Sin Mis Chicos (sc Libro#2)

25. Diario

Nicolás

Salgo de clases como normalmente, en las últimas semanas no ha ocurrido nada interesante, solo que he atrasado mi búsqueda de alguna facultad. No lo sé, simplemente lo he aplazado y probablemente lo seguiré haciendo durante quien sabe cuánto tiempo.

Por otro lado, Will, mi compañero de residencia y yo nos hemos vuelto cercanos. Antes no hablábamos más de lo necesario, pero últimamente nos hemos conocido más. Ahora sé que es Australiano, lo cual explica su acento, va en segundo año de medicina forense, no me lo vi venir al principio, aunque tenía sentido por sus variados libros de anatomía, me pareció bastante interesante escucharlo hablar de su carrera.

Algo muy en el fondo me dice que nuestra amistad fue impulsada gracias a cierta pelirroja que conozco... Tendría sentido tomando en cuenta su confesión el día que conoció a Peyton. Aunque él y yo ya teníamos un poco de empatía entre nosotros antes de eso, como dije, mi mejor amiga solo fue un impulso a que nos conociéramos un poco más. Él parece bastante interesado en ella y no me importa demasiado de hecho, es buen sujeto.

Si Will tiene suerte, la verá, ya que Ethan se quedará conmigo hoy en la residencia porque esta noche llega su hermano y él prefiere evitarlo a toda costa. Tienen una muy mala relación que dependd del mayor, de hecho. Ethan solo sigue dolido, lo que necesita es una disculpa por parte de Joan. Lo conozco y sé que eso es lo único que remediará todo el problema. No obstante, es muy poco probable que eso suceda.

Joan, a diferencia de Ethan es bastante orgulloso. Ese es el problema principal. Aunque tarde o temprano se enfrentarán y espero resuelvan esto de una vez por todas porque antes eran muy cercanos y seguro se extrañan mutuamente.

Camino rápidamente a mi habitación para dejar mis cosas y salgo nuevamente con prisa, finalmente me he decido por ir a ver a la abuela. Quiero el diario de mamá.

Ese diario es la reliquia más grande que mamá pudo dejar. Es un cuaderno de tapa dura de más de 300 hojas, lleno con el último año de su vida. Comenzó a escribirlo unos meses antes de embarazarse de Gisele, en esa parte más que nada hay ideas para libros que quería escribir. Después de unas páginas empezó a narrar parte de su vida, de mí y luego de la ilusión que le hacía tener otro bebé con el hombre que amaba.

Después todo se volvió una mezcla de su vida, sus pensamientos, sus planes futuros, sueños, miedos anhelos, recordatorios, incluso 3 cartas de las cuales solo 2 se han leído. Éstas se ubicaron en las últimas páginas y iban dirigidas a papá, a mí y a Gisele.

Son cartas que escribió cuando supo que su embarazo cada vez era más riesgoso. Prácticamente las hizo por si algo salía mal.

Dejó su vida en ese cuaderno, así fue como la conocí tanto. La abuela lo guardó cuando me fui a Canadá, porque no quería que le pasara algo al viajar. Era hora de recuperarlo. Necesito las palabras de mamá en este momento más que nunca.

Llego al centro de la ciudad. Por poco no identifico la casa, la han pintado desde la última vez que vine, hace más de un mes atrás. Toco el timbre esperanzado por que no abra ni mi tía, ni mis primos. Cruzo mis dedos, hasta que la puerta se abre dejándome ver a mi abuela. Qué suerte.

Su sonrisa al verme es enorme, no puedo evitar abrazarla de inmediato.

-Hola, abuela.

-Mi Nico precioso, no esperaba tu visita. -dice alegre alejándose de mí para verme bien. Sus ojos celestes están brillantes, transmiten mucho.

-Sí, no tenía planeado venir de hecho, pero quería verla y hablar un rato.

-Qué bueno que decidiste venir, ya hasta por mis nietos me siento abandonada.

-¿Sola?

-Tus primos están encerrados en sus habitaciones con esos aparatos mata ojos. -suelta un suspiro. -En cualquier momento me van a venir ciegos. Creo que hasta yo tengo mejores ojos que los tres juntos. -dice dejándome entrar a la casa.

Comenzamos a caminar por el pasillo hasta las escaleras y directamente al segundo piso en donde se encuentra el salón.

Al estar en el centro de Londres, las distribuciones de las casas son algo extrañas, ya que éstas son muy angostas y altas. En el caso de esta casa, las habitaciones están abajo en el primer piso, la sala y cocina en el segundo y luego está un ático y dos habitaciones en el tercero.

-¿Tía Laila está aquí también? -le pregunto.

-No, sigue trabajando. ¿Querías verla a ella también?

-No precisamente...

-¿Qué tal tu padre y Gisele? -me pregunta dirigiéndose a la cocina y servirse un té.

-Bastante bien. Papá está algo ajetreado y Gis sigue creciendo.

-¿Quieres té? -asiento.

-Abuela... ¿Todavía tiene el diario de mamá? -pregunto directamente tomando asiento en la mesa.

-Claro que sí, cariño. ¿Quieres que lo vaya a buscar? -pregunta dándome una taza.

-Ahora mismo no, pero sí me gustaría llevármelo,. Los últimos días han sido algo pesados y creo que me vendría bien las palabras de mamá. -confieso observando mi té humeando. La abuela se sienta a mi lado y toma mi mano.




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