Sin Retorno

127. Perdición

- 127 -

Había algo perturbador en ver que el reloj retrocedía en vez de avanzar, conforme cruzaban husos horarios hacia el oeste. Especialmente porque con cada hora repetida de aquella noche interminable, Silvia sentía que perdía cuanto conocía y amaba, hasta quedar completamente sola para adentrarse en lo que los próximos diez días pudieran depararle.

No la sorprendía sentirse así, ni el miedo irracional que le retorcía el estómago. Le hubiera gustado poder evitar su impulso instintivo de retrotraerse en su interior, pero era la única forma que conocía para reunir valor.

Para peor, aquel asiento en primera la confinaba como si estuviera en un ataúd. Le permitía conectarse con todo el mundo fuera del avión, pero le ocultaba a Jim en el asiento vecino. Para verlo debía sacar los pies del hueco bajo el estante de la televisión, enderezarse en el asiento y asomarse más allá de la fea cabecera de plástico llena de enchufes, por encima de la mesita lateral fija entre ambos asientos.

Apenas se movió, Jim se irguió para mostrarse más allá de las cabeceras de sus asientos. Su sonrisa hizo que Silvia considerara seriamente arrancar las obstáculos entre ellos.

—¿No duermes?

Ella se encogió de hombros. Para su sorpresa, Jim volvió a reclinarse en su asiento, desapareciendo sin darle ocasión de decir nada. Un segundo después su teléfono vibró con una notificación de actualización del Hey, Jay! Se asomó por encima de la mesita lateral y vio a Jim repantigado con toda comodidad, teléfono en mano.

—¿Bromeas? —rió.

Jim alzó las cejas. —El lugar no invita a platicar, ¿no? —Volvió a enderezarse y sus caras quedaron a pocos centímetros. Maldita mesa lateral—. ¿Sabes? Estaba escuchando música en modo aleatorio, y caí en una canción de Matchbox 20 que hacía años que no escuchaba.

—¿La banda de Rob Thomas?

—Ésa misma. —Jim señaló el teléfono de Silvia con el mentón—. Fíjate.

—Sí, milord.

La sonrisita de Silvia lo hizo estirarse hacia ella, pero no alcanzó sus labios.

—Cuando lleguemos a casa, mujer…

—La próxima vez deberías considerar las bondades de viajar en económica.

Silvia le guiñó un ojo y se reclinó en su asiento, riendo por lo bajo al oír que Jim la imitaba gruñendo.

Se puso los auriculares pensando que era una suerte que pudiera emprender ese viaje con él a su lado. Aquel momento tan breve y simple le había bastado para arrancarla del rincón en el que se había refugiado. Ver cómo le sonreía, cómo la miraban esos ojos increíbles, era suficiente para mandar sus miedos a hacer gárgaras.

Jim no había posteado sólo la canción. Bajo el video, había escrito:

“El maldito me gano a escribir la canción perfecta para ti.”

Sus palabras y el título Downfall, “perdición”, la hicieron apresurarse a reproducir la canción.

Un momento después, mientras Jim se entretenía en Twitter aguardando que ella respondiera, una sombra se proyectó sobre él. Alzó la vista para pedir un bourbon y Silvia le sujetó la cara con ambas manos para besarlo, incapaz de esperar hasta el final de la canción.

—Es al revés —susurró, dejándolo rodearle la cintura y guiarla a sentarse sobre sus piernas—. Yo seré tu perdición.

—Si supieras cuánto me gustaría verte intentarlo —replicó Jim antes de volver a besarla.

Un vaso de papel voló a través del pasillo y rozó la cabeza de Jim.

—Dejen dormir, bastardos —gruñó Sean sin abrir los ojos.

Jo sofocó la risa en el asiento tras él, igual que Jim y Silvia, sus labios aún juntos.

 

PLAYLIST#3




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.