Había cuidado con fervor aquella planta que le regaló, no había ni un día que la descuide o se olvide de ella. Si bien era uno de la ciudad, en las tierras del Autor, comenzaba a crecer poco a poco.
Apenas sonreía al solo pensar en cómo es que aquel mortal se había acordado de él al ver esa planta.
Suspiró, quizá sea bueno presentarse allá, escabullirse y verlo entre los estudiantes de su institución, pero… ¿lo reconocerá siquiera en su estado más humano?
El corazón del Autor latió tanto que le dolió,
Ojalá y no sea amor.