Sin reina, no hay corona

Capitulo 24

Había pasado una  semana en la cual Alexander sentía que había muerto en vida, su prometida y su hijo todavía estaban en la clínica. El príncipe exigiría que le dieran de alta, estaba cansado de dormir en una clínica donde todo olía a alcohol. 
La boda estaba planeada para hoy, pero en vista que la novia estaba indispuesta se canceló, el parlamento le informó al príncipe  que no podía  esperar mucho tiempo más, si dejaba pasar este día perdería el trono y Cristian seria el rey, la corona la hubiese tomado Katia. La hermana de Alexander. Pero ella renunció a ser heredera.

Alex Se levantó de la incómoda cama que había mandado a poner en la habitación de Selene y se acercó en donde se encontraba esta. La miro durante varios minutos,  entonces ella abrió los ojos y  le  sonrió débilmente.

—Quiero irme de aquí a casa —suplico con  voz suave.

Alexander sabía que ella se refería a su familia, casi se le rompe el corazón al darse cuenta de que sus primeras palabras eran como cuchillas cortando su piel.

—Tus padres están  aquí  —confesó, él no quería decirle porque no quería que se fuera y sencillamente no sabía si  podría traerla de nuevo, esta vez no será capaz de amenazarla. 
   
—Quiero ir contigo —Selene lo tomó de la mano. Ella se había percatado de la tristeza de Alexander. No quería dejarlo solo, su madre y hermana no estaban, ella no quería dejarlo en una casa llena de guardias y empleados.

— ¿Lo dices enserio? — detecto en la voz de Alex  sorpresa.

—Claro, no quiero dejarte solo —sin saber porque él se  enfadó.

—Sabes que odio la lastima.

—No lo  es —suspiro cansada —, todavía siento algo de rencor Alex, pero me duele verte triste y lo sabes, como también sabes que estoy loca por ti desde mis 9 años —él sonrió ante el recuerdo.

— ¿Todavía crees que soy hermoso? Porque una vez me dijiste que de bonito no tenía nada, sólo mi rostro y me lo querías romper.--- bromeó para alejar el sabor amargo que se había instalado en su garganta.

—Eres hermoso solo cuesta verlo, pero lo eres.

—También dijiste que te guardarías para mí —recordó él.

Selene recordó ese día, al verse como una niña rogándole a él príncipe que se casara con ella. 

Iba hablar de nuevo cuando alguien entró sin avisar.

—¡Queridos sobrinos! —saludo Cristian—, he venido a traer al juez de la  boda civil.

Selene se sorprendio con sintimas de nerviosismo exclamo:

— ¿Qué?  ¡Ah! Hoy es la boda, pero yo no puedo ni caminar —Selene busco ayuda en Alexander, este suspiro.

—Si no me caso hoy perderé la corona, ya sabes: "Sin reina, no hay corona "—ella suspiro resignada.

—Me veré horrible, además de gorda, medio inválida. El vestido me quedara horrible y sentada peor aún, has visto los  gorditos que se me salen cuando estoy sentada—Alexander y Cristian la miraron enojados.

— ¡Ya cállate! —le espeto Alex.

—Eres hermosa —halago Cristian
 


 

—No te verás horrible — gruñó  el príncipe. Selene no dijo nada solo miro al techo pensativa. —El vestido te quedara bien, no iras en silla de ruedas y no he visto ningún gordito, solo tus pechos, en realidad es lo único que veo cuando estas sentada. 
 


 


La chica  no reacciono a su comentario, ella sabía que no era verdad lo que ellos decían solo lo hacían para hacerla sentir mejor.
 


Alexander miro a Cristian buscando ayuda.

—Te acuerdas cuando tenía 16 y me llamaste gorda —le recordó rencorosa, puede que se estén dando  una oportunidad, pero ella no podía simplemente olvidar todo.

—No —mintió Alex, sabia ya por donde iba y si, él recordaba  perfectamente de todo.

—No mientas, sabes que eso no me dolió tanto como el día que me vistes por primera vez en la casa real y ni siquiera te diste cuenta que era yo, ese día peleamos como siempre y lo  peor fue que ni siquiera fingías no te acordabas de mí.

El príncipe no sabía que contestar. 
Cuando la vio en el despacho de su padre no la había reconocido. Era cierto. Pero, después de salir de su enfrentamiento, fue entonces cuando se dio cuenta que era Selene, ella había cambiado su color de pelo y sus ojos no tenían ese brillo que siempre le había gustado.

Cristian presintió que se venía un tsunami y decidió marcharse sin que los dos se dieran cuenta.

—Nunca he sido linda te encargaste de dejármelo claro, nos estamos dando una oportunidad, pero ¿quién me asegura que tu un día de estos simplemente de vayas? Y no vuelvas más.

》Que te  enamores de una mujer de tu gusto como no puedes enamorarte de mí, porque a pesar de que dices que podemos llegar a ser una pareja enamorada Alex, tú nunca sentirás eso por mí.

Alexander limpio  las lágrimas que caía de los ojos de Selene, le dolía recordar todo lo malo que él,  le había hecho, pero  si estaba enamorado de ella.

— ¿Por qué pones palabras que de mi boca no han salido? Selene —ella iba a protestar pero Alexander  puso un dedo en sus  labios —, yo si estoy enamorado de ti —confesó.

—¡No me mientas Alex! —suplicó—, dime la verdad. Si quieres puedo ser la esposa que deseas, aunque me duela dejare que busques a una mujer que te guste, prefiero verte con alguien de tu tipo, que fingir que sientes algo por mí.

— ¡Acaso no me estar escuchando mujer! —tomó su rostro entre las  manos— El día en que tuviste, el accidente fue el peor día de mi vida, solo pensar que te perdería a ti y a mi hijo me destrozaba. Tu —le beso la mejilla—, te has convertido en algo especial para mí, mi hijo llena una parte del vacío que sentía y tú eres todo, siempre estuviste allí en ese lugar que nunca me atreví a tocar mi hijo y tu llenan por completo ese vacío dentro de mí.

Selene quería  creerle pero no podía.

—Te amo —le susurro Alexander—, tesoro siempre lo he hecho, nunca quise admitirlo y sabes que quería casarme contigo jamás se me olvido nuestra promesa.




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