Eran las cinco de la mañana cuando mi celular sonó, lo colgué y cerré los ojos, dos minutos más tarde volvió a sonar y en cuanto lo toque una descarga eléctrica viajo por mi cuerpo despertándome y alejándome del aparto infernal.
Un holograma se puso frente a mí y reconocí de inmediato el pelo oscuro mientras mis ojos trataban de enfocar.
-¡Me has colgado!- parecía indignada.
-¡Y tú me has llamado a las cinco de la mañana y dado una descarga eléctrica! ¡Soy yo el que se queja! - está por abrir la boca para hablar cuando lanzo una almohada de mi cama hasta su holograma y luego con un dedo en dirección a la almohada voladora hago que esta se vuelva pesada como metal y caiga sobre mi teléfono, destruyéndolo al instante.
No lamento la perdida, sino que me lanzo sobre mi cama y me quejo hasta volver a quedar dormido.
Pueden quejarse después de mí, pero nadie se mete con mi sueño.
¿+?
-¿A qué hora planeas reunirte con Allegra hoy?- pregunta mi abuela con su taza de café en mano, a veces me pregunto si es tan siquiera capaz de alejarse de ella más de un metro.
-No lo sé, le colgué cuando llamó- sigo caminando a largas pisadas esperando dejarla atrás, son las seis de la tarde y acabo de levantarme y aun así continuo con sueño.
-¿Qué hiciste que?- no se lo cree -¡¿A qué te refieres con eso?!- sus viejas piernas corren hasta llegar a mí y da pasos agigantados hasta mí, sus ojos pequeños muestran tantos sentimientos como los de un niño enfurruñado y me da gracia como contrasta con el resto de sus rasgos pequeños, viejos y delicadamente elegantes.
-Le corté la llamada, y destruí mi celular- le miro, aun con el paso rápido y ella intentando seguirme y fracasando en el intento –Eran las cinco de la mañana abuela, no me levanto a esa hora por ella ni por nadie- se detiene y volteo para verla, puedo molestarla con lo pequeña de sus piernas caminando más rápido de lo debido de vez en cuando, pero si ella se detiene yo también lo hago.
-¿Ni por mí?- suelto un suspiro con una sonrisa en medio.
-Tu eres la única persona por la que me levantaría a esa hora- le guiño un ojo coqueto y hace una mueca de encanto hacia mi alzando sus labios pintados de rosa como si me lanzara un beso –Aun así, estoy seguro de que ella me encontrará- le aseguro y volteo dirigiéndome a la puerta y no correspondiéndole la despedida melosa que a ella le gustaría que le diese alguna vez.
Pero hace trece años esas despedidas dejaron de tener sentido.
¿+?
Me detengo en medio del bosque que escogí al azar, miro a las estrellas y luego a mi reloj, son las ocho de la noche y ella aun no hace presencia. Hay un cosquilleo constante en mi nuca que me deja claro que me observan, pero es el hada pequeña que ha estado siguiéndome desde que entre aquí.
Me volteo a encararla y se esconde al momento, ocultándose de mí al instante y me obligo a sonreír para calmar su timidez. Por este bosque no suelen pasar muchas personas por lo que es normal que aquello suceda, pero esperaba ver más que una dado que la mayoría del tiempo ellas suelen andar en manadas.
-Hey, pequeña- doy un paso en su dirección y se recuesta más contra el tronco mientras tiembla, decido no acercarme más –No tienes que temerme, no te haré daño- ella sigue temblando y estoy seriamente pensando en largarme dado de que al parecer me equivoque y ella realmente no me encontrara.
Parece que tuve demasiadas expectativas en ella.
-Idiota- la hadita me insulta y la miro con los ojos entrecerrados y ella tiembla más –Eres un idiota- entonces la voz se me hace levemente familiar y el hada se muestra y me doy cuenta cuando sostiene su estómago y se dobla sobre si misma acuclillándose, no está temblando de miedo, está temblando por contener la risa que ahora no duda en salir a carcajadas limpias.
-¿Qué demo?- y me detengo a media frase mientras la comprensión llega a mi cuando veo su cabello oscuro que de alguna forma se ha vuelto inconfundible para mí -¿Te transformaste en hada?- le pregunto con una sonrisa en el rostro, me gano, realmente me gano.
Recuerdo como se transformó ayer en una sirena y no me sorprende que ahora se haya transformado en hada, pero no lo veía venir.
-¿Qué acaso no me ves?- da un salto y su forma diminuta del tamaño de un pulgar se transforma en su altura normal. Lleva un vestido que Tinkerbell exige de vuelta junto a sus zapatos, pero su pelo esta suelto a su alrededor y sus alas brillan en la oscuridad de la noche -¿Te gusta?- da una vuelta sobre si misma –Alexa lo confecciono para mi durante una competencia escolar el año pasado y no me lo había puesto hasta ahora, es como la bandera blanca en una pelea reciente.
-¿Funciono?- pregunto alzando una ceja.
-Nop- ríe –Pero me queda mejor de lo que pensé- da una vuelta sobre si misma dejándome ver un tatuaje sobre su omoplato derecho que baja por su vestido.
-Tienes un tatuaje- intento ver con más detalle y fallo miserablemente.
-Se hace cuando matas a la primera persona, es una costumbre de mi especie que elegí conservar- me da una sonrisa ladina.
-¿Qué es?
-Eso es tema de otro día- no habla de ello –Lo importante es que me digas porque llevo dos horas persiguiéndote por un bosque cuando pudimos resolver esto esta mañana- levanto una ceja en su dirección.
-No me iba a levantar a las cinco de la mañana- bufa, pone la mano en el único bolsillo de la falda de su vestido y saca orillas de pan que empieza a comer.
-¿A que hora te levantaste?
-A las seis de la tarde- levanta una ceja en su dirección -Dormir es mi vida.
-Me doy cuenta- suelto una risita por la forma en que lo dice –¿Contra quién tengo que pelear? - mando un mensaje telepático a astucia.
-No lo sé, pero dado el lugar en que estamos- luciérnagas se acercan a nosotros desde lejos, pero sabemos que es lo que son antes de siquiera verlas.
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Editado: 16.02.2021