Sin reina, no hay corona

Recuerdo #1

15 de enero del 2000| 16 años atrás. 
 


 

— ¡Mira mami ya llego la carroza  de la princesa! —una pequeña Selene de 9 años chillaba de emoción. 
 


 

Su madre veía a su hija brincar para poder ver a la princesa. Era el primer día de clases de la princesa en la escuela y Selene era la única que estaba emocionada por ver a la princesa. 
 


 

La pequeña niña la cual llevaba una corona   salió de uno de los carros de la familia real.

Selene se dio cuenta que la  princesa no venía sola. Casi se desmaya al ver al príncipe. Ella siempre había suspirado por ese niño cinco años mayor que ella, pero para ella el amor no tiene edad. Se soltó del agarre de su madre y corrió hacia donde estaba la familia real. Los guardias no la detuvieron solo por tratarse de una niña, ella se abrazó al príncipe, este totalmente sorprendido no hizo nada. 
 


 

—Eres tan hermoso en persona —suspiro la pequeña. 
 


 

Alexander bajo la cabeza y observo a la niña que lo había llamado "hermoso" nunca nadie lo  había llamado así, siempre le decían que era un chico guapo nada más. 
 


 

—¡Suelta a mi hermano!—la princesa la empujo—, él es mío —abrazo a Alex por el otro lado. 
 


 

—Pero yo lo quiero para mí, el será mi príncipe —protestó Selene a la cual ya no le caía bien la princesa—, no lo puedes tener. 
 


 

—Es mi hermano, solo mío. 
 


 

—Pero yo no lo quiero como hermano —Selene agarro a Alexander por la mano—. ¿Quieres casarte conmigo? Yo quiero ser tu princesa y en un futuro tú reina. 
 


 

Alexander miraba divertido la pelea entre su hermana y la niña que le proponía matrimonio. 
 


 

—Puedo ser de las dos, no hay porque pelearse —las calmo— tu siempre seguirás siendo mi hermana eso nadie lo cambiara y tu —miro a la jovencita—, puede que algún día seas mi esposa. 
 


 

— ¿Por qué no ahora? —refunfuño. 
 


 

—Porque eres muy pequeña para mí, cuando estés más grande puede existir una posibilidad. 
 


 

Alexander se puso a la altura de la pequeña. 
 


 

— ¿Cómo te llamas? —le preguntó con cariño. 
 


 

—Selene —le respondió está totalmente embobada por el príncipe. 
 


 

—No le hables así —regaño la princesa a su hermano—, no me  gusta que le muestres afecto. 
 


 

  Alexander rio por lo bajo. Sin duda su hermana esta celosa. 
 


 

—No me quitaras a mi hermano —le advirtió a Selene. 
 


 

Selene la ignoró en cambio se en gancho en el cuello del príncipe. 
 


 

— Prométeme que cuando sea grande y con la edad que tú quieres, te vas a casar conmigo —rogo. 
 


 

—Lo prometo —él la beso en la mejilla. 
 


 

La jovencita soltó un suspiro complacida. 
 


 

—Te estaré esperando —juro Selene— no demores, yo me guardaré para ti — prometió. 
 


 

Alexander le sonrió, aquella niña de piel blanca y ojos de todos los  colores había despertado su instinto protector. 
 


 

—Es una promesa —alzo su meñique igual que Selene y se prometieron. 
La madre de Selene observaba a su hija con una sonrisa de madre orgullosa y feliz. Su hija nunca se guardaba nada lo que pensaba lo decía. 
 


 

Una promesa inocente que ninguno de los dos pensaba que en un futuro sucedería, Selene tomaba las promesas como algo serio y difícil de romper, mientras Alexander solo podía orar para que la pequeña que le había pedido matrimonio nunca perdiera su inocencia y en algunos futuro su esposa fuera una mujer que lo amara. Solo esperaba que el tiempo no lo cambiara ni a él, ni a su pequeña prometida. 





 


 




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