Sinceramente

Capítulo 1

Abril de 2015. Ramos Mejía, Buenos Aires.  

Estaba a media cuadra del edificio que trabajaba, por suerte vivía cerca. Con mi cartera blanca colgada al hombro y mi abrigo negro abrochado hasta el último botón iba caminando al trabajo como todas las mañanas. Hacía un año me habían ascendido y, ahora compartía una oficina bastante grande junto con Theo y Noah, este último estaba hacía poco con nosotros, antes estaba Mateo, nos llevábamos muy bien, pero al ser ascendido a jefe de área se quedó sin tiempo para salir conmigo y Theo, y pues, Noah ocupó muy bien su lugar en el grupo. A pesar de todo, extrañaba a Mateo.

Vi su figura en la puerta terminando un cigarro, cuando éramos compañeros le pedí un millón de veces que deje de fumar, pero nunca me hizo caso. Cuando me vio llegar, me sonrió con la seguridad de siempre y tiró el cigarro en el tacho que estaba junto a él, se acercó a la puerta principal del edificio y mantuvo la puerta abierta para que pase, asentí con la cabeza en forma de saludo y agradecimiento  seguí mi camino.

En la sala de espera no había nadie, todavía era muy temprano aunque nuestro secretario Emanuel estaba hablando por teléfono.

- ¿Por qué ya no nos saludamos? -preguntó Mateo, que aparentemente entró detrás de mí, me paré en mi lugar y me di vuelta para mirarlo.

- Cuando ascendiste como jefe quedó claro que no se puede tener una amistad o una relación entre jefe y empleado. -le respondí recordando sus palabras.

Mateo suspiró y pasó su mirada por todo el lugar, yo desvié la vista a la pecera que decoraba la enorme sala. Los peces nadaban sin enterarse que frente a ellos dos viejos amigos estaban por discutir.

- Ya sé lo que dije, gracias por recordarmelo… pero hay una chance de que eso cambie.

Levanté la mirada hacia él sin entender.

- Sabes que no podemos establecer una amistad, nos dejarán a ambos sin trabajos sin pensarlo, Mateo.  

- Lo sé, pero van a ascender a alguien de nuestro grupo, va a quedar una vacante libre y si estamos en el mismo nivel, no hay problema, solo tienes que destacar entre tus compañeros.

Suspire y volví a mirar la pecera, realmente no tenía ganas de ascender y tener que separarme de Theo y Noah.

- Bueno, pensalo ¿Sí?

Asentí sin mirarlo y él se fue. ¿Acaso podía dejar de lado a Theo y Noah para ascender? Ellos siempre estuvieron para mí, más que nada Theo , él había estado siempre, incluso cuando llegué a Buenos Aires y no tenía a nadie. Y cuando Noah apareció cambió todo, él me hizo olvidar la decepción que Mateo me dejó al darnos la espalda cuando ascendió.

Volví a la realidad cuando escuché que Noah y Theo entraban por la puerta del costado que daba al garaje, no sé porqué pero, sonreí y mi corazón latió con fuerza cuando Noah me miró y sonrió.

- No lo puedo creer todavía -se quejo Theo mientras que Naoh se reía.

- ¿Qué pasó? -pregunté acercándome a ellos para caminar todos juntos a nuestra oficina.

- Se me rompió el auto de nuevo y Noah tuvo que pasar a buscarme.

Traté de disimular la sonrisa.

- Sabes lo que tenes que hacer… pero sos tan rata que no lo vas a pagar. -le dije mientras entrabamos a las oficinas abierta y doblamos a la derecha hacía una puertas de madera.

No pasó desapercibido que muchos de los empleados que estaban en sus escritorios miraron para chusmear que había llagado.

- En eso tiene razón Clara -concordo Noah conmigo-. Vos sos el que no quiere gastar plata para comprarte un auto nuevo.

- Aparte hace ya seis años lo tenes -acote-. Y lo compraste usado.

- Lo entendí, ya dejen de hablar de que tengo que gastar plata. -pidió Theo mientras abría la puerta y nos hacía una seña para que pasemos nosotros.

Noah me hizo una seña para que pase primero y le sonreí en agradecimiento, caminaron los dos atrás de mí discutiendo sobre qué modelo de auto podía buscar, y sobre todo, cuál era más económico.  

Abrí la puerta de nuestra oficina que estaba cerrada con llave y entramos, cada uno fue a su escritorio, me senté y prendí la computadora, giré en mi silla y miré por la ventana, a pesar del día frío había un sol cálido.

- ¿Estás bien, Clara? -me preguntó Theo desde su asiento.

Giré mi silla y lo miré, le sonreí y asentí.

- Estoy un poco distraída, nada más.

- ¿Pasó algo? Cuando llegamos estabas mirando los peces, eso solo pasa cuando estás reflexionando sobre algo -se interesó Noah sorprendiendome.

- Estoy bien, no se preocupen. Solo me cruce a Mateo antes de entrar.

- ¿Te habló? -me preguntó Theo.

- No -mentí, no quería contarles que tenía la oportunidad de ascender, ambos me iban alentar a hacerlo y no sabía si quería tomar esa decisión, me gustaba mi trabajo, estaba cómoda.

Theo se lo creyó, Mateo no nos dirigía la palabra desde que ascendió y Noah se sintió mal por como nos pusimos ambos.  



#37851 en Novela romántica
#10133 en Joven Adulto

En el texto hay: desamor, trabajo, amistad

Editado: 19.06.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.