Sin Retorno

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-René

Cuando piensas que has alcanzado el límite de capacidad para afrontar las adversidades, la vida te presenta desafíos aún más complejos y dolorosos.

Tras recuperar a Eva imaginé que podríamos finalmente respirar, pero me equivoqué. Fue solo el comienzo de un doloroso camino.

La expresión que me dirigió antes de desvanecerse en mis brazos fue el presagio de un mal augurio. Al intentar reanimarla, pude advertir la presencia de sangre en la parte inferior de su vestimenta.

-Eva, amor, despierta, por favor- Le rogaba- ACELERA- Le grité a Andrés

-Maldita sea Eva- Gritó en nuestra dirección- No nos puedes dejar- Lo vi golpear el volante, mientras aceleraba aún más.

Yo había sido testigo de la profunda amistad que existía entre ellos, y podría afirmar categóricamente que eran como dos hermanos mayores, quienes se brindaban apoyo mutuo, cuidado y sobre todo compartían innumerables anécdotas.

Nos tomó apenas 10 minutos arribar al hospital más cercano, aunque para mí ese lapso de tiempo resultó una eternidad. Durante esos breves momentos, mi alma parecía haberse desprendido de mi cuerpo.

Fueron diligentes al atenderla de manera inmediata al percatarse del estado en el que se hallaba. Sin embargo, ninguna enfermera o doctor se acercaba para proporcionarnos información sobre su condición. Nos encontrábamos aprensivos y con la incertidumbre a flor de piel.

Escuché pasos apresurados y unas manos tomar mis brazos. Levanté la vista, se trataba de mamá. Su abrazo me dio un poco de fortaleza para lo que se avecinaba. Cuando me soltó vi acercarse un doctor en nuestra dirección.

-Buenas tardes, ¿Familiares de Eva Gómez?-dijo

-Sí, aquí estamos, yo soy su pareja- comenté

-Por favor denos información- le rogó Andrés

-Logramos detener el sangrado-anunció- pero no pudimos hacer nada por el feto- No comprendía.

-¿Disculpe?- Pregunté confundido

-Tenía aproximadamente 3 semanas de embarazo-cerré mis ojos con dolor- Realizamos la dilatación y curetaje para limpiar el revestimiento del útero.

-Ella... ¿Lo sabe?- Intervino Andrés

-Está sedada, les seré sincero, llegó con un severo cuadro de deshidratación y perdió mucha sangre- Se me escapó un suspiro- La mantendremos en observación. Pueden pasar a visitarla en unos minutos.

-Por favor, me gustaría hablar antes con ella lo del bebé- le pedí al doctor.

-Está bien- asintió- Más tarde pasaré a visitarla

-Muchas gracias- Le tendí la mano, él regresó el saludo enseguida.

Apenas se retiró, me desplomé en la silla. ¿Cómo le diría a Eva que hemos sufrido la pérdida de un bebé que desconocíamos estaba desarrollándose en su vientre? ¿Cómo lo superaríamos?

Por un momento olvidé dónde estaba y me rompí en llanto. ¿Por qué no podíamos ser felices? ¿A caso amar a alguien era un pecado? O es que acaso hice algo tan malo en mi vida pasada que en esta debía sufrir.

 

+++++

 

Después de transcurrir dos horas, llegó la policía con el fin de que brindáramos testimonio acerca de los sucesos. Solicité una prórroga de un día para que Eva pudiera prestar declaración, ya que no estaba seguro sobre cómo reaccionaría debido a su estado mental. Después de todo lo acontecido en los últimos dos meses, sentía verdadero temor ante su posible respuesta.

Nos quedaba un camino complicado por recorrer, Damián acabó con la vida de Javier. A pesar del siniestro sobrevivió. Estaba siendo atendido, y por lo que mencionó el oficial, sus probabilidades de caminar eran escasas, puesto que la mitad de su cuerpo quedó atrapado y lesionado dentro del auto.

No experimentaba alegría alguna por el fallecimiento de alguien, y menos aún por las desventuras que quizás pudieran merecer; sin embargo, los perjuicios causados por Damián son tan graves que lo acontecido no representa ni una fracción mínima de lo que le aguarda en su destino.

Llevaba al menos 10 minutos caminando de un lado a otro pensando en las palabras correctas para hablar con ella. Mamá me miraba desde su asiento, entendía perfectamente mi situación y la de ella aún más. Andrés salió de la habitación con los ojos rojos, pude notar dolor en su mirada. Una sensación de desasosiego cubrió mi cuerpo.

-¿Cómo está ella?- Me acerqué

-Está cansada y confundida-Pasó la mano por su cabello- No la veo bien, René.

-Mierda, esto va a hacer más difícil de lo que pensé- Sentí la palma de la mano de mamá en mi espalda.

-Ella es muy fuerte cariño-Suspiré y comencé a caminar.

Tomé el pómulo de la puerta y conté hasta tres para adentrarme, lo primero que vi fue sus hermosos ojos verdes mirando en mi dirección. Me dedicó una débil sonrisa, tenía conectado en su brazo izquierdo una vía con tratamiento, mientras que en el otro le monitoreaban la presión arterial y el pulso.

Me acerqué con cautela, hasta quedar centímetros a su cara- Hola mi hada- le di un casto beso en sus labios

-Hola hechicero- se trató de hacer a un lado para sentarme en la camilla, pero se quejó del dolor.

-No, no te muevas- la detuve.

-No entiendo por qué me duele tanto-Se quejó

Tomé una de sus manos con delicadeza, comencé a acariciarlas en pequeños círculos hasta que noté la marca en su muñeca. Me sentí tan culpable por no protegerla lo suficiente. Eva tenía ojeras, se veía más delgada y pálida.

-Lo siento tanto- Mis ojos se cristalizaron

-Oye, no es tu culpa- Apretó mi mano- ¿Pasa algo?

Eva desarrolló una habilidad grandiosa para notar cuando tenía un problema o algo no iba bien. Y ni hablar de la conexión que compartíamos. Aunque somos polos opuestos, nos complementamos tan bien. Odiaba tener que ser yo en darle tan terrible noticia.

Mordí mi labio antes de hablar, aclaré mi garganta y solté el aire que no sabía que estaba reteniendo.

-¿Recuerdas que te desmayaste?




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