Era un día normal, cuando de repente entraron en mi casa unos hombres. Estos hombres vestían un uniforme blanco, el cual constaba de una bata larga, que les llegaba hasta las rodillas. También les puedo decir que llevaban un palo en la mano y tenían una gorra de capitán. Estos hombres eran del ejército de la realiza. Pero no entendía por qué entraron a mi casa, si nosotros no habíamos hecho nada en contra de la ley.
Cuando ellos entraron, mi papá me agarró y le dijo a mi mamá que me llevara por el sótano, para poder escapar. Ella me agarro en brazos y me saco de aquel cuarto, mientras mi papá se quedó a retenerlos, para que pudiéramos escapar. Pero, aún que mi papá era muy bueno, eran demasiados de ellos de tal manera que no pudo continuar. Mi mama, gracias a los esfuerzos de papá, ya me había llevado al sótano.
Sin encender las luces, buscó la caja de luz. Al encontrarla colocó un código, aunque no sé cómo hizo para poder hacer que apareciera aquel tablero. Al terminar de colocar el código, se abrió una puerta. Era una salida de escape secreta. Empezamos a entrar pero, escuchar que se acercaban los hombres del ejército, me dijo "hijo, ya no podré continuar contigo desde aquí. No debes de preocuparte, ya le avise a tu hermana. Ella te vendrá a buscar, así que sólo sigue recto. Recuerda que tu papá y yo siempre los hemos querido. Adiós hijo, no sé si volveremos a vernos" y, con esas últimas palabras, cerró la puerta.
Yo le dije que no me dejara solo, ya que me daba miedo estar solo. Al ver que se cerró aquella puerta, la golpeé e intenté abrirla, pero fue inútil. Comencé a caminar, entre lágrimas ya que no sé por qué me diría mi mamá lago así. Estando casi a la mitad del camino, me encontré con mi hermana, quien me abrazó. Sin perder más tiempo, me agarro en brazos y me sacó de aquel lugar. Nunca voy a olvidar del rostro que tenía mi hermana aquel día. A pesar de hacerse la fuerte, no pudo contener las lágrimas mientras corría.
Al salir de aquel lugar, me llevó a una cabaña en las montañas. A partir de ese día, aquel lugar se volvió mi hogar. No volví a ver a mis papás ni a mi hermano ni hermana. Sólo vivía con mi segunda hermana mayor. Desde ese entonces todo cambio para mí todo cambio, el mundo feliz que creía que no perdería y que los días felices con toda mi familia se fueron en cuestión de unos minutos. Mi hermana se encargó de mí y me enseño muchas cosas que no sabía.
Pero, para ser sincero, algunas veces veía a mi hermana llorar por la noche y yo, siendo incapaz de poder ayudarla o consolarla como es debido, sólo pude acercarme a ella y recostar mi cabeza en su estómago mientras la abrazaba con fuerzas. El ver como ella me respondía en ocasiones y también me abrazaba, me hacía sentir mal cuando decía "perdóname, perdóname, no puedo hacer nada bien". Yo, con lo único que se me venía a la mente le respondía "no te dejare sola, así que no llores hermana" mi hermana respondía "si, yo tampoco lo haré". Era una promesa entre los dos. Si ya no podía volver a ver a mi papá ni a mi mamá o mi hermano mayor o hermana mayor, por lo menos cuidaré de mi hermana. Yo me volveré más fuerte y seré hábil para no causarle problemas a ella y no dejaré que nadie le haga daño de nuevo a mi familia. Desde la cabaña he de ser capaz de crear lo que nadie será capaz de ver ni podrán quitármelo. Yo, un niño de apenas diez años y mi hermana de doce años, comenzaremos desde cero aquí y algún día, sí, algún día volveremos a nuestro hogar que dejamos atrás. Sueño con volver a ver ese día cuando mi sueño se vuelva realidad. Mientras tanto, no podré hacerlo ya que se encuentran varias personas alrededor de ella y no nos dejaran llegar.