Sin Retorno

148. Un Momento

Jim se prohibió mirar atrás y se encaminó directamente al estacionamiento. La música se encendió cuando arrancó la camioneta. La primera canción lo hizo sonreír. Era la lista de reproducción de Silvia. No la cambió. Sería como regresar a casa con ella.

Salió del aeropuerto pensando que las próximas veinticuatro horas se iban a eternizar, esperando que Silvia le escribiera. Porque sólo entonces sabría si las cosas entre ellos estaban tan bien como parecían, y cómo había tomado su regalo de bienvenida.

No sabía bien por qué le había dado el anillo. Nunca antes había hecho algo así, ni siquiera con Carla. Y se dio cuenta que nunca antes había sentido la necesidad de que una mujer fuera por allí con una señal tan notoria de que era suya. De que estaba con él, su mente millenial corrigió a su corazón cavernícola.

 Podía resultar patético, definitivamente prehistórico, pero era lo que sentía.

Quería que durante las próximas semanas, todo el que viera a Silvia supiera que ya no estaba disponible. Más que darle un anillo, le hubiera gustado hacerle un tatuaje en la frente que dijera “Propiedad de Jim Robinson”.

La idea lo hizo reír. Como si Silvia fuera a aceptar ser considerada propiedad de nadie. Lo cual llevó sus pensamientos de regreso a la alianza. No creía que la usara. Por lo de las etiquetas y todo eso, pero más que nada porque había pertenecido a su madre. La aterrorizaría la posibilidad de perderla y seguramente la guardaría bajo llave.

Recibió el mensaje de Sean cuando ya estaba a pocas calles de su casa. ¿Mariscos en lo de Carlos? Seguramente a su hermano lo preocupaba cómo le sentaría volver a su casa solo. Bien, mariscos era una buena idea y Carlos cocinaba como los dioses.

Giró en la primera esquina para desandar camino y dirigirse al pequeño restaurante en la playa.

¿Por qué le había dado la alianza?

No importaba que se lo hubiera arrojado en vez de montar todo el circo e hincar la rodilla ante ella. Un anillo de compromiso era un anillo de compromiso. ¿Estaba seguro de que quería asumir todo lo que significaba lo que acababa de hacer?

No precisaba un retiro espiritual en el Tíbet para saber la respuesta: sí.

Un momento.

¿Sí?

¿Cómo que sí? ¿Desde cuándo?




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