Sin palabras Sin sonido

CAPÍTULO II

La perdí de vista entre medio de las hojas caídas, el cálido y fresco viento se volvieron bravíos con sentido de izquierda atormentando a los vehículos estacionados. Entre medio de mi desesperación estacioné mi transporte sobre unas cuantas bolsas de basura. Corrí torpemente sobre las veredas ratos de aquella esquina frente a un bello comedor. Ella se percató de mis bruscos movimientos mostrándome su angelical sonrisa. Sus seguidores de vida me empujaron bruscamente sobre una sábana verde de pasto recién cortado. Me dolía el cuerpo de los golpes anteriores, "que ser tan débil" pensé. Ella se mostró airada y en un impulso de abrazarla me tendió su tosca mano, para mi era lo más atractivo que vi en ella. Me inspeccionó buscando alguna lastimadura que tuviese que requerir atención. Intenté comunicarme con ella, pero fue en vano, Solo me miraba con confusión.

Se despidió con sus labios rosando suavemente mis mejillas y una agitación de su mano derecha me dice "adiós". Con gran pesar tuve que asimilar un gran rechazo que tuvo que esperar. Mientras la veía marcharse miré mi mano recordando sus callosos dedos sosteniendo a los míos. "Alice" pensaba mientras manejaba hasta el estacionamiento, esperando encontrarla el próximo día. Sin embargo, no fue así. Durante dos meses no la vi. Todavía recordaba sus suaves labios rosando mi mejilla, el aroma a menta y eucalipto me despistaban de lo que estaba haciendo. ¿Qué era este sentimiento de angustia?

Las actividades en la universidad eran un poco difícil de llevar, pero las pilas estaban cargadas para realizarlas. Dentro de dos horas tenía que viajar en conjunto de mis compañeros a una de las casas del condado más respetado de Mendoza. Se trataba del señor Marino Ficante, en el cual tenía una empresa que se dedicaba a la industrialización de ladrillos de material y botellas reciclables, aunque también las malas lenguas decían que se dedicaba al narcotráfico de sustancias no benignas. El viaje no fue cómodo, era un colectivo pequeño, ya que el nuestro se había roto por una goma pinchada. 

Al llegar al esplendoroso hogar del señor Ficante nos encontramos con una mansión tan grande que superaba a la mía. De ella unos señores la custodiaban con trajes negros y grandes cicatrices sobre sus rostros causando cierto temor sobre las personas del lugar e incluso nosotros, los visitantes. De esa gran mansión salió un hombre pequeño, con unos pantalones de jogging y una camiseta de la selección Argentina. Su cabeza brillante se destacaba y sus ojos eran cubiertos por unos lentes de sol. Nos saludó con amabilidad, al lado de él había una señora que nos indicaba lo que él nos quería transmitir. 

El ambiente era tenso, tan tenso que mi columna vertebral se congelaba y mi piel se erizaba cada 2 minutos. Miraba a mis compañeros y tiritaban como si hubiese sido un secuestro premeditado. La casa se veía acogedora, aunque llena de lujos. De las escaleras una joven bajó, mirándome con una sonrisa. Era ella, Alice que se acercaba en una nube de pétalos bailando por todo el espacio, unos rayos de sol atravesaban por la ventana dando luz a la oscuridad, un delicado viento besaba al suelo imitando un el rose de la sensualidad. Ella depositó dos besos sobre mis mejillas causando un estremecimiento aún más fuerte sobre mi cuerpo. Con disimulo me entregó su número de celular y luego se marchó dejándome mil preguntas sobre mi boca. Su padre con el ceño fruncido hacía gesticulaciones de enojo a lo que ella solo se limitaba a asentir con una cara llena de bronca y disgusto. 

No logré verla más, aunque sentía que su padre me miraba con un poco de incomodidad. No podía escribir lo que se nos informaba, estaba todavía estupefacto por la situación anterior. Unas pocas frases fueron escritas por mi, tuve que reforzarlo con los apuntes de mis compañeros. El exito del señor Ficante era asombroso, quien hubiese imaginado que revendiendo bolsas de madera habría hecho que la contaminación bajase un 6%  en a provincia cada 6 meses. Logrando acumular dinero en un banco durante 10 años, pudiendo comprar acciones en e exterior y formar parte de la bolsa de valores de New York. El señor Ficante era una persona que sabía esperar el momento correcto para actuar, incluso si le costaba varios años de su vida, era un modelo a seguir en mi vida dentro del emprendimiento. 

En casa le plantee el proyecto que tenía en casa a mi madre, pero ella seguía argumentando que no era sólido y la base era muy floja. Estuve investigando con profesionales y estuvieron de acuerdo que era lo suficientemente bueno para un estudiante de primer año como yo. Pasados los días, pude obtener el número profesional del señor Ficante. Él en conjunto con sus socios habían abierto un concurso para que los estudiantes presentaran sus proyectos, una vez evaluados y hecho un simulacro con las posibilidades de exito y las fracaso. Ellos se comunicarían con la persona que persiga la maximización de las utilidades. Ahora sentía que tal vez esta sería una oportunidad para poder ser independiente, las personas no sientan pena por mi, si no que vean que no importa la condición que tenga cada uno, los sueños se cumplen con esfuerzo y dedicación. 

Caminé pisando las hojas de la veredas, sentía esa extraña percepción sobre mis pies hasta mis rodillas. Observaba a la naturaleza fría que se rendía a nuestros costados. El sol se había escondido en un rincón de nubes pícaras, la lluvia parecía que estaba a la puerta. Aunque no podría sentir el sonido que hacía al caer al suelo, el día gris me tranquilizaba, eso me daba fuerzas para seguir avanzando. Llegué hasta la puerta de la empresa y con delicadeza me adentré a mi sueño. Una señora de unos 47 años pudo entender lo que quería decirle y me guio hasta donde se hacía los depósitos de los proyectos deseándome suerte con una sonrisa amable y sincera. 

Me senté en una plaza a tomar un helado y ser bañado por la fría agua que mojaba a los árboles y césped de aquel lugar. "Que sea tu voluntad Dios" sonreí. Mi dedo se deslizó sobre la pantalla del celular encontrando el contacto "Alice" decidí escribirle, aunque tenía miedo que ella me ignorara por completo, pero sinceramente solo quería ser amigo de esa maravillosa joven con aspecto de rebeldía.



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En el texto hay: mafia, amor, sordomudo

Editado: 05.08.2022

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