Sin Mis Chicos (sc Libro#2)

27. Portada

Lucy

Estoy lista para mi primer día de gimnasio. Nunca creí que alguna vez haría esto, soy demasiado perezosa para este tipo de cosas, sin embargo algo me incita a hacerlo, necesito algo nuevo en mi rutina sumamente aburrida. Quizá no llegue a estar ni un mes, pero para entretenerme un rato, me parece bien como actividad.

Ellie camina a mi lado contándome que hace unos años casi tuvo un suggar daddy que solo pedía compañía, pero que debió rechazar porque su padre se enteró y se enojó. A mi amiga le ha pasado de todo un poco, sí.

-Era muy amable, o sea, me invitó a ese café solo porque había perdido mi cartera y también me regaló un cup cake.

-¿Cómo cuántos años tenía?

-No sé, alguno 60, aun así no parecía tan viejo, era robusto y alto, ah y tenía unos ojos mieles que gritaban ternura. -hizo una mueca, por mi parte solté una risa.

-¿Cómo se enteró tu papá?

-Ese mismo día, el señor me dijo que le había parecido muy mona y que me quería invitar a cenar y reponer mi bolso. Bueno, como no me daba aires de desconfianza, le dije que sí, aunque me parecía raro. Aquí fue cuando me explicó que estaba solo, viudo y buscaba suggar baby en pocas palabras. Mi guardaespaldas llegó en ese momento y al parecer escuchó todo, me regañó y fue de chismoso con papá. No me castigó, pero sí me dijo que ni que se me ocurriera aceptar algo así en mi vida.

-¿Guardaespaldas? -arqueo una ceja.

-En ese entonces papá tuvo unos percances con gente equivocada, fue por precaución, pero todo se resolvió. -hace un gesto desinteresado con la mano antes de girar hacia un edificio y abrir la puerta de cristal. -¡Llegamos! -dice con emoción dándome un espacio para pasar.

Miro los alrededores, al principio no hay más que una recepción, no demasiado espaciosa en donde una mujer nos atiende. Ellie es la encargada de negociar por mí. Termino pagando solo la mitad de todo lo que en realidad cobran, lo cual es una cantidad bastante accesible. Cancelo un mes que será el mes de prueba a ver si me gusta, me siento cómoda o si aguanto mejor dicho. Ya pagado creo que me motivaré a no faltar porque desperdiciar mi dinero no entra en mis planes.

Una vez hecho el trámite, cruzamos una puerta doble que quedaba al lado y ya nos encontramos en el gimnasio. No hay nada relevante, igual a otros supongo. Con maquinarias alineadas en hileras, personas sudando, estanterías llenas de pesas y música de fondo.

-¿Te acompaño a los sacos de boxear? -La peli rosa me pregunta. Asiento y la sigo hasta unas escaleras al fondo del enorme salón. Cuando subimos toda la gradería, siento un par de miradas encima, sin embargo no les presto atención.

En un lado del salón, están los sacos de boxeo, hay muchos y algunos se encuentran ocupados. Del otro lado, veo pesas y máquinas de ejercicio, la mayor parte de personas acá son hombres, no me molesta, es la costumbre supongo.

-Me gusta. -digo dejando mis cosas sobre el suelo.

-Creo que ahora comenzaré a ejercitarme en este piso... -mi amiga pronuncia mirando de reojo a un grupo de hombres que parecen más musculo que persona.

-Ya veo que no es para verme a mí. -alzo una ceja, ella suelta una risa.

-50/50. Sí me gustaría verte en acción.

-Estoy algo oxidada, pero quisiera intentar al menos hacer algo.

-Entonces... ¿calentamos? -pregunta juntando sus manos. Asiento y vuelvo a tomar mi bolso para dirigirnos a las maquinarias.

 

***

 

-Más oxidado está el auto de mi abuelo, maldita. -Ellie habla algo impresionada.

Suelto una risa sonora mientras me limpio la frente con mi toalla. Ella me tiende una botella con agua.

-No fue para tanto, antes era mejor. -le respondo aceptando la botella.

-Por favor, si yo golpeara a ese saco, probablemente me rompería la muñeca.

-No es una pared Ellie.

-Pero yo soy un fideo crudo todo quebradizo.

-No lo creo. -tomo un trago de mi botella evitando no reír ante los comentarios absurdos que Ellie no deja de decirme acerca de cómo había golpeado el saco hace algunos minutos.

Sí, tal vez no estoy tan oxidada como creí, sigo conservando mucha de la fuerza que he desarrollado con anterioridad y recordaba perfectamente cómo golpear correctamente. Logré que el pesado saco se tambaleara lo suficiente como para impresionar a mi amiga, sin embargo no para complacerme. Me hace falta práctica totalmente.

Mientras guardo mi botella medio llena en mi mochila, noto a alguien acercarse en nuestra dirección, no tengo tiempo para hablar con nadie. Muero de hambre, no he comido desde el almuerzo y no me apetece comprar comida, así que me toca ir a cocinar. Quiero irme ya.

-Hola. -el chico habla una vez se encuentra lo suficientemente cerca de nosotras. Éste se dirige hacia a mí. -Qué buena técnica tienes, he de decir que para ser chica, me impresionaste.

Me giro a verlo con una ceja alzada. 




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