Caminábamos como tortugas y en completo silencio.
Crucé mis brazos.
— La vida es una putada eh — habla Mel con una sonrisa viendo al bebé.
— Te da con todo y sin condón.
Él entendió mi referencia.
— No es mi hijo, es de Diany, el gilipollas decidió desaparecer.
No era nada nuevo que hubieran hombres que les gustaba mover la polla y luego no hacerse cargo.
— Quiero ir a casa — dije bajando mi guardia, mis brazos ahora me abrazaban mi cuerpo.
— Te diría lo siento, pero me odiarías más — no pude mirarlo a los ojos.
Seguimos caminando en silencio, era tal vez de medio día, pero sentía como si fuera caminando de noche, en el bosque oscuro junto a el lobo que me devoraría.
— ¿Puedo hablar con mi familia antes de que me entreguen? — me detuve pensando que él lo haría, pero no, continuó caminando, rodeé los ojos y troté hasta él — ¿Eh?
— No sé — su cara estaba seria.
¿Era bipolar o qué?
— Mel — de repente sentí que ya no me escuchaba — ¿Pasa algo?
— Llévate al bebé — sin poder creerlo mis ojos no se despegaban del hoyo en la reja.
Mi respiración se aceleró, quería salir corriendo.
Pero no era estúpida, ¿a dónde iría?
Tomé con fuerza el coche y di vuelta en dirección a la entrada, miré atrás con la intriga de qué haría Mel.
Este solo caminó hasta la reja y comenzó a mirar.
Giré al bebé por los sonidos que hizo, movía sus manos apretando la manta que lo cubría, pero tenía esa expresión de cuando están a punto de llorar, así que a paso apresurado llegué hasta la casa, había una subida plana para entrar.
En el salón saqué al bebé del coche y me senté en un sillón con él entre mis brazos, lo mecí con delicadeza.
— Veo que sabes de bebés.
Repasé a la madre unos segundos.
— Deberías darle de mamar, está muy delgado.
— No me sale — tragué saliva por ello.
— Malta con huevo y leche condensada — su vista quedó fija en mí — Eso hará que te baje la leche.
Asintió poco convencida.
Me levanté para entregarle a su bebé, ella lo recibió sonriendo.
— ¿Dónde está Mel? — llegó el pelirrojo junto con el sin nombre.
— Hicieron un hoyo en la reja y se quedó viéndolo — les respondí, ambos me miraron, el sin nombre salió, pero el pelirrojo se acercó a mí con chulería.
¿No era este el que no le quitaba la mirada de encima a Diany?
¡Por qué las personas de aquí debían ser tan extrañas!
— No te había visto por aquí.
Fruncí mi ceño.
— Claro — … por estar con tus ojos en el culo de la chica frente mio.
— Valentín, Angry para tí.
— Ruby, la que te salvará el culo para ustedes.
El chico tiró para atrás su cabeza como conectando los clavos en su mente.
— Joder.
Es lo único que dijo antes de irse sin decir ni hacer nada más.
Me habían dado instrucciones de no moverme de la habitación, me asusté cuando dejaron al bebé encerrado conmigo, digo encerrados, porque escuché la cerruda de la puerta ponerse.
Tenía dos ideas en la cabeza.
Me encerraron porque tenían miedo de que me escapara o algo grave estaba pasando.
¿Por qué encerrarían al bebé conmigo?
Me apoyé con cuidado en el borde de la cuna a verlo.
Era lindo.
Acaricié su carita.
Me daba lástima.
¿Cómo acabaría él si atraparan a todos?
Algo en mi corazón saltó, yo no era quién para darle un futuro de mierda a un niño que no lo merecía por culpa de sus padres.
¿Entonces qué iba-
— Nos volvemos a encontrar.
El mundo se me detuvo cuando escuché la voz.
Me di vuelta lentamente al sujeto que había robado esa frase de alguna película o libro.
— Hola — murmuré.
— Creí haber escuchado que eras la puta de Victor, no sabía que las traía a su casa.
— Soy buena — intenté seguir la estúpida idea de Victor.
— Y barata, supongo — si seguía tratándome así me daría algo.
O le arrojaría cualquier cosa.
— ¿Qué haces aquí? — hablé con la voz temerosa.
Esa máscara de zorro me daba miedo.
Pero su voz.
Su voz me recordaba a mi hermano.
Y eso me llevaba a recordar a mi familia.
No detuve las lágrimas que salieron, sabía que era pésima idea derrumbarse frente a un desconocido nivel con máscara de zorro y portador de armas, pero es que no soportaba nada en un momento así.
Estaba débil física y mentalmente.
Akashi agradecido =)