Sin recuerdos de ti

CAPÍTULO 18°

Andy

Después de una hora de estar en el restaurante nos disponemos a ir a casa.

Rosi pide un taxi.

  • Listo chicas. Vámonos. (dice Rosi cuando llega el taxi)

Subimos al auto y se pone en marcha.

Continuo pensando en los acaba de suceder con Leonardo. ¿Alberto tendrá con esto?

Salgo de mis pensamientos y me percato de que no estamos yendo a casa.

  • ¿A dónde vamos, Rosi? (pregunto)
  • Ya verás cuando lleguemos (responde Rosi)

Miro a Diana y ella parece igual de desconcertada que yo.

¿Qué trama ahora Rosi?

Realmente espero que no sea alguna de sus locuras. No estoy de ánimos. Leonardo dijo que no me preocupara pero siento que algo está mal.

Quince minutos después el taxi se detiene.

  • ¿Qué hacemos aquí, Rosi? (pregunta Diana)
  • Vamos a dar un paseo (responde)
  • ¿Un paseo? Es una broma, ¿Verdad? (digo)
  • Ninguna broma, amigas mías. Vamos, por favor. (suplica con un gesto tierno en su cara)

Diana y yo terminamos cediendo. Bajamos del taxi.

Rosi comienza a caminar hacia la playa y la seguimos.

El cielo está completamente despejado, lo que me da lista vista de las estrellas. Y la luna. Tan hermosa.

No hay nada más hermoso que la luna llena rodeada de miles de estrellas.

Cierro mis ojos y me concentro en el sonido de las olas. Tomo una profunda respiración del aire fresco. Esto es maravilloso.

  • Siempre te ha encantado el mar.(comenta Diana cuando se acerca a mi junto con Rosi)
  • Si. Me llena de tranquilidad y…. (una pequeña sonrisa se dibuja en mi cara) recuerdo a mi madre. Si ella estuviera aquí, sé que estaría muy feliz y orgullosa.
  • Ella está siempre contigo aunque tú no la puedas ver.(dice Diana y me abraza al igual que Rosi)

Sin duda  tengo a las mejores amigas del mundo. Rosi se aparte mientras dice:

  • Bueno. basta, este es un día de felicidad. No hay que llorar.
  • Estoy de acuerdo contigo, Rosi. Hoy es el día de Andy. (concuerda Diana)
  • Muy bien. Así se habla. Tengo una idea (dice con una amplia sonrisa)

¡Oh no! ¿Otra idea?

Rio ante ese pensamiento. Rosi me mira fijamente y continúa.

  • Andy no te puedes negar. ¿Entiendes?
  • Esta …bien (respondo un poco dudosa)

Volteo a ver a Diana en busca de respuestas pero no consigo nada. Al parecer no tiene ni la más mínima idea de lo que sucederá.

  • Primero, te vendaremos los ojos.
  • ¿Qué?
  • Vamos será divertido. Tienes mi palabra.
  • Bien.

Dejo que me vende los ojos y comienza a guiarme por la playa.

Una parte de mi dice a gritos que no debí aceptar. Sin embargo confió en ella. Como lo he hecho siempre.

Caminamos durante unos minutos hasta que detiene sus pasos.

  • ¿Ya puedo quitarme la venda de los ojos?
  • No (responde Rosi)

Escucho que le murmura algo a Diana pero no logre distinguir  que dice.

  • Escucha con atención, Andy. (vuelve a hablar Rosi)
  • ¿Si? ¿Qué pasa? (respondo un poco asustada)
  • Tranquila. Pondré una carta en tu mano.

Toma mi mano y me entrega la carta.

  • ¿Qué es? (pregunto)
  • Esas son las instrucciones que deberás seguir.
  • No entiendo nada. Explícame.

Intento quitarme la venda pero me detiene.

  • ¡Espera!
  • ¿Por qué tanto misterio?
  • Porque es una sorpresa (responde)

<<Tanto para una sorpresa>>

  • Vas a contar hasta….20. Te quitaras la venda y seguirás las indicaciones  que están en la carta, ¿Entendiste?
  • Si.
  • Cuando diga “ya” comienzas a contar  en voz alta.

Pasan unos segundos y vuelve a hablar.

  • Ya.

Empiezo a contar como me ha dicho. Termino y me quito la venda. Busco a mis amigas. Peor no están.

  • Genial. Me han dejado aquí sola.

Recuerdo la carta que Rosi me entrego y la leo.

  • “Sigue el camino”.
  • ¿Camino? ¿Cuál camino?

Con la mirada busco algún indicio de camino. De pronto se encienden unas luces detrás de mí. Se ve hermoso. Parece algo mágico.

Ahora entiendo lo del “camino”. Sigo las luces hasta llegar al final.

Me encuentro con una mesa adornada con un mantel blanco. Sobre ella esta una caja dorada.

Leo la nota que tiene

  • “Ábreme”

Lo hago y veo que la caja está llena de pequeños papelitos de colores. Rebusco en el interior y me encuentro con una carta y una pequeña bolsita de color rojo.

Dejo la bolsita sobre la mesa y enfoco mi atención en la carta.

La abro y saco su contenido. Comienzo a leer. Las ganas de llorar me invaden cuando leo:

  • “Eres la mujer más maravillosa que he conocido. Te amo tanto Andy, que recorrería el mundo entero por ir encontrarte. Quiero compartir toda una vida a tu lado. Poder despertar cada mañana contigo, ver esa mirada que me quita el aliento y tus besos que me vuelven loco. Ese es mi más grande sueño. Sueño que depende de una sola persona. Tú, Andy.”




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