¡Aléjate de mi amor!
Yo sé que aun estas a tiempo
No soy quien en verdad parezco
Y perdón
No soy quien crees
Yo no caí del cielo
Camila - Alejate de mi.
Peter escuchó como el trueno rugió sobre ellos y pese a que el sonido fue ligeramente aterrador, pese a que la lluvia le hacía imposible ver a pocos metros de él, mantuvo el rostro alzado y con obstinación en medio de la noche.
La adrenalina lo recorría con la misma tempestiva fuerza que la tormenta crecía sobre ellos, tanto que parecía alimentarse de ella, tanto que Peter se sentía tan cargado de energía como los feroces rayos que se abrían entre las nubes negras iluminándolos.
—No sabes lo que pides. —masculló Tony con los dientes apretados.
—Tony en verdad...
—No, tú no lo entiendes. No puedes...
Peter vio como Tony retrocedía un paso y quiso gritar en protesta. Sintió la frustración quemarle las entrañas, pero no dijo nada. No hizo nada. Permitió que la lluvia siguiera interponiéndose entre sus cuerpos tanto como la terquedad de ese hombre imponía.
—Por favor... solo... solo escúchame. —suplicó sin intenciones de frenar, dejando que las palabras fluyeran como el agua que goteaba sobre su traje manchado de sangre, de su sangre.
—No voy a escuchar esta idiotez. —tajó con seguridad, limpiando el agua que escurría desde su cabello a sus ojos con un frustrado manotazo.
—¡Pues deberás! —gruñó molesto, volviendo a ver frente a sus ojos como Tony era herido, como era arrojado al suelo y como casi lo pierde.
Fue su culpa, se suponía que arreglaría solo la basura que había en su barrio, pero todo salió mal, todo falló y si no hubiera llegado Tony a su rescate hubiera jodido la única oportunidad que tenían de parar a Kingpin, pero todo salió solo peor. En cuando este apareció, de alguna forma que no podía explicarse, terminó atrapado entre las garras del levantador de containers. Peter se dio cuenta un segundo antes de que todo acabara que esa cosa tenía un blindaje especial en sus agarraderas, porque antes de que Tony pudiera abrirla para soltarse, esta lo arrojó al suelo y se cerró en un grotesco puño lista para aplastarlo.
Fue solo un segundo, Tony se enderezaba en el piso cuando esa cosa se lanzó por él y si no se hubiera arrojado a correrlo del camino, no hubiera podido sobrevivir a ese golpe.
¿Cómo se suponía que se mantuviera racional cuando estuvo tan suciamente cerca de perderlo? ¿Cómo podía él estarlo?
Sabía que el terreno por el cual caminaba era tan frágil que Peter vio el hielo resquebrajando bajo sus pies, pero no se dejó amedrentar. Mierda, él sabía lo que Tony pensaba, sabía lo que creía de sí mismo, pero no iba a permitir que siguiera alejándose. No esa noche, no cuando aún podía sentir el temor erizar su piel y congelar su sangre de una forma que su impecable traje no podía evitar.
Peter era muy grande, demasiado, como para dejarse por ese hombre tan testarudo.
—No empujes tu suerte niño, porque no soy quien parezco. —protestó exhibiéndole los dientes, casi amenazándolo— Yo no soy un maldito héroe que cayó del cielo. ¿Entiendes eso Parker? No soy tu jodido salvador, así que desaparece de mi vista y de mi vida —aclaró— Si no vas a ser capaz de entender esta mierda.
Peter se mordió el interior de la mejilla. Maldito terco. Maldito él de paso, porque sabía bien que no debió arrinconarlo en ese mismo momento donde el terror aún era tan vívido para los dos. No planeó aquello, solo... solo no pudo más, solo necesitó sacarlo.
Por primera vez en muchos años Peter sintió que moriría, sintió que su fuerza no bastaba, estaba herido, estaba agotado y su cuerpo se movía más por impulso que por capacidad. Por eso no pudo esperar más, no podía darse el lujo de morir y no haberse arriesgado una última vez. No cuando sin importar el tiempo, nada cambió.
Los años pasaban y Peter solo sabía enamorarse más, caer más, necesitarlo más. No podía seguir allí parado, junto a él, viéndolo, necesitándolo de esa manera que ya rozaba lo enfermo y angustiante. Ojalá pudiera dejar de sentir, ojalá pudiera controlar con su frialdad quirúrgica sus sentimientos, pero no podía. Él no nació para solo quedarse callado.
Peter solo necesitaba hacerlo entender, hacer que sus ojos vieran que no era ese chico inocente y bueno. Peter sabía que Tony era un ser brillante, magnífico y bueno, pero también sabía que era oscuro, que había algo de maldad en él. Sabía que era rencoroso, que era mentiroso y a veces hasta cruel. No lo era todo el tiempo y bajo ningún concepto te heriría si no lo provocabas más allá de lo aceptable, pero no le molestaba. No lo amaba por ser justamente perfecto.
Sabía que Tony no era un santo y esa noche había cadáveres que Peter jamás dejó tras él y obviamente que ninguno pereció por la fuerza de sus manos; pero maldita sea, sí no se sentía bien, pero... pero no importaba, no era eso lo que haría que dejara de amarlo, no era eso suficiente para alejarlo, para hacer que se fuera en la dirección opuesta.
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Editado: 04.02.2022