Lucy
Es sorprendente la manera en la que Ellie y Tere se comenzaron a llevar bien desde que las presenté hace unos días. Todo este tiempo me había sentido mal por Tere, ya que siempre parecía algo dolida cuando le hablaba de la pelo rosa. Han encontrado muchos gustos en común y temas de plática, Amber también está encantada con mi amiga, cuando la vio, no dejaba de señalar su cabello.
Es la segunda vez que se ven y parecen conocerse de toda la vida, incluso me siento algo apartada, al menos un poco. Pero estoy bien con eso, es mejor a que se odien o algo parecido.
-Qué mal que te vayas mañana, al fin encuentro alguien que entiende mis gustos y resulta que vive al otro lado del país. -Ellie comenta haciendo una mueca.
-Quisiera quedarme más tiempo, pero Amber ya extraña a su papá y Tomás está volviéndose muy dramático.
-¿Crees que volverás?
-Probablemente, pero no pronto.
-agh, al menos tengo tu número.
-¿Celosa? -Blake me susurra. Me giro hacia él.
-Sí, un poco, pero no te burles o te irás de este bar con un terrible dolor en la entrepierna.
-No iba a burlarme... bueno, no tanto.
-¿Y Leah?
-Sigue en el baño, supongo que retocándose el delineador o algo por el estilo.
-Oye, si tú tienes tu propio apartamento y tus tíos iban a casa de tus padres... ¿Por qué la necesidad de salir?
-Bueno, mis padres viven unos pisos abajo del edificio, seguramente van a subir, así que mejor les dije que tenía un compromiso importantísimo.
-¿Tan mal te caen?
-Sí, prefiero evitar confrontarlos. La última vez que viajé a Colombia, tuvimos varios problemas que están sin resolver.
-Oh, ya entiendo.
Hay un corto silencio.
-Lucy... ¿crees que si le propongo a Leah vivir juntos, acepte?
Abro los ojos como platos ante su declaración, no me lo vi venir y él parece hablar bastante seriamente al respecto.
-No, no sé, es tu novia, tú la conoces más.
-Hace un tiempo lo tengo en mente, pero no ha surgido el momento para proponérselo.
-Llevan dos años juntos, creo que podría funcionar.
-Lo sé, pero igual es un gran paso juntos... me emociona la idea de compartir un espacio con ella 24/7. Creo que sería interesante, además así no tendría que cruzar toda la ciudad cuando tengamos ganas...
-Sí, sí, no hay necesidad de ser tan específicos. -lo interrumpo de inmediato.
Suelta una risa.
-Solo soy sincero. -alza las manos en forma de rendición.
-Como sea, si de verdad lo quieres, solo díselo con calma y espera su respuesta, aunque siempre mantén en cuenta que las probabilidades de que acepte son 50/50.
-Veré si se lo digo esta noche...
-Fuerza, Blake.
Él sonríe y se acomoda en su asiento con la vista fija hacia el área de los baños. Leah está saliendo y mi mente no puede evitar imaginarme verlos vivir juntos, lo más probable es que pasarán más tiempo desnudos, que con ropa, de eso no lo dudo.
-Ya estamos todos, ¡Es hora de ir al club! -Ellie exclama levantándose de su asiento entusiasmada.
***
-Pareces TAN buena madre, no como la mía. -Ellie balbucea recostada con la cabeza en el regazo de Tere y sus piernas, sobre las mías. Ya se ha pasado de copas y ha llegado el momento en donde te confiesa sus pecados.
Ya he pasado por eso varias veces, su resistencia por el alcohol es un poco baja, con tres vasos, ya está en las nubes. Por suerte, hoy no se puso loca, hoy es la borracha calmada y sincera. Recuerdo haberla escuchado llorar por su hámster de cuando tenía once que terminó siendo la cena de un gato porque ella había dejado la ventana abierta. Así mismo, tiene muchas anécdotas y ya que yo siempre estoy sobria, solo me divierto escuchándola.
-Necesito ir al baño, ¿la cuidas? -miro a Tere.
-Sí, supongo, aunque no creo que vaya a querer moverse en este estado.
-No, Lucila, ¡No me dejes sola! -Ellie chilla en un alarido una vez me he puesto de pie y acomodado sus pies sobre el sillón. Parece estar a punto de hacer un berrinche.
-Ya regreso, llorona. -ruedo los ojos y camino hacia los baños. He bebido ya mucha soda.
Una vez termino, lavo mis manos, acomodo mi cabello y salgo. Tengo un déjà vu de la última vez que estuve en este lugar. El pasillo está ahí, pero no la silueta que creí que era mi papá. Aún sigo con aquello en mente y aún no entiendo qué sucedió. Decido asomarme un poco por el pasillo, hay una puerta en el fondo con un cartel de "solo personal autorizado". Hago una mueca, de todas maneras no sé a qué entraría.
Una mano toca mi hombro, asustándome de inmediato. Me giro con toda prisa y tomo la muñeca de esta persona a la defensiva, dispuesta a romper algún hueso.