Síndrome de Estocolmo

Tanja

Una bella chica rusa llamada Tanja, cursaba último año de secundaria. Desorientada e insegura, la joven de 17 años no sabía en realidad qué hacer con su vida luego de graduarse. Estaba algo indecisa entre estudiar ciencias políticas o arqueología.

Tanja Sotnikova no tenía idea de que las cosas en su vida darían un giro inesperado, cuando un joven cuatro años mayor que ella se obsesionó, la haría vivir una verdadera pesadilla en un principio.

Diariamente, Fiodor la seguía al salir de la escuela. La esperaba durante largas horas solo para ver cual era el camino que frecuentaba al terminar las clases. Tanja jamás se percató de que un extraño la seguía a tan solo ocho metros de distancia.

Una tarde, la chica salió de clases y caminó en dirección opuesta a su casa. Esa fue la oportunidad perfecta para que Fiodor la raptara y la sacara de la ciudad. Tanja no tenía idea de lo que pasaba a su alrededor, pues llevaba los ojos vendados y se encontraba al interior del maletero.

Gritar por ayuda no servía de nada, Fiodor tapó la boca de la chica para no llamar la atención, ya que debía parar en ocasiones en gasolineras y tiendas de abarrotes. El joven de 21 años pretendía llevar a la chica a un pueblo en la frontera con Kazajistán. 

Cuando Fiodor se sintió seguro, sacó a Tanja del maletero y la acomodó en el asiento trasero del auto para continuar su viaje. Antes de abordar el auto, el secuestrador cubrió a la joven con una sábana roja y siguió conduciendo hasta llegar al pueblo.

Al llegar al desolado lugar, Fiodor rentó una cabaña en donde permaneció con Tanja por varios meses. La chica lentamente sentía empatía por su secuestrador, quien le dedicaba canciones y la trataba de manera tierna con tal de ganarse su corazón. 

A pesar del buen trato, en ocasiones Tanja solo deseaba regresar a casa, terminar la escuela y estudiar en la universidad, pero se sentía algo confundida en si hacerlo o quedarse con Fiodor.  

—Quédate conmigo y te prometo que no te hará falta nada. —Fiodor solo pensaba en una cosa: que Tanja no se escapara. Hacía hasta lo imposible para que la chica se quedara con él.

—Eres muy lindo y me agradas, pero debo regresar para terminar la escuela —Tanja le pedía a Fiodor que la soltara para culminar sus estudios. —Soy consciente de que no tienes malas intenciones, pero hay otra manera de hacer esto.

Fiodor a veces no tenía la capacidad de pensar, por lo tanto no se daba cuenta de que en realidad estaba perjudicando a Tanja en lugar de hacerle bien. La obsesión que dominaba al chico no le dejaba ver lo que ocurría a su alrededor, el joven ignoraba que seguramente iría a prisión por sus actos.

—Si te dejo ir, escaparás y te entregarás a los brazos de alguien más. No soportaría verte con otro hombre —Fiodor actuaba extraño, lo cual causaba una sensación de pánico en la chica. 

Los meses transcurrieron hasta que las autoridades lograron encontrar el paradero de la adolescente, quien mostraba una actitud indiferente ante su rescate; no se sentía feliz por regresar a la libertad, parecía enojada al ver que Fiodor estaba siendo esposado por los policías y no estaba muy contenta al ver a sus padres nuevamente.

Tanja fue sometida a terapias psicológicas para ayudarla a superar el trauma del secuestro, pero la joven siempre estuvo tranquila y parecía que no se había visto afectada. La chica pensaba solamente en Fiodor, quien de algún modo logró convencerla de quedarse con él. Pero, algo pasaba por la mente de Tanja, algo que, nadie esperaba y menos de ella.

Mientras tanto en la prisión, Fiodor planeaba escapar en un descuido de los guardias. Cuando finalmente pudo, el muchacho contactó a Tanja desde un teléfono desechable.

—Logré escapar ¿Podemos vernos en la panadería que está cerca de tu escuela? —propuso Fiodor.

Tanja no dudó en encontrarse con aquel muchacho, así que, esperó a que sus padres se descuidaran y escapó para verse con Fiodor. Cuando llegó al lugar, Tanja corrió para abalanzarse y abrazar al joven —¡Que bueno volver a verte! —exclamó.

—Escapa conmigo, vamos a donde nadie pueda molestarnos.

Todo lo que Tanja había planeado para su futuro desapareció en un instante, solo quería estar con el chico que meses atrás la privó de su libertad. La joven no era consciente de lo que hacía, en ese momento estaba cegada y su enamoramiento por Fiodor no la dejaba pensar en otra cosa más que en él.

—¡Vamos! —habló la joven.

Ambos escaparon a la ciudad vecina pretendiendo salir del país, Tanja estaba decidida a comenzar una nueva vida al lado de su captor, de quien se enamoró perdidamente olvidando todos sus planes de vida. 

Desesperados, sus padres la buscaban nuevamente por la ciudad. Las autoridades no daban con el paradero. 

—¿A dónde iremos esta vez? Si regresamos a la cabaña nos encontrarán. —expresó Tanja —Ese sería el primer lugar en el que nos buscarían. 

—No regresaremos a ese lugar por obvias razones, así que nos iremos a otro sitio en donde no nos encuentren. —comentó Fiodor. 

Meses y meses transcurrieron desde la desaparición de Tanja quien se encontraba con Fiodor en una ciudad a cinco horas de distancia. La joven llamó a sus padres para avisarle que estaba bien y que no valía la pena perder el tiempo buscándola, ya que finalmente, encontró el amor que tanto buscaba. 




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