Sin Mis Chicos (sc Libro#2)

Epílogo

Lucy

-¡Capri! -sonrío una vez Ethan me abraza. Peyton por su parte, no tarda en apartarlo para esta vez abrazarme ella. -Si vas a empujarme, avisa.

-Me alegra que estés bien. -La pelirroja me sonríe y se sienta a mi lado en la camilla. -Espero no te moleste si me ofrezco a trenzar tu pelo, tienes un desastre ahí arriba. -suelta una risita.

-Te lo agradecería mucho. Por ahora, mi mano es inútil. -alzo mi mano izquierda, en donde una intravenosa con suero, está conectada.

-Nico, pásame mi bolso. -ella le habla a mi novio, quien permanece frente a mí, sentado en una silla plástica.

-Ethan, tú estás de pie.

-Me desagradan ambos. -bufa, sin embargo hace lo que le pidió. Una vez Peyton tiene su bolso, saca un peine y procede a peinarme mientras Nico toma mis manos y las acaricia, calentándolas un poco.

Mis manos nunca fueron realmente frías, sin embargo después de todo esto y por permanecer tanto tiempo en este frío hospital, lo están. Ya transcurrieron más de 24 horas desde que los policías y papá me encontraron. Muy probablemente salga de aquí a la mañana siguiente o incluso esta noche. Todavía todo es muy incierto. Pero voy mejorando. Me ha costado un poco digerir la comida, pero papá se dedicó a preprarame él mismo, varios platillos que me gustan. Al igual que mi hermano mayor, tiene gran mano en la cocina, así que he logrado comer bastante bien.

Nico no se ha despegado de mi lado y sus mejores amigos me han hecho compañía mientras mis padres se han estado encargando de temas legales, de los cuales no quiero enterarme, pero sé que en algún punto lo haré.

-Lista, déjame veo si ando un espejo. -Peyton me indica. Alzo mi mano libre de cualquier aparato médico y toco mi cabeza. Es una trenza francesa, que recoge todo mi cabello, eso me alivia de tener que lidiar con mechones revueltos que me molestaban y no podía peinar.

Me miro al espejo, queda muy bien. Aunque mi cara se ve fatal. Quiero volver a llorar por saber el motivo de mi rostro tan demacrado. Anoche tampoco dormí demasiado así que las ojeras son más profundas que nunca en mi vida. Nico nota mi desconcierto al verme, así que retira el espejo, se pone de pie y aparta a Peyton de un empujón antes de sentarse a mi lado y besar mi mejilla con mucha delicadeza. Luego saca de su bolsillo mi anillo de luna, el cual no llevaba puesto desde que salí al gimnasio.

Seguramente papá o mamá se lo dieron al encontrarlo en mi habitación. Sonrío cuando él lo coloca en mi dedo y lo une con el suyo.

Él sabe a la perfección el cómo hacerme sentir bien.

Nuestra pequeña burbuja de amor acabó cuando alguien toca la puerta. Ethan se encarga de asomarse y ver de quién se trata. No tarda demasiado para cuando Ellie ya se encuentra prácticamente sobre mí abrazándome con fuerza.

No me sorprende para nada su muestra de afecto, lo que sí lo hizo fue ver a Leah también con ella.

-¡No sabes el tremendo susto que tuve! ¡Debí ir contigo al gimnasio! Dios, me siento tan mal, pero sabía que tanto patear los sacos de boxeo te servirían de algo. Ya me contaron detalles, así que no hablemos del tema ¿Cómo te sientes?

-Un poco mejor.

-Te traje fruta picada, espero no seas alérgica a nada. -dice sacando una pequeña taza de la lonchera que lleva colgada. Sí, todo rosa.

-Gracias, la comeré luego. -le sonrío ligeramente y le entrego la tacita a Nico para que la guarde.

-Me alegra que estés bien, Lucy. -Leah habla por primera vez. Todos la miramos y eso no parece afectarle en lo absoluto. -Quisiera hablarte en privado... -se abraza a sí misma y yo solo me limito a pedirles a los demás que se retiren un momento. Nadie se opone, Nico solo besa mi frente y es el último en salir.

Leah toma asiento en la silla frente a mi camilla y me observa con sus ojos oscuros, los cuales actualmente no van maquillados como es usualmente.

-¿Qué pasa? -le pregunto al verla un poco ansiosa. Su mirada está en el suelo, lo cual me parece raro, pero no quise preguntar, solo dejarla hablar.

-No sé cómo verte a la cara después de esto... yo sabía lo que sucedería y no te advertí como debí hacerlo.

-¿Sabías qué...? -ni siquiera puedo terminar la oración.

-Jeremaiah es mi hermano.

-¿Cómo? -parpadeo repetidas veces sin creérmelo.

-Recuerdas que cuando te conocí... me comporté algo rara... ya sabes, tensa. -asiento. En un principio creí que simplemente no le caía nada bien. -Es porque me recordaste a alguien... alguien que estuvo involucrada con él.

-¿Mónica?

-Sí, ella. -hace una pausa y finalmente me mira. -Físicamente eres prácticamente idéntica a ella, pero es mayor que tú y tiene un tatuaje en la muñeca derecha.

-¿Qué sucedió con ella?

-Hace varios años, Jeremaiah y Mónica se conocieron haciendo sus prácticas de magisterio... Comenzaron a salir y todo parecía ir bien entre ellos hasta que él de la nada se comenzó a comportar extraño. La celaba por todo, casi no la dejaba salir, le gritaba constantemente y en una ocasión intentó abusar de ella... Eran novios, pero eso no le daba el derecho de hacer semejante cosa.




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