Sin Saber que llegarias

¿Premonición o un tonto sueño?

En esa cálida mañana de agosto, me encontraba recostada aún en mi cama, con la mente totalmente en otro lado. Sólo rondaba en mi cabeza la idea de bajar a la playa, amaba ese lugar, ahí lograba pensar claramente. El viento y las olas, conseguían relajarme. Decidida me levanté y bajé al comedor donde, como de costumbre, mi madre me esperaba con mi desayuno. Al acabar, fui en busca de mi morral y caminé en dirección a la playa. No tardé mucho en llegar, pues vivo solamente a un par de cuadras, tomando el hecho de que Sperlonga era un pueblo medianamente pequeño, me agradaba. Éramos como una gran familia, pensándolo de algún modo.

Cuando por fin mis pies tocaron la arena me sentí plena, nada me hacía sentir más confortable que encontrarme en ese paraíso, mi paraíso. Como todas las mañanas durante mis vacaciones del Instituto, saqué de mi morral mi toalla, colocándola sobre la arena para poder sentarme sobre ella. El viento era perfecto, ni frío ni húmedo, se podría decir que era una de las mejores mañanas de estas vacaciones. Tampoco había mucha gente, lo que hacía aún más confortable la paz del lugar.

Saqué de mi bolso un cuaderno, no era un "diario", la palabra no era la correcta; ya que no cumplía esa función en específico. Pero aún así, me puse a escribir en el. Hacia días que venía sintiendo que este año algo iba a acontecer en mi vida que la cambiaria. Entonces, había optado por narrar mis días cuando fuere posible o tuviera el humor necesario.

Ese extraño pensamiento, de un giro drástico en mi vida, me había hecho repensar la idea de cambiarme de Instituto, pues era de esperarse que posiblemente me peleara con mis amigas. Aunque a Ariadna, a Adelle y Gianna las quería por demás, la otra opción era que suspendiera el año, ¿Si repetía de año? ¡Ay! No quería ni pensar en esa posibilidad. La sensación de que algo cambiaria se debía a unos sueños recurrentes, un sueño en donde yo entraba al Instituto como todas las mañanas, me sentaba en mi lugar, en la clase de Filosofía; pero antes de poder fijarme en mis compañeros todo se ponía borroso. Y era cuando una sensación muy parecida a una descarga eléctrica recorría mi cuerpo. Luego, simplemente, despertaba.

Llevaba semanas soñando con eso, y aunque había intentado buscar el significado en libros, revistas, diarios, Internet, etc. aún no encontraba nada que me lo explicara, y eso me mantenía inquieta.

Cuando caí en cuenta de que faltaba una semana para el comienzo de clase, me sentí fatal. Porque las dudas acerca de lo que me aguardaba eran cada vez mayores, y ese presentimiento abarcaba la totalidad de mis pensamientos. Comencé a notar que mi mente volaba cada vez a alturas mayores, de donde no me era fácil regresar. Yo me consideraba una chica que fantaseaba todo el tiempo, y que a la vez amaba hacerlo, pues era mucho más divertido que mi realidad; aunque era una vida tranquila, la mía ya pasaba a ser rutinaria a menudo. Si, seguramente ronda en el aire la pregunta de que si yo poseía o no un amor, pues no. Creo que se debe al hecho de que en esta sociedad actual, el hombre esta hecho un verdadero idiota, pone como prioridad cosas que no lo son, y en mi caso en particular; un chico que desea aparentar algo que en realidad no es, no me atrae. Y me encuentro, lamentablemente, rodeada de chicos así. Debe ser ese el motivo en sí. Aunque no descartaba el hecho de que ninguno me atraiga, al menos, físicamente.

No solía hablar horas y horas, como mis amigas lo hacen, de sus "amores semanales"; como los defino yo. Debido a que suelen cambiarlo cada semana o cada quincena. Muchas veces tuve que fingir un amorío, pues a ellas les preocupa que no me interese por los chicos, así que para dejarlas contentas cuando me molestan les digo "Algún día les diré de quien estoy enamorada, aún no". La verdadera razón es que no tengo a nadie de quien enamorarme, y por eso he inventado esa excusa.

—¿Janice?—dijo una voz lejana para mi, aunque debía estar cerca. Mis pensamientos se disiparon y ante mi encontré a Adelle sonriendo.

—¡Hola Adelle!—salude a mi amiga.

—¿Cómo estás? ¿Por qué tan temprano por aquí?—inquirió.

—Pues, me desperté temprano y se me ha dado de relajarme, ¿Y qué mejor que un poco de arena, viento y olas?—dije tranquilamente cerrando mis ojos al hablar.

—¡Oh!—exclamo ella— ¿No estarás mal por lo de tu chico, no?—pregunto como quien no quiere la cosa.

Me costó unos segundos interpretar de qué hablaba, hasta que recordé que harta de las preguntas de mis amigas, la semana pasada les había dicho que había perdido el contacto con supuesto mi enamorado, y que entonces, esa era la razón de que viviera absorta en mis pensamientos. Aunque obviamente era una mentira, piadosa, pero mentira al fin.

—Oh, pues eso también me trae de malas, lo extraño tanto—murmure y pensé: tanto como si no lo conociera, reí para mis adentros.

—Amiga, debes saber que todos los hombres son iguales, desaparecen y cuando una los empieza a olvidar, vuelven. Me ha pasado con Jordan—me aconsejó. Jordan era su "amor quincenal" lo amaba (véase, obsesión) durante 15 días y otros 15 fingía olvidarlo, llevaban así, más o menos 1 año.



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En el texto hay: amor, escuela, novios

Editado: 26.09.2018

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