Sin un final feliz

Salvando al planeta.

Es una pequeña habitación oscura, cuya única ventana está tapada con una gruesa sábana. Hay un olor rancio y podrido en el ambiente, y dos personas se pueden distinguir en la penumbra.

–Nosotros solíamos ser los buenos, éramos los guardianes de éste mundo, pero ahora nos hemos convertido en sus destructores –Las palabras del viejo sonaban cansadas y entristecidas, su mano derecha apretaba con fuerza el mango del cuchillo ensangrentado.

–Papá… -Comenzó a decir la chica temblando de terror.

–Nuestro trabajo era simple. – la interrumpió él –Pero somos tan incompetentes que lo descuidamos. Éramos importantes, y ahora no somos más que un asqueroso virus, un parásito que ha succionado toda la vitalidad de nuestro hogar. Te dije que no lo hicieras…

–¿Papá por qué haces esto? –Comenzaron a brotar lágrimas en los juveniles, pero ya no inocentes ojos de la chica.

–Nunca lo entendiste ¿cierto? Jamás me prestaste atención, solo pensabas en aquel bastardo. – El viejo miraba hacia abajo, observando con una extraña mezcla de odio y satisfacción la sangre que manchaba sus vestiduras.

La chica aún no se había dado cuenta, ¿Cómo iba a hacerlo? La habitación estaba demasiado oscura. Pero algo en su interior le hizo preguntarle a su padre: “¿Dónde está Tom?”.

El viejo sonrió ante aquella pregunta.

–Ahora solo somos tú y yo Katherine.

–¿Dónde está Tom papá? –Volvió a preguntar Katherine alarmada.

El viejo encendió las luces. Tom se hallaba justo a unos metros de él, desnudo y descuartizado. Katherine sintió ganas de vomitar y llorar al mismo tiempo. Hizo ambas.

–Te dije que debíamos ser los últimos de nuestra familia Katherine, que no debíamos contribuir con la destrucción de nuestro planeta. Cada ser humano que nace es un clavo más que se coloca al ataúd de nuestro mundo. Pero no hiciste caso, y ahora mírate… ¡¿Por qué lo hiciste?!

–¡Yo lo amaba! ¡Eres un monstruo!

–Lo soy, todos lo somos, incluso el pequeño que ahora habita en tu sucio y maldito vientre. Él es un monstruo, por eso debe morir.

–¡No! – Grito Katherine llena de pánico, su rostro se hallaba bañado en lágrimas. –¡No dejaré que le hagas daño a mi bebé!

–Pobre ignorante. Definitivamente fue un error tenerte, tu madre y yo éramos igual de impertinentes. Pero ya no se cometerán más errores.

La chica intentó huir de su padre, pero era inútil, todas las puertas estaban cerradas, incluso las ventanas tenían rejas. Ella no iría a ninguna parte, y el viejo lo sabía. Él se abalanzó sobre la débil figura de su hija quien intentaba abrir inútilmente la puerta de salida. Un golpe seco en la cabeza hizo que la chica perdiera el conocimiento.

El dolor la había despertado. Se encontró a si misma atada de manos y tobillos a la parte superior de la mesa del comedor, su padre se encontraba ejecutando una cirugía.

–¡¿Qué haces?! –Gritó horrorizada al ver y sentir las manos de su padre adentrarse en lo más profundo de sus entrañas.

–Hago lo correcto –Fue lo único que dijo.

El feto estaba mal desarrollado y su aspecto era desagradable.

–Este será mi contribución al mundo Katherine. Por esto seré un héroe. –Dijo mientras partía al engendro por la mitad, y se comía con los ojos cerrados cada parte –Esta noche todos moriremos, solo para que la tierra, mi querida gaia viva un poco más.

Era una habitación oscura, y en medio de la penumbra se podían ver tres cuerpos sin vida. Los últimos seres humanos de la tierra.



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En el texto hay: reflexion, relatoscortos, historias tristes

Editado: 03.08.2019

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