— ¿Sabes? Siempre me he sentido fuera de lugar, que no pertenecía a X lugares a donde iba, por más que pareciera lo contrario.- comentó el de capucha, observando las luces de al fondo.
— Entiendo, pero no creo que eso sea motivo para que te hieras, Autor.- mencionó el otro, tomando su muñeca con suavidad y haciéndole notar a lo que se refería.
— Ah, eso… son solo marcas de mis garras. Es gracioso, por más que trato de herirme, no sangra, no pasa nada. Solo quedan los rasguños y desaparecen a los días.
Si algo a Alejandro lo perturbaba, era la tranquilidad de las palabras del encapuchado. Aun así, trataba de entenderlo, su compañero no la ha pasado nada bien.
— No lo vuelvas hacer, por favor.- mencionó de forma calmada, llevando el brazo del Autor consigo y besando aquellas marcas de su piel.
Al de capa, se le erizó la piel ante tal acción tan inesperada.
— Basta, no hagas eso.- quitó de forma brusca su brazo, se levantó y desapareció entre la arboleda.