Nicolás
Después de tres largos meses, finalmente he vuelto a California para asistir a la boda de mi padre. Aunque por más contento que me ponga verlo feliz, lo que más me contenta de regresar de Londres es ver de nuevo a mi novia, la cual, durante todo su proceso de recuperación, estuvo distante e indiferente. Yo también le di su espacio para que pudiese sentirse bien de nuevo. Por ese motivo nuestra relación ha estado bastante apagada. No siempre hubo mensajes diarios, ni llamadas semanales. Eran mensajes casualmente, con conversaciones cortas y pocas llamadas poniéndonos al día.
La verdad es que eso me afectó bastante, más que nada al principio. Me sentí vacío y fatal por haber vuelto a Londres, cuando realmente quería estar con ella en California. Pero me lo pidió, pidió que volviera y no quise contradecirla.
Tuve que acostumbrarme a ese distanciamiento sentimental mientras ella se encontraba a sí misma de nuevo. Sé que fue bastante complicado por lo que sucedió y necesitaba despejar su mente de pensar en esa mala experiencia.
Cuando la vi con ese vestido turquesa y tomé su mano, se sintió una enorme conexión nuevamente. Sentí como si me hubiesen regresado una parte de mí que había perdido.
Ahora tengo a una Lucy contenta y pelinegra, ya que sí, su cabello dejó de ser rubio. Ella de cualquier manera se ve increíble, pero me impresionó más este cambio que el primero que tuvo. Combinamos.
-Esta noche ha sido increíble. -Lucy comenta, arrastrando su vestido mojado por el pasillo del salón de eventos.
-Maravillosa. -sonrío contento.
-Tía Charlotte no dejará de reclamarnos haber arruinado su maquillaje por el resto de nuestras vidas. -dice y suelta una risa, más yo lo único de lo que soy capaz de hacer en este momento es mirarla con embeleso.
Por más que ahora tenga el cabello mojado, el maquillaje corrido y el vestido totalmente empapado, yo la veo hermosa.
-Tengo algo para nosotros. -comento tomando su mano. Ella me observa raro por unos instantes, bastante confundida, sin embargo, entrelaza nuestros dedos y relaja el gesto.
-¿De qué se trata?
-Algo especial.
-Dime...
-¿Recuerdas nuestra primera cita?
-Picnic en la playa, sí.
-Tengo algo parecido. -eso logra que sus ojos se iluminen.
-¿Eso, a qué se debe?
-No sé, lo planeé para pasar tiempo a solas. Siento que ha pasado una eternidad desde la última vez que estuvimos frente a frente. Además, no nos vimos en nuestro aniversario.
Ella suelta una risita.
-Está bien. -alza sus brazos y los coloca alrededor de mi cuello. -¿Cuándo?
-Ahora mismo si quieres.
-¿Hoy?
-Si tú lo decides así.
-¿Debería llevar ropa extra?
-Sí, aunque muy probablemente no vas a tener la necesidad de usarla. -sonrío con picardía.
-Eres un pervertido.
-Solo le doy emoción a tu vida.
Rueda los ojos con diversión.
-Entonces... ¿Nos vamos?
-¿Ahora mismo?
-Ahora mismo.
-¿Sin avisar a nadie?
-Le escribiré a Rubén más tarde. -dice sin tomarle importancia mientras me jala fuera del salón. Ambos reímos y a la vez corremos hacia el estacionamiento.
Por suerte papá me deja su auto ya que hoy mismo, cuando todo acabe, se irá directamente al aeropuerto para su luna de miel. Me quedo como el encargado designado de su camioneta. Ya tenía esto programado por si las cosas salían bien al reencontrarme con Lucy, así que mi hermana ya está advertida al respecto y sabe con quién regresar a casa.
Conduzco hasta la casa de Lucy y ella rápidamente regresa con ropa seca para cambiarse después. Yo ya venía preparado para esto, así que luego de esa parada, me dirijo hacia el lugar donde pienso tener una noche especial para ambos. La llama de nuestra relación ha estado débil, así que es momento de volver a encenderla con una noche romántica medio improvisada.
Más o menos luego de media hora de camino, estaciono en la pequeña cabaña que renté para la ocasión, alejada de la sociedad. La playa no está demasiado lejos, así que el mar se escucha con claridad y el aire salado nos sopla con fuerza.
Abro su puerta del auto y le tiendo una mano para ayudarla a bajar. Entrelazo nuestros dedos y nos dirijo dentro. Introduzco la llave otorgada por el dueño de la cabaña y admiro el interior. Siento un olor a madera y menta. No había venido aquí, solo tenía la dirección que papá me otorgó cuando me ayudó a hacer el trámite. Me alegra que él me apoye mucho con mi relación. Es el mejor padre que he podido tener.
Todo me causa muy buena impresión. Es un lugar bastante ordenado y limpio, incluso podría pasar por ser lujoso gracias a los detalles que hay en paredes y suelos. Lucy no se queda exenta de admirar a su alrededor. Cierro la puerta y caminamos hacia el centro del lugar, totalmente embelesados, sin embargo intento disimularlo para que no parezca raro y ella se sienta en confianza.