Sin Raza

Capítulo VIII

Mi celular suena y cuelgo sin mirar la hora, suena tres veces más y lo arrojo a la pared, luego recuerdo que destruí mi celular ayer y levanto la cabeza para ver que arroje a la pared que hacía ese sonido y miro a Ferson parpadear hacia mi junto a donde lancé.

-No me fije.

-Lo sé, pero es increíble que aun así casi me golpearas con el celular que quería probar si era indestructible a tus humores mañaneros- miro el montón de pieza a su lado junto a él –Fracaso- dicta la sentencia y rio mientras me siento en la orilla de la cama.

-¿Qué hora es?

-Las once.

-Aun no es mediodía- le reclamo.

-Tu abuelo llama- suspiro y me pongo las pantuflas para luego caminar hacia la puerta –Te recomendaría ponerte una camiseta- me lanza una deportiva que no me molesto en atrapar y camino por los pasillos de Vortex en pantalones de pijama mientras me estiro y bostezo en todo el camino.

Cuando llego, mi abuelo no duda en reclamarme por andar semidesnudo por el lugar, sinceramente no me importa al igual que a la mayoría de las chicas y sus miradas indiscretas que me hacen recordar que es mejor no ver dentro de sus cabezas sin activar un botón que está bien escondido y guardado dentro de mí.

-¡Escúchame cuando te hablo!- dejo de fijarme en la nueva cana que le salió en la barba y suspira –Esto es un desastre, ni siquiera estas proporcionando información nueva que nos ayude, fácilmente podríamos dejar esto como esta y ella nos ganaría- ruedo los ojos.

-Tengo información nueva, es solo que no la he escrito porque me parece innecesario el ganar esto o no- suelto otro bostezo y mi abuelo me lanza una mirada que incluso a mí me pone los pelos de punta –Escuchen, en cuatro años como máximo tendrán a las tres Sin Raza en Vortex, yo apostaría por dos dado que no parecen ser del tipo que negocian lo que quieren y aun no las conozco. El caso es que ellas quieren trabajar aquí y Allegra no se lo permite por lo que en cuanto ellas cumplan mayoría de edad o Allegra se canse de intentos vanos ellas estarán aquí por lo que ponernos en vergüenza no nos ayuda- mi abuelo, los que considero tíos canues y mi abuela cafetera andante parpadean en mi dirección.

-¿Qué?

-Lo que escucharon- suspiro y bostezo a la vez –El caso es que, si quieren información, sepan que ella se puede transformar en cualquier raza y tener sus poderes, aun no veo debilidades en estas transformaciones y si no mantiene algo cerca de su boca parece le dan ganas de matar a alguien por lo que es bueno mantenerla alimentada, por alguna razón puede conseguir número de celulares y rastrea como una maldita ninja y para terminar, sus hermanas se llaman Alexis y Alexa- le guiño un ojo a mi abuelo, le doy un beso en el cachete a mi abuela y salgo de la habitación.

Un mensaje me llega cinco segundos después y en el solo aparece un guiño.

Me pregunto si de alguna forma no habrá puesto algo extraño cerca mío para saber incluso lo que digo.

+ALLEGRA+

Tengo hambre, hambre de sangre, hambre de ver bocas cocidas para que dejen de cerrar tratos, hambre de que ojos se cierren para que dejen de ver cosas horribles, hambre de que narices no existan para que no huelan drogas, hambre de que oídos se quemen para que dejen de escuchar chisme. Tengo hambre de muerte y no puedo matar.

Cuando tengo hambre, como. Últimamente no puedo hacer esto por culpa del trato con Vortex, pero con tal de que mis hermanas salgan de esto, valdrá la pena.

Cualquier cosa vale la pena con ellas.

Miro la pantalla, las instalaciones de Vortex se reproducen y adoro ver como ellos piensan que tienen la mejor seguridad del mundo y realmente me causa gracia dado que nunca he entrado a la mayoría de esas habitaciones y tengo el control de ellas.

Siento venir a alguien y cambio el canal justo cuando aparece. El mental camina hasta mí y alza una cena en dirección a la pantalla donde se reproduce una película del siglo pasado por lo que voltea su mirada a mí con la ceja aun elevada y espera una respuesta mientras como una paleta de bizcocho y sidra de forma provocativa y eso no le hace ni ji.

-Esta es la mejor paleta que pudieron inventar- ríe y toma asiento en el puf en forma de dinosaurio a mi lado.

-Voy a saciar mi curiosidad y arriesgarme a preguntar ¿Qué sucede con el vómito de arcoíris? - señala a nuestro alrededor en torno a mi habitación.

-Cállate- intento que suene a broma, pero no lo consigo –Son regalos de mis hermanas- me levanto para ir a la pequeña nevera con forma de zapato de la esquina y hablo mientras vuelvo con un tazón de regaliz en mano –Una de ellas tiene gustos extraños y le gusta regalarme cosas que le fascinan y amo cuando lo hace porque no es muy sociable que digamos.

-¿Cuál de las dos?

-Alexa- respondo –Alexis es muy superficial en torno a su apariencia, quiere ser popular y salir a conocer el mundo. Alexa es lo contrario, ama cualquier cosa que sea más raro que un unicornio de tres cabezas, quiere destacar sin que la popularidad venga a ella y prefiere que el mundo la conozca a ella conocerlo.

-¿Y tú?- le ofrezco regaliz y niega, todavía teme que lo envenene.

-Digamos que soy más del tipo al que no le importa una mierda- como –Si le caigo mal a alguien, puede tomar un pepino y pegarlo con silicón caliente en su ano. Si no quieres verme, cose tus ojos. Si simplemente no estas de ánimo para ver como como sin parar o pienso en formas dolorosas de matar a alguien entonces puedes tomar tu dulce inocencia y tragártela junto a un cactus. No me importa una mierda la opinión ajena, si quieren conocerme o no, es su problema.

-¿Por qué?- no pensé que fuera a preguntar aquello ya que parece tener una opinión igual a la mía por la forma en que llego a mi casa sin camiseta, pero respondo por el simple hecho de que sus ojos están brillando y vino a mi casa con nada más que una franela liviana que me deja ver parte de su complexión y es claro de que un cuerpo sexy se esconde tras esos polos horriblemente aburridos y carentes de cualquier sentido de diversión.




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