Sin Mis Chicos (sc Libro#2)

23. Negando lo obvio

Gisele

-¿Qué haces, Gis? -escucho la voz de Tere en mi puerta, seguido de ver a Amber correr hacia mí.

Río y la siento en mi regazo. Yo me encuentro frente a mi espejo sentada con mucho maquillaje regado, en un vano intento de hacerme un buen look para la fiesta de hoy. Estoy considerando ya, el no ir luego de esta decepción.

-Solo intentando maquillarme. Esto en definitiva no es para mí. -digo tomando un par de toallitas desmaquillantes para comenzar a retirarme las sombras azules que intenté combinaran con mis ojos siguiendo un tutorial.

-Mami. -Amber señala la mesa y comienza a balbucear. Tere sonríe y comienza a asentir como si entendiera todo lo que dice.

-¿Irás a alguna parte? -me pregunta una vez su hija centra su atención en tocar unos labiales.

-Pensaba ir a una fiesta... Creo que ya no quiero ir.

-¿Por qué no? No está tan mal.

-¿Qué no está mal? ¡Se ve fatal! No puedo salir así.

-Ay vamos, no te desanimes tan fácil. Si quieres, te puedo ayudar.

-¿Lo harías? -me giro en su dirección, ya desmaquillada de un ojo y le sonrío, esperanzada.

-¿Por qué no lo haría? Sabes que me encanta ayudar y más si es en algo en lo que soy experta.

-Gracias Tere. -bajo la mirada con una pequeña sonrisa apenada.

-No hay por qué darme las gracias. Sabes que eres como la hermanita que nunca tuve, haría cualquier cosa que me pidas. -me dice y la veo nuevamente. Me pican ligeramente los ojos. -Vamos, comencemos con esto. -asiento antes de girarme a terminar de sacarme el resto del desastre que había hecho a un comienzo.

Amber se baja de mi regazo con un brillo labial en la mano y se queda en la cama cuando Tere la sube ahí. La pequeña se centra en el objeto y en un espejo. Me encanta lo fácil que es entretener a mi sobrina.

Una vez la niña ya no está como un impedimento, Tere comienza a hurgar entre mis cosas e ir por otras suyas. Una vez parece tener todo lo que necesita, se concentra en mi rostro.

-¿Qué te pondrás? -es lo primero que pregunta.

-Un vestido azul pálido.

-¿Quieres impresionar a algún chico? -pregunta y no puedo evitar ponerme roja de inmediato. -Tomaré eso como un sí.

-No, no... yo... no quiero impresionar a nadie. -pronuncio en voz baja, demasiado avergonzada.

-Bueno, si no quieres hablar de ello, no hay problema. -suelta una risita y toma su bolso. -Te haré algo ligero y fresco, no te quiero cargar mucho. Solo realzaré el hecho de que ya eres bonita. -Otra vez, me sonrojo. Odio avergonzarme con tanta facilidad.

-Toc, toc. Llegó la persona favorita de todos. -escucho tras la espalda de Tere. Llevo mi vista ahí, a mi puerta en donde se encuentra parado Chris, observándonos. -¿Puedo pasar?

-¡Pío Chis! -Amber se levanta en su lugar sobre mi cama dejando en el olvido el brillo labial para dar brinquitos en el colchón.

-Mini Tere. -él sonríe y se acerca a cargarla. La niña no tarda en engancharse de su cuello.

-Sí, hola a ti también. -Tere reniega centrada en buscar entre sus miles de paletas de sombras.

-Querida hermanita, lamento que tu hija se robe mi atención antes, es imposible no resistirse a su carita. -le dice y ésta lo observa de mala manera antes de que él le rodease los hombros con un brazo. -Sabes que siempre serás la número uno.

-Sí, sí, llegas justo a tiempo.

-¿Tiempo para qué?

-Serás el juez para el maquillaje de Gis. -le avisa y éste alza una ceja. -Irá a una fiesta y yo me encargaré de su rostro y cabello.

-Está bien. -acepta sin rechistar y me observa con una amplia sonrisa de labios cerrados. -Tere es muy buena en lo que hace, así que no te pongas nerviosa. -Nuevamente mira a Tere. -Estaré abajo. -dice y sale de mi habitación con Amber en brazos, dejándome a toda disposición de la rubia.

No sé cuánto tiempo transcurrió desde entonces, solo sé que Tere no me dejó verme al espejo todo el rato en el que estuvo manipulando mi rostro y cabello. Yo me dediqué a jugar con mis dedos nerviosa ante el resultado. Confiaba en sus habilidades, así que intenté calmarme hasta que dio por finalizado mi apariencia. En cuanto acabó, me envió directamente a vestirme.

Cuando me gir9 hacia ella, ya vestida, la veo de espaldas organizando su maquillaje y me aclaro la garganta ansiosa.

-¿Ya puedo verme? -le pregunto jugando con mis dedos. Ella se gira y me da una ojeada, seguido de sonreír.

-Por supuesto. -me cede el espacio frente al espejo y no puedo creer lo bien que me veo.

Mis ojos tienen una sombra café claro bastante sutil, pero bonito, al igual que un delineado muy delgado y sencillo que hacía parecer mis ojos más grandes de lo que ya son. Traígo bastantito rubor en las mejillas y el suficiente rímel en mis pestañas para que estas se vean más largas de lo normal. Mis cejas están perfectamente peinadas y me brilla la nariz. Finalmente en mis labios, me ha aplicado un brillo que hace resaltar su color rosa natural. Parezo otra yo, una más delicada y radiante.




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