado más de dos horas. Con mis ojos pesados, a punto de cerrarse, tomo el aparato y contesto. Sé que es Rubén sin necesidad de ver su nombre en la pantalla, ya que está sonando su canción favorita, la cual asigné exclusivamente para cuando él me llama. ¿Qué querrá este idiota como para interrumpir mi sueño?
-¿Qué mierda quieres? -pregunto volviendo a cerrar los ojos con mucho sueño.
-¿Durmiendo? -pregunta.
-Sí, dime qué mierdas quieres para que pueda seguir con mi muy cómodo sueño.
-Estoy afuera, maldito, ven a abrirme. Llevo 15 minutos tocando el timbre, supuse que estabas hibernando.
-¿Qué haces aquí, maldita sea? -gruño levantándome de la cama, aún no hemos cortado la llamada.
-Es una emergencia, abre.
-Voy. -cuelgo y salgo de mi habitación solamente con un pantalón deportivo puesto. Rápidamente llego a la puerta y ahí veo a mi mejor amigo con un muy, (demasiado) notable chupón en el cuello. -Pero qué...
-No digas nada. -señala y lleva su mano a su cuello para luego adentrarse en mi apartamento con prisa.
-¿Te pelaste con una sanguijuela o qué pasó? -bromeo cerrando la puerta y acercándome a él quien ya se ha acomodado en el sillón.
-¿Recuerdas a Mayra?
-Mmm... ¿Mayra? Me suena.
-Mi ex de la secundaria.
-¿La morena de labios grandes?
-Sí, esa.
-No me digas que te la encontraste y te hizo eso. -señalo con sorpresa. Él volvió a llevar su mano a su cuello, avergonzado. -No lo puedo creer. -digo y suelto una enorme carcajada, la cual sale ronca por haber estado dormido.
-Fue algo... fugaz. No sé cómo voy a llegar a casa y evitar dar explicaciones.
-A ver, a ver cuéntame lo sucedido. -le pido una vez he terminado de reír para poder sentarme a su lado.
-Resulta que Mayra es abogada, se graduó a finales del año pasado y comenzó a trabajar en donde estoy haciendo mis prácticas. -hace una pausa y toma un respiro. -Llegó varias semanas atrás, al principio solo fue saludarnos por las mañanas y luego no nos volvíamos a ver en todo el día. Los últimos días me ha tocado ayudarla en un caso y no sé cómo pasó, pero hoy comenzamos a hablar precisamente de eso, del pasado cuando salíamos juntos.
>>Llegamos hasta la parte de nuestra ruptura que si no lo recuerdas, fue porque se cambió de colegio, y bueno. De un momento a otro las cosas se pusieron algo turbias...
-Y aquí es donde se te lanzó con un complejo de aspiradora. -digo y este me da una muy mala mirada. -Sí, mal momento.
-El asunto es que comenzó una especie de coqueteo y me confesó que desde que me volvió a ver el día que llegó a la oficina, no paraba de pensar en mí y recordar los viejos tiempos y eso. Cuando me di cuenta, ya nos encontrábamos besando...
-¿Con lengua? -me atrevo a preguntar.
-Sí... un poco. Creo que me dejé llevar al estar ambos solos en su oficina, siempre fue buena besadora y bueno, la temperatura subió en el lugar y algunas cosas pasaron...
-¡Te la follaste en la oficina!
-¡No, claro que no!