Sentir como unas manos, tomaban con suavidad la suya, le hizo sentir que todo estaría bien. Pues el tacto era firme, fuerte, cálida de cierta manera.
No había necesidad de palabras, no para el Autor.
Quien se quería acurrucar aún más entre las sábanas para que Alejandro, no observe su rostro.
Un rostro con lágrimas derramadas.
Evidentemente quería un abrazo, pero tenía miedo.
— Iré a prepararte algo caliente.- mencionó,— un té...
El Autor se destapó apenas este soltó su mano, y se lanzó a él para abrazarlo.
Alejandro se sorprendió,
Acarició entonces sus largos cabellos.